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Ingenieros que hicieron posible el programa Apolo 11 recuerdan aquella epopeya

Ingenieros que hicieron posible el programa Apolo 11 recuerdan aquella epopeya

Richard Hoffman y Gary Hayward fueron parte de las cerca de 400 mil personas que hicieron posible que el hombre llegara a la Luna.
Hacer realidad el sueño de miles y lograr uno de los momentos más significativos en la historia de la humanidad, fue posible gracias al conocimiento, destreza y dedicación de alrededor de 400 mil personas que trabajaron en los proyectos de la NASA.
Pasaron largas jornadas laborales con el único objetivo de llevar al hombre hasta la Luna y cumplir así el anhelo de la humanidad.
“Yo era un joven ingeniero recién salido de la universidad, disfruté totalmente mis más de 9 años trabajando en el módulo lunar y estuve involucrado en todo”, explica Richard Hoffman, ingeniero que trabajo en el proyecto Apolo.
“Estaba involucrado como metalúrgico. Revisábamos que todas las partes que fueron diseñadas y fabricadas para este proyecto. Fue único en la vida, elegimos los metales que se usarían, cómo se soldarían, cómo se juntarían y probarían. Trabajamos en los motores del cohete, el tanque propulsor, todos los recipientes a presión más la estructura en sí misma”, explica Richard.
El ingeniero asegura que revivir el momento del lanzamiento, alunizaje y regreso a la Tierra no se compara con ninguna otra alegría.
“3...2…1, tenemos un despegue”: hace 50 años el Apolo 11 se lanzó hacia la conquista de la Luna
“Fue un momento emocionante. Y como trabajé en el motor y las estructuras, cuando despegó de la Luna, encendí un paquete de voladores y los puse en el patio del apartamento en el que vivía. Fue un momento emocionante, porque mis luchas terminaron. Sabía que todas las partes en las que había trabajado funcionaban y no podía haber sido más feliz”, relata.
Algo parecido experimentó el ingeniero eléctrico Gary Hayward, quien a comienzos de los 60 trabajó en el programa Gemini, o Géminis en español, que fue el segundo programa espacial tripulado y que abrió el camino para el desarrollo de la misión Apolo.
“Mi trabajo era integrar el control de navegación con el control de la nave espacial, para que todas las cajas negras y los subsistemas trabajaran juntos y enviaran correctamente las señales del sensor. Así que pasé algunos años haciendo eso y después de eso vine para los lanzamientos como soporte de lanzamiento”, relata Hayward.
Gary se siente agradecido de haber podido vivir esos momentos y haber hecho parte de la historia. Asegura que fue la gran aventura del siglo y que espera que muy pronto se repita, y el hombre conquiste otros mundos.
“Me gustaría ir a Marte y espero que lo hagan. Desearía ser más joven. Me gustaría estar vivo el tiempo suficiente para verlo, pero por lo menos espero que mis hijos y mis nietos lo hagan. Creo que fue una gran hazaña y estoy muy contento de estar asociado con eso”, dice.
Recorriendo los pasillos del museo espacial de Titusville, Richard y Gary coinciden en que llegar a la Luna con herramientas que hoy son obsoletas fue un desafío monumental, pues hoy hay más tecnología en un teléfono celular que la que existía en la época.

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