Joshua Colón, paramédico de 31 años, debía administrar 30 dosis de la vacuna contra el COVID-19, del laboratorio Moderna, a los socorristas de una unidad de bomberos del condado de Polk. Sin embrago, falsificó los registros de tres de las dosis y se llevó el medicamento.
Cuando se descubrió el robo, el paramédico aseguró que lo había hecho obligado por su supervisor. Dos de las dosis fueron halladas en su carro.
“Irán a prisión porque abusaron de su autoridad, tomamos muy en serio estas acusaciones. Nuestros bomberos son héroes, salvan vidas, pero cuando cometen un error tienen que asumir las consecuencias”, afirmó Grady Judd, jefe de la Policía del condado de Polk.
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Las autoridades confirmaron que las investigaciones apuntarían a que el paramédico cumplía órdenes de su supervisor, por lo que el capitán Anthony Damiano también enfrenta cargos.
"¿Qué es lo que pasa en estas crisis? Es que se da mucha libertad, pero menos supervisión. Eso es lo que pasa cuando das mucho dinero, mucha autorización, sin una debida regulación”, señaló Jesús Landaeta, residente de Miami.
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La pregunta ahora es si la deficiente supervisión de la distribución de las vacunas haría que este tan solo fuera el primer caso identificado de otros que se estarían registrando.
El paramédico Joshua Colón renunció al cuerpo de bomberos antes de ser arrestado. Mientras se adelanta el proceso en su contra, le fue concedida la libertad bajo fianza.
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