Este brasilero cumple todos los días una cita con la muerte en la golpeada Manaos

“He enterrado entre ocho y nueve personas al día”, asegura este hombre de 49 años de edad.

Él hace parte de un programa social que presta servicios funerales a las familias menos favorecidas de Manaos, en la Amazonía brasileña, uno de los territorios más afectados por el COVID-19.

“La gente lo necesita, las personas que no pueden comprar un pedazo de tierra para enterrar a sus seres queridos", dice.

Un trabajo de por sí difícil que, para él, va más allá de recoger cuerpos.

"Tengo que dar una palabra de consuelo a las familias, en ese momento de desesperación. Todos lo están, iban gritando: no te lleves a mi mamá, a mi papá, debemos mantenernos en silencio porque sabemos que duele", recuerda.

En las noches, Izaias cambia su uniforme de la mañana por el traje de pastor de la iglesia que lidera, una misión que inició hace cuatro años atrás.

“Hablé con Dios, él me dijo: ve, obedece, donde te pondré, cuidarás de mis hijos que están buscando alivio, una palabra amable", indica el religioso.

Sermones y alabanzas con los que siembra esperanza en sus feligreses y alivia el dolor de la partida de sus seres queridos.