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Marc Ouellet, el papable más cercano a Colombia

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Ser papa "sería una pesadilla". Eso le dijo a un periodista, hace ya algunos años, el entonces monseñor Marc Ouellet, el hombre que podría convertirse en el próximo representante de Dios en la Tierra.
Y lo dijo porque, sensato y crítico como es, sabe de la gran responsabilidad -o el peso- que significa ocupar el Trono de San Pedro, el mismo del que se bajó recientemente, agotado física y mentalmente, el ahora papa emérito, Joseph Ratzinger.
De Ouellet podría contarse lo que se cuenta de cualquier obispo de la alta jerarquía católica: que es un intelectual, un conservador, un profesor. Pero este canadiense, con cara de bonachón, pero fama de exigente, es más que eso.
Hijo de un director de escuela y con ocho hermanos, nació el 8 de junio de 1944 en Lamotte, Canadá. Se ordenó sacerdote en 1968 y obtuvo el grado de Licenciado en Teología y Filosofía en 1974, así como como un doctorado en Teología Dogmática en 1983, este última en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Uno de sus puntos a favor, que lo hace diferente, al menos ante los ojos de América Latina, la región del mundo con más católicos, es el que haya pasado más de diez años siendo rector y profesor de diferentes seminarios en Colombia, especialmente en Manizales, la capital de Caldas.
Escaló rápido y muy alto en la Iglesia. Fue obispo titular de Agropoli, secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y arzobispo de Québec. El papa Juan Pablo II lo nombró obispo el 19 de marzo de 2001 y cardenal un año más tarde, el 15 de noviembre de 2002.
Sonó como sucesor de Juan Pablo II, pero entonces se dijo que era muy joven. No obstante, siguió creciendo al interior de la curia romana y mayoritariamente europea, al punto de que el 30 de junio de 2010 el papa Benedicto XVI lo designó prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
El gran desafío de la Iglesia católica en la actualidad, reconoció hace unos días, es la globalización de las comunicaciones. "Ha creado un mundo nuevo, un mundo digital y debemos ver cómo nos insertamos en este mundo, cómo lo ponemos al servicio del Evangelio", afirmó Ouellet, quien tiene, por supuesto, cuenta en Facebook.
No se ha salvado, sin embargo, de las polémicas. Se le cuestiona, y muy fuerte en Quebec, por sus posturas conservadoras en una sociedad cada vez más liberal y moderna, por oponerse a, por ejemplo, el aborto -incluso en caso de violación- y el matrimonio homosexual.
Pero más allá de eso, hay una cruz que puede pesarle demasiado: la Red de Supervivientes de Personas que sufrieron Abusos por Sacerdotes (SNAP) lo incluye dentro de la lista de doce cardenales que no deberían ser papas porque, según las víctimas de violación, no afrontaron con suficiente rigor los casos de clérigos pederastas.
Muchos se preguntan si este hombre, al que le gusta nadar y jugar hockey, que habla francés -su lengua materna-, inglés, español, portugués, italiano y alemán, es el indicado para manejar los destinos de una institución golpeada por los escándalos de pederastia, la corrupción en sus altas esferas y el desencanto de muchos fieles que creen que Dios no necesita vicarios.

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