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“Nadie se salva solo”: vea aquí las más impactantes frases del papa Francisco sobre el coronavirus

“Nadie se salva solo”: vea aquí las más impactantes frases del papa Francisco ante el coronavirus

Pidió no seguir viviendo con la idea de “mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”. Lo hizo al impartir la bendición Urbi et Orbi en una plaza de San Pedro vacía.

El papa Francisco celebró, en un hecho inédito, una ceremonia en la que otorgó indulgencia en medio del confinamiento que vive la humanidad.

Estas fueron las frases con las que llamó la atención del mundo, envió un mensaje de esperanza y agradeció por la labor de “personas corrientes, comúnmente olvidadas” en la lucha contra el COVID-19:

  • Desde hace unas semanas parece que todo se ha oscurecido, densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades.
  • Se siente en el aire, en los gestos, lo dicen las miradas (…) Nos encontramos asustados y perdidos.
  • El papa comparó la pandemia del coronavirus con “una tormenta inesperada y furiosa, nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo importantes y necesarios. Todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca estamos todos”.
  • No podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino todos juntos.
  • La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, proyectos y prioridades.
  • Con la tempestad se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que nos disfrazábamos, nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar y dejó una vez más al descubierto esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni siquiera evadirnos, esa pertenencia de hermanos.
  • Hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo, codiciosos de ganancias nos hemos dejado absorber por lo material y transformar por la prisa, no nos hemos detenido ante tus llamadas.
  • No nos hemos despertado ante guerras e injusticias planetarias, no hemos escuchado el grito de los pobres y nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo.
  • Mientras estamos en mares agitados, te pedimos, despierta Señor.
  • No es el momento de tu juicio sino de nuestro juicio. Tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo necesario de lo que no es.
  • Hemos encontrado compañeros de viaje ejemplares, que ante el miedo han reaccionado dando la propia vida.
  • Nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes, corrientemente olvidadas que no aparecen en portadas de diarios y de revistas ni en las grandes pasarelas del último show.
  • Sin lugar a dudas están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia. Médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos de los supermercados, cuidadores, limpiadores, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo.
  • Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad.
  • Cuántos padres, abuelos, abuelas, docentes, muestran a los niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar una crisis readaptando hábitos.
  • No somos autosuficientes, solos nos hundimos, necesitamos al Señor.
  • Hay que convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo.
  • No apaguemos la llama humeante que nunca enferma y dejemos que reavive la esperanza.
  • Hay que crear espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, fraternidad y solidaridad.
  • Señor bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones.
  • Sabemos que tú nos cuidas.
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