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Cliven Bundy, el ranchero que puso en jaque al Gobierno federal de EE. UU.

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El ranchero Cliven Bundy lleva 20 años desafiando al Gobierno de EE.UU. al no pagar ni un solo centavo por que sus reses pasten en tierras federales, una postura soberanista en favor del estado de Nevada por la que se ha convertido en el último de los héroes ultraconservadores del país. O casi.

Pese a más de dos décadas de tiras y aflojas con las autoridades federales sobre el pago de sus derechos de pastoreo, la polémica no se desató hasta que el pasado 5 de abril el Gobierno empezó a incautar las cabezas de ganado de Bundy en las tierras donde pastaban gratis desde el siglo pasado, con presencia incluso de agentes armados.

Las autoridades se hicieron con un centenar de animales en pocos días y precintaron los terrenos, propiedad del Gobierno, mientras que uno de los hijos del ranchero, David Bundy, fue arrestado por negarse a abandonar las tierras federales que estaban temporalmente clausuradas.

"Tienen mi ganado y ahora tienen a uno de mis muchachos. La Guerra del Rancho comienza mañana", escribió aquella noche el ranchero en la página web de su predio.

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Cientos de manifestantes, algunos de los cuales eran miembros de milicias armadas, se reunieron en apoyo a Bundy, y ante las perspectivas de posibles episodios de violencia y del aumento de las tensiones, el Gobierno dio marcha atrás y devolvió el ganado.

La épica del enfrentamiento contra los estamentos federales creó alrededor del ranchero un aura heroica a la que muchos empezaron a engancharse, incluidos ciertos congresistas republicanos del ala más conservadora del partido que aprovecharon su discurso antifederalista apoyado por sus bases.

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Ante la polémica suscitada, el senador demócrata por Nevada y líder de la mayoría en la cámara alta, Harry Reid, salió al paso de los últimos acontecimientos con duras afirmaciones.

"Aquellas personas que se tienen a sí mismos como patriotas no lo son. No son nada más que terroristas domésticos", dijo Reid.

"Tenían rifles de francotirador en la autopista. Tenían armas de asalto. Tenían armas automáticas", agregó el senador en referencia a los partidarios de Bundy, quien afirma que el Gobierno de Estados Unidos es un gobierno extranjero.

Bundy ganó el enfrentamiento sobre sus tierras de pasto, pero no dejó de hablar ante los medios ni ante los seguidores que se le iban sumando, y fue entonces cuando empezó su declive.

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En una de esas intervenciones el fin de semana pasado, el ranchero comentó el desarrollo de un proyecto de vivienda pública en el norte de Las Vegas, donde según dijo vio "por lo menos a una media docena personas (negras) sentadas en el porche, que no tenían nada que hacer porque básicamente están subsidiadas por el gobierno"

"Y me he preguntado a menudo, ¿están mejor como esclavos, recogiendo algodón y teniendo una vida familiar y haciendo cosas, o están mejor bajo el subsidio del gobierno? No consiguieron más libertad. Tienen menos libertad", remachó impasible el ranchero devolviendo a los afroamericanos a los tiempos de la esclavitud.

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Las declaraciones racistas, publicadas primero por el diario New York Times, se volvieron virales en las redes sociales y los medios de comunicación, y aquellas voces del partido que una vez le apoyaron por su lucha "antifederalista", fueron dejándole solo.

El senador por Kentucky, Rand Paul, uno de los posibles candidatos a la presidencia por el Partido Republicano en las elecciones de 2016, fue uno de los que se apartó de este "casi héroe conservador".

"Las declaraciones sobre la raza (de Bundy) son ofensivas y estoy completamente en desacuerdo con él", aseguró Paul en un comunicado inmediatamente después de desatarse el escándalo, al igual que el senador por Nevada Dean Heller, cuyo portavoz aseguró que el legislador condenaba sus declaraciones "de la manera más profunda".

Y es que en apenas unas semanas, este ranchero de 67 años, piel blanca y ojos azules ha pasado de ser un icono ultraconservador con un ejército en las calles, a una voz aislada por sus comentarios racistas.

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Pero él, a diferencia de los congresistas republicanos, sigue en sus trece.

"Tal vez tenga que pedir perdón, y tal vez no sé lo que dije realmente, pero cuando se habla de prejuicios, estamos hablando de no poder hacer lo que pensamos", explicó tras su desolación pública a la cadena CNN.

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"Si al llamar negro o esclavo a un niño negro esas personas se ofenden, es que Martin Luther King aún no hizo su trabajo", reiteró.

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