Advertisement

Advertisement

Advertisement

Advertisement

Push Noticias Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
Ahora no
Activar

Advertisement

Festival de Woodstock jamás se hizo en Woodstock, pero eso no opaca la magia de dicha ciudad

woodstock_1.jpg

Todos los años llegan en peregrinación turistas que equivocadamente buscan el lugar del la celebración, dice un historiador local.
"Nos gusta creer que el espíritu que dio nacimiento al festival comenzó aquí mismo", dice Heppner, historiador local de Woodstock de 67 años.
Los organizadores del festival original lo tenían en mente como sede del evento, pero por razones de espacio y permisos de las autoridades se vieron obligados a buscar otro lugar. De todos modos, decidieron mantener el nombre en el cartel.
Ese detalle no ha impedido a esta pequeña localidad capitalizar la fama y el significado que conserva el nombre desde entonces.
"El nombre sigue albergando la magia", dice durante una conversación en la sociedad histórica local. "Nuestro nombre está ligado a una generación".

Un legado artístico

Según Heppner y otros residentes de larga data, los vínculos de la ciudad con el arte y los ideales antiautoritarios vienen de mucho antes, aproximadamente desde principios del siglo XX.
Todo comenzó en la imaginación de la artista estadounidense Jane Byrd McCall Whitehead y quien sería su esposo, Ralph Radcliffe Whitehead, y que en 1903 abrieron la colonia artística Byrdcliffe, que se mantiene en actividad, en las montañas cercanas al pueblo.
"Esta es una ciudad que es generada por ese tipo de espíritu artístico", dice Derin Tanyol, directora de exhibiciones y programas en el Woodstock Byrdcliffe Guild, institución nacida de la unión entre la colonia artística y el gremio local de artesanos.
"Realmente [Woodstock] se ha ganado el título de colonia de artistas", dice Tanyol en el predio de Byrdcliffe, donde se desarrolla una muestra de arte psicodélico titulada "Psych Out!!!".
Alan Baer, un arquitecto de 69 años que es el curador de la muestra, llegó a Woodstock hace tres décadas con su esposa, una artista, atraídos por la energía de la zona.
"Hay tanta historia aquí", dice. "El trabajo es independiente de esa historia, pero lo llevas en tus genes, definitivamente lo sientes".
Un turista que llegue a Woodstock hoy puede cenar en un restaurante de categoría que solo ofrece productos de origen sustentable y después comprarse una camiseta teñida a mano de los Grateful Dead, o algún recuerdo hippie en una de las tiendas del centro que viven de los visitantes.
"Desde luego que contamos con que el festival musical de Woodstock traiga a la gente hasta aquí, incluso si después tienen que ir a otro lugar", dice Tanyol entre risas.
Pero más allá de la graciosa confusión, la reputación de Woodstock atrae cada vez más a neoyorquinos adinerados que buscan algo más que aire fresco.
Esa oleada ha provocado un aumento de los precios de los inmuebles y una reducción notoria de los artistas residentes que pueden mantenerse en el lugar.
Según Tanyol, esta situación no es nueva. "Lo que realmente define cultural y económicamente a esta ciudad son dos clases muy diferentes, el artista hambriento y el neoyorquino acaudalado que tiene aquí su segunda casa".
"Los artistas necesitan a los ricos para sostener a las organizaciones que permiten a los artistas tener lugares donde mostrar su trabajo, y los ricos necesitan el arte".

“Lugar mágico”

Los lugareños han notado en los últimos meses un aumento de los visitantes que llegan en busca del aura de Woodstock.
Pero el flujo constante de dinero y gente puede estar atentando contra el espíritu contracultural de la ciudad, según Heppner.
"¿Hemos perdido el verdadero significado de Woodstock? Hay gente que dice que sí, que lo hemos perdido", afirma.
Pero para Baer, el arquitecto, el área es un "lugar mágico, cargado", y él cree que será así por mucho tiempo.

  • Advertisement