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¿Apareció el continente perdido?

Una expedición inédita en el único submarino tripulado del mundo capaz de bajar a hasta 6.500 metros de profundidad descubrió un "oasis" de biodiversidad en la principal montaña submarina del Atlántico Sur, ubicada a unos 1.500 kilómetros de la costa brasileña.
"La zambullida nos permitió confirmar que a este lado del Atlántico, así como en otras montañas submarinas oceánicas, contamos con una gran diversidad de animales suspensívoros", dijo el biólogo y oceanógrafo Jose Ángel Álvarez Pérez, investigador de la Universidad del Vale do Itajaí (Univali).
El biólogo, uno de los pocos privilegiados científicos brasileños que participaron en la expedición, pudo observar durante el paseo submarino gran cantidad de animales, principalmente "lindos corales de aguas frías que reúnen mucha vida a su alrededor: estrellas de mar, ofiuras, holoturoideos (pepinos de mar) y peces".
La expedición a bordo del minisubmarino japonés Shinkai 6500, con capacidad para tres tripulantes (dos pilotos y un científico) y equipado con brazos mecánicos y cámaras de alta resolución, permitió observar por primera vez las cuestas de la montaña de origen volcánico conocida como Elevación del Río Grande.
Se trata del más importante complejo de montañas submarinas en el Atlántico Sur, con alturas que llegan a 3.200 metros desde el lecho del océano, su cima ubicada a unos 700 metros de profundidad y que, jurídicamente en aguas internacionales, separa el margen continental brasileño de los grandes fondos oceánicos.
Álvarez Pérez admitió que, pese a que la expectativa era encontrar gran biodiversidad como en otras montañas submarinas, había dudas dado que, al menos en la superficie, dicha región del Atlántico es pobre en nutrientes.
"Considerando que a este lado del Atlántico Sur hay aguas muy pobres en nutrientes en la superficie, lo que encontramos en las montañas es algo como un oasis en el desierto", dijo el biólogo en una entrevista por escrito.
Descendió el martes de la semana pasada en el Shinkai 6500 hasta un local de la Elevación del Río Grande, a 1.200 metros de profundidad, conocida como Jardín de los Corales.
Fue la primera vez que una expedición científica llegó en submarino hasta esta montaña, que desde hace algunos años viene siendo dragada y sometida a estudios por expediciones mineras y por la Marina de Brasil debido a su posible riqueza mineral.
Tras recoger muestras de agua y de sedimentos, el submarino subió por las cuestas de la montaña para filmar sus paredes rocosas, casi verticales, recubiertas de corales de forma arborescente.
Los corales le sirven de hábitat a muchas otras especies, con los que forman jardines colgantes vivos, según el biólogo.
"La riqueza de la vida en el ambiente es realmente increíble. Nuestra expectativa es que el análisis de lo que pudimos observar y de las muestras recogidas puedan revelar mucho sobre cómo es posible la vida en esta gran montaña", afirmó el biólogo.
Según Álvarez Pérez, la rica biodiversidad en las montañas submarinas obedece a que estos sistemas alteran la circulación de agua en el fondo del mar y pueden provocar corrientes ascendentes que arrastran por las cuestas las partículas en suspensión que estaban en el lecho.
"Los corales de aguas frías forman parte de esta comunidad y por eso trabajábamos con la hipótesis de encontrarlos en la Elevación del Río Grande, pero necesitábamos confirmarlo", agregó.
Su zambullida hizo parte del crucero Iata-Piuna, una expedición realizada a bordo del Yokosuka, que reúne a científicos de Brasil y Japón, y cuyo objetivo es explorar el margen continental brasileño y la parte adyacente del océano, incluyendo la Elevación del Río Grande y el Dorsal de Sao Paulo.
El crucero forma parte del proyecto aún mayor, bautizado como "Búsqueda por los Límites de la Vida" (Quelle 2013) y con el que la Agencia Japonesa de Ciencia y Tecnología de la Tierra y del Mar (Jamstec) se propone explorar este año los ambientes más profundos de todo el mundo, principalmente en el hemisferio sur.
La embarcación japonesa ya pasó por el océano Índico Central y, tras su expedición por el Atlántico Sur, se dirigirá al Mar Caribe y finalmente al océano Pacífico en la región de Tonga.
Para participar en el viaje por el Atlántico Sur, que comenzó el 13 de abril y se extiende hasta el 27 de mayo, fueron invitados cuatro científicos brasileños, un geólogo del Servicio Geológico de Brasil y otro de la petrolera estatal Petrobras.

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