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Sergio Monsalve, el periodista que convirtió su casa en una trinchera: el drama de informar en Urabá

Sergio Monsalve, el periodista que convirtió su casa en una trinchera: el drama de informar en Urabá

La corrupción y las bandas criminales tienen acorralada a la prensa en esa zona de Antioquia. Noticias Caracol conoció un testimonio. Informe especial.
Camina como si fuera perseguido de cerca por la muerte. Sus trayectos son cortos: de la estación de policía a la casa.
Sergio Monsalve Rojas, periodista local en Chigorodó, Urabá antioqueño, solo respira hondo cuando llega al jardín de su casa.
“Bueno Marcela, lamento tener que recibirla en estas condiciones por el tema de seguridad, porque ahora no puedo tener una oficina. Este es mi búnker, bienvenida”, dice Sergio.
“Sí, mis amenazas empezaron desde marzo del año pasado”, responde al preguntársele si ese era su lugar de trabajo.
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Lleva ocho meses encerrado tras las rejas de su hogar. Entre luces y sombras escribe los textos de sus nuevas denuncias. Tuvo que alejarse de los micrófonos de una emisora local.
Sergio, usted dice que lleva siete meses trabajando en estas condiciones. ¿Por qué?
“Porque temo por mi vida, porque estoy amenazado, porque tengo tres intentos de ataque en el municipio y si salgo, doy papaya. La primera vez me abordó alguien en la calle, me dijo que me callara y que no fuera sapo y que si no me iban a callar”, recuerda el comunicador.
“Intento hacer caso omiso, pero las amenazas siguieron llegando”, añade.
Monsalve es un periodista con olfato fino para temas de corrupción, microtráfico de drogas, y bandas criminales en la zona de Urabá. 
“Soy periodista independiente en la emisora comunitaria, que es el único medio radial del municipio donde fui censurado (Chigorodó). A mí me cerraron el programa y me lo cerraron en un momento en el que estaba haciendo denuncias públicas de contratación en el municipio”, explica sobre las razones de las amenazas.
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Además, dice que varias veces ha sido abordado por sicarios, hasta helarle la sangre.
“Yo voy caminando y me para una moto al lado y digo: aquí fue”, cuenta sobre los temerosos encuentros.
¿O sea que usted se ha visto muchas veces muerto?
“Sí, sí, tengo que decirlo que sí”, afirma.
Y fue la hoja amenazante que le dejaron en la puerta de su casa con la cruz pintada y que decía "sapo hp si se descuida se muere", la que lo llevó a reportar su caso a todos los organismos nacionales y buscar seguridad en la Unidad Nacional de Protección (UNP).
¿Con qué seguridad física cuenta usted?
“Mi seguridad es un chaleco, un chaleco antibalas que me entregó la UNP. Me dijeron que... Un botón de pánico, se supone que lo debo presionar cuando esté en riesgo. Ellos me llaman luego a un teléfono para verificar si estoy en riesgo, cuál es mi riesgo y después ellos se comunicarían (para saber) donde estoy. ¿Quiere que le diga la verdad? Eso es una burla. Yo, mientras (pasa) todo eso, cojo mi celular y llamo a la Policía directamente”, describe Monsalve sobre su esquema de seguridad.
También recuerda como el primer caso que denunció viviendo en Medellín lo llevó al desplazamiento intraurbano; las amenazas de muerte fueron dirigidas a su pequeña hija.
“Mi hija, cuando tenía siete años, fue amenazada de muerte porque denuncie hechos irregulares de una fundación donde se habían robado un dinero a través de un presupuesto participativo en la ciudad de Medellín”, relata.
¿Si hubo periodistas que fueron asesinados, si otros tuvieron que salir de Urabá, usted porque sigue acá?
“Yo entendí que la solución no es correr. Cuando me vaya, me va a pasar lo mismo. Este es mi trabajo, yo tengo que luchar por la libertad de prensa, por la información, por la verdad, por decir lo que es por los derechos de una comunidad, pero como decía mi abuelo cuando yo era un niño: ‘mijo’, aunque tenga miedo, no lo deje ver”, puntualiza el periodista.
La situación de Sergio Monsalve fue conocida por la Mesa de Derechos Humanos de los periodistas en Antioquia, que ha emitido las alertas tempranas.
“El periodismo tiene una mordaza en Antioquia. Por ejemplo, en Urabá, cuando se hacen las denuncias de (despojo de) tierras, cuando se habla de microtráfico (de drogas) y temas de extorsión, esos temas son intocables o (los periodistas) se van de la zona o los asesinan. En los primeros dos meses de 2017 tuvimos nueve periodistas amenazados en Antioquia, cuatro en Urabá”, denuncia Juan David Betancur, presidente de la Mesa de Derechos Humanos de los periodistas en Antioquia.
¿Por qué estoy sintiendo en usted un ánimo de valentía, pero también lo siento derrotado?
“Yo creo que no estoy derrotado por las amenazas de los ilegales, yo estoy derrotado por el abandono y la desidia y la ineficiencia del Estado”, señala Monsalve.
En la soledad de su casa, este periodista soporta con valentía la decisión que tomó un día de asumir el periodismo independiente, mientras lucha por no ser un número más en la cifra de periodistas asesinados.
 

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