Llegó hace un mes a Francia para practicar ya que no conocía la nieve, pero lo deportaron porque no le creyeron que era deportista. Su inexperiencia se notó por tropezones y caídas, y por cruzar de último en una competencia.
Adrián Solano fue blanco de críticas por su actuación en el campeonato de esquí nórdico, en donde arribó de últimas. Lo que no sabían sus detractores, era que solo había podido desempeñarse en asfalto hirviente.
La falta de competencia en nieve le pasó factura por no haber podido ensayar. Por tener 28 euros en el bolsillo y venir de un país en crisis, pusieron en duda que sus intenciones fueran las de un deportista.
Sin embargo no se detuvo. Consiguió dinero para comprar el tiquete a Finlandia y llegó un día antes para presentar la competencia, cuyo resultado no fue el más vistoso pero sí el más valorado por su constancia.
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Por su parte, el gobierno de Venezuela se quejó por el trato al esquiador y exigió respuestas de Francia.
Los medios del mundo entero compararon a Adrian Solano con Eric Moussambani, el nadador de Guinea Ecuatorial que represento a su país en las Olimpiadas sin haber visto antes una piscina de más de 25 metros.
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