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El papa manda a católicos chismosos a morderse la lengua

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En su tradicional audiencia de los miércoles, el papa realizó su recorrido en papamóvil durante 45 minutos entre unos 40 mil peregrinos y fieles que aclamaban su presencia en la Plaza de San Pedro y pasaban a sus pequeños al pontífice para que los besara y bendijera.
En su discurso, se refirió al vicio de los chismorreos dentro de la Iglesia.
"Antes de chismorrear un cristiano debe morderse la lengua" y ello "le hará bien porque la lengua se hincha y no podrá hablar, ni chismorrear" al hablar, sentenció.
Asimismo, amonestó a aquellos que "privatizan la Iglesia para la propia nación, para sus amigos" o intereses.
"Es triste -dijo- encontrar una Iglesia privatizada por este egoísmo y por esta falta de fe".
El papa latinoamericano invitó a los fieles a preguntarse una cuestión: "'¿Cuánto siento que muchos cristianos en el mundo sufran, soy indiferente o es como si sufriese una de la familia?'".
"Es importante -concluyó- mirar fuera del propio recinto, sentirse Iglesia, unidad, familia de Dios".
En este sentido, el papa Francisco citó de la carta de San Pablo a los Efesios en la que el apóstol considera que "humildad, mansedumbre, paciencia, amor" como verdaderos caminos para preservar la unidad.
Aseveró que la Iglesia es una, aunque compuesta por "casi 3.000 diócesis en todos los continentes" representados por "muchas lenguas, culturas y rostros".
Subrayó que "no hay una Iglesia de los europeos, una de los asiáticos, una de los africanos o de los americanos", señalando a varios obispos de distintos continentes que estaban presentes en el estrado de la plaza.
"Los pilares que sostienen a la Iglesia y la mantienen unida" aseveró Jorge Mario Begoglio son los del catecismo: "una sola fe, una sola vida sacramental, una única sucesión apostólica, una esperanza común y la misma caridad".
Estos son para el papa "los pilares que sujetan juntos y apoyan al único gran edificio de la Iglesia, incluso a la parroquia más pequeña en el último rincón de la tierra": en esto, sostuvo, "estamos entre hermanos, y esto es un regalo, la Iglesia es un gran regalo para todos".
"La Iglesia es la misma en todas partes -insistió-, se puede estar muy lejos, esparcidos por todo el mundo, pero los lazos profundos se mantienen firmes cualquiera que sea la distancia".
A este respecto el papa recordó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebró en julio en Río de Janeiro, con la mayor concentración de jóvenes en la playa de Copacabana, "hablaban muchos idiomas, se podía ver los rasgos diferentes entre sí, se encontraron diferentes culturas y además había una profunda unidad entre ellos y se sentía".
Ciudad del Vaticano

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