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Del hogar de Gabo al mundo mágico de los Buendía, tras las pistas del Macondo real en Aracataca

Del hogar de Gabo al mundo mágico de los Buendía, tras las pistas del Macondo real en Aracataca

Noticias Caracol viajó más allá de los límites de la ficción para reconstruir una historia que tiene tanto de imaginario como real.

En cada rincón de su casa existe un pedazo de ficción de ‘Cien años de soledad’: ese taller de orfebrería donde nacieron pescaditos de oro, un corredor de begonias que sirvió para los estragos del amor y el árbol donde amarraron al viejo José Arcadio.

Esa casa que levantaron los Buendía en Macondo fue calcada por Gabo de la casa de sus abuelos en Aracataca, lugar donde vivió ocho años y escuchó historias que cambiarían su vida por siempre.

El coronel Nicolás Ricardo Márquez, abuelo del nobel de literatura, participó activamente en la Guerra de los Mil Días que desangró a Colombia entre 1899 y 1902. Esa misma guerra a la que Aureliano Buendía, un oficial de la ficción, dedicó parte de su vida.

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Otro de los rincones de esta casa que revela un secreto literario es el taller de orfebrería, donde su abuelo trabajaba metales y los pescaditos de oro nadaban entre la ficción y la realidad.

“El comedor de la familia Márquez Iguarán tiene mucha relación con la novela ‘Cien años de soledad' sobre todo al apreciar este fruto (racimo de bananos) pues Mr. Herbert, el gringo que probó el banano, se comió todo el racimo y fue cuando decidió generar la empresa de las bananeras”, señala Rafael Darío Jiménez, un poeta que conoce como nadie esta casa.

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Baúles empolvados, mariposas amarillas y árboles son algunos elementos que siguen rondando por allí en un guiño a la literatura. Lo dijo Gabo: “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.

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