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Bebé milagro: rescatista en Siria besó en la frente a niño que salvó entre toneladas de concreto

Él y muchos más rescatistas se arrastran entre los escombros, en medio de bajas temperaturas, y trabajan durante de horas para socorrer a los sobrevivientes del terremoto en Siria.

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Sin descanso, los rescatistas avanzan en su carrera contrarreloj para salvar a quienes siguen atrapados bajo toneladas de concreto por el terremoto en Siria, que ya cuenta entre las víctimas fatales a 2.662. Los niños que encuentran entre las ruinas son la esperanza que les da a ellos la energía para continuar.

Es el caso de un bebé de meses, que lograron sacar con vida. Uno de sus salvadores no pudo contener la emoción y besó su frente antes de entregárselo a otro de sus compañeros para que le brindaran atención.

También está la historia de Jana, a quien sacaron de lo que quedó de su casa en la localidad de Jenderes, al norte de Alepo.

Después de varias horas, un rescatista tomaba la mano de la niña de unos 12 años, que tenía una herida visible en la cabeza.

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Los Cascos Blancos hacen pequeñas aperturas en los edificios derruidos y uno de ellos, recubierto de polvo, grita para saber si hay sobrevivientes. Una voz responde y enseguida le pregunta que lo guíe para poder llegar hasta él.

Muerte en Siria


Pero en medio del regocijo de hallar sobrevivientes, los habitantes de la ciudad siria de Alepo, devastada por años de guerra, se apresuran ahora en enterrar a sus muertos.

Cerca de las ruinas, Oum Ibrahim reza un rosario y se va secando los ojos con un pañuelo. Varios familiares esperan a su lado.

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"Espero que los rescatistas saquen a mis hijos enterrados bajo tierra. Son siete. Confío en Dios", dice la mujer, de 56 años.

Cuando el sismo sacudió la ciudad la madrugada del lunes, se apresuró en llegar a la zona. "Desde entonces no bebí ni comí nada. ¿Cómo podría si mis hijos tienen hambre bajo tierra?", se pregunta entre llantos.

Mahmoud Ali también llegó poco después de que se derrumbara el edificio, cuando aún era de noche. Pierde paciencia ante la lentitud de los rescates.

"Mi familia no tuvo tiempo de salir del inmueble. Están bajo los escombros", asegura. "Escuché sus teléfonos sonar cuando los llamé y después ya nada, seguramente ya no tienen batería (...)", señala. "Espero que aguanten hasta que llegue la excavadora", añade.

Tumbas


A su lado está Oum Mohammad, una mujer con los hombros recubiertos por una bufanda de lana. También espera ansiosa para saber si su hermana y sus cuatro hijos siguen vivos.

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"No tuvieron tiempo de salir, igual están bloqueados en las escaleras", dice, después de haber dormido en la calle.

"El sismo es más difícil que la guerra. Durante la guerra cae el proyectil y se acabó. Pero ahora, no sabemos nada (...)"

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Bustan al-Qasr aún lleva las cicatrices de la guerra. El barrio se encontraba en medio de los combates cuando Alepo aún estaba dividido en dos.

Por un lado, estaban las zonas controladas por los rebeldes, por el otro las del ejército. En diciembre de 2016, las fuerzas gubernamentales tomaron el control de la ciudad.

Comercios y restaurantes permanecen cerrados en esta devastada ciudad. Muchos habitantes, que pasaron la noche en parques, conventos o coches pese a temperaturas gélidas, regresaron ahora a casa.

Numerosos edificios de Alepo, situada en el norte de Siria a menos de 60 km de Turquía, se derrumbaron tras el sismo.

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La ciudad vieja, incluida en la lista de patrimonio mundial en peligro de la Unesco, quedó muy dañada, al igual que su famosa ciudadela, que domina la localidad.

En uno de los cementerios, los sepultureros preparaban las tumbas de las víctimas. Camionetas - incluso la de un vendedor de helado, a falta de ambulancias- trasladan los cuerpos recuperados de entre los escombros.

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Las víctimas son enterradas a toda prisa.

Un grupo de hombres de una misma familia llega con seis cuerpos en bolsas de plástico blanco. Los colocan en el suelo, uno al lado del otro. Realizan una oración antes de enterrarlos. Sigue otro grupo, esta vez con once cuerpos. Todos pertenecen a una misma familia.

Al responsable del cementerio le piden guardar un lugar para un cuerpo más. Aún no ha sido retirado de entre los escombros.

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