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“Ninguna pared es tan alta para no franquearse”: Merkel en celebración de caída del muro de Berlín

“Ninguna pared es tan alta para no franquearse”: Merkel en celebración de caída del muro de Berlín

El trigésimo aniversario del histórico momento se vivió en medio de la división entre los antiguos aliados de la Guerra Fría. Los berlineses festejaron.

La libertad y la democracia europeas deben ser defendidas siempre, pidió el sábado la canciller alemana Angela Merkel en el 30º aniversario de la caída del Muro de Berlín que se celebra en un ambiente de discordia entre los aliados de la época de la Guerra Fría.

"Los valores fundadores de Europa (...) deben ser siempre defendidos. En el futuro hay que comprometerse con la democracia, la libertad, los derechos humanos y la tolerancia", dijo en la Capilla de la Reconciliación, uno de los lugares históricos y emblemáticos de Berlín, que representa la división que vivió la ciudad tras la edificación del muro.

"El Muro de Berlín pertenece a la historia y nos enseña que ningún muro que deja fuera a la gente y restringe la libertad es tan alto o tan largo que no pueda franquearse", agregó la canciller, oriunda del este alemán, que inició su carrera política tras la caida de la Cortina de Hierro.

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Merkel depositó una rosa en el lugar donde se alzó el muro, acompañada por los presidentes de Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia, países que se prepararon durante mucho tiempo para la caída del muro y que son a menudo acusados de no respetar plenamente las reglas del Estado de derecho.

Este aniversario está marcado por una falta de entusiasmo general y por las divisiones.

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En la memoria quedan la celebración de hace diez años, cuando líderes de todo el mundo, incluidas las cuatro fuerzas aliadas de la Segunda Guerra Mundial, se dieron cita ante la Puerta de Brandeburgo en Berlín para derribar un falso muro erigido para la conmemoración de los 20 años del fin de la Cortina de Hierro.

El mensaje en aquel momento fue claro: las murallas y las divisiones son cosas del pasado. Diez años después, el ambiente es diferente.

El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, dejó Alemania el viernes por la noche después de dos días de visita y el presidente francés Emmanuel Macron llegará a Berlín el domingo por la noche para una cena con la canciller Angela Merkel y el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier.

Antiguos aliados divididos

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Esta semana, el presidente francés echó leña al fuego diciendo que la OTAN estaba en un estado de "muerte cerebral" y lamentando la falta de coordinación entre Estados Unidos, los socios de la OTAN y Turquía, miembro de la alianza, que lanzó recientemente una ofensiva militar en el norte de Siria.

Merkel abandonó el tono diplomático al que ha acostumbrado a la opinión pública diciendo que no compartía esta visión "radical" y estos "juicios de valor inoportunos" de Macron.

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A las divisiones que se sienten entre los aliados del fin de la Guerra Fría se suma un ambiente geopolítico enrarecido.

En Berlín, Pompeo instó a los países occidentales a "defender lo que tan duramente se conquistó en 1989" y a "tomar conciencia de que se vive una carrera de defensa de los valores contra las naciones no libres", señalando a China y Rusia.

La presidenta electa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tampoco se quedó atrás al pedir que se observe con atención a Pekín y Moscú. La dirigente admitió que en 1989 hubo una cierta ingenuidad, cuando el mundo creyó a pies juntillas que la "victoria de las democracias liberales no podría detenerse".

Un momento de felicidad

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Pese a este contexto sombrío, los berlineses celebrarán la caída del Muro que dividió su ciudad durante más de 28 años. Su derrumbe, la noche del 9 de noviembre de 1989, se desarrolló de forma pacífica y las imágenes de perfectos desconocidos del este y el oeste abrazándose dieron la vuelta al mundo.

"Fue un momento de felicidad", resumió recientemente Merkel.

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"Es algo que no se olvida nunca. Una locura. El Muro era como una fortaleza poderosa y de repente se derrumbó", recordaba Thomas Wendt, de 67 años, ciudadano de Berlín-Este que pasó aquella noche histórica en el oeste.

El sábado por la noche, el presidente de la República Frank-Walter Steinmeier, se dirigirá a la multitud desde la célebre puerta de Brandeburgo.

Desde el punto de vista de la política interior, Alemania tampoco muestra el entusiasmo que se respiraba hace 30 años.

Merkel reconoció que "llevaría medio siglo o más" concluir de facto una reunificación alemana que parece existir únicamente en el papel.

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Las fisuras políticas y económicas entre el este y el occidente, más rico, siguen estando omnipresentes y se dejan sentir por ejemplo con el avance en el oriente de la extrema derecha representada por la formación Alternativa por Alemania (AFD).

"Las tendencias nacionalistas y proteccionistas ganan terreno en todo el mundo hoy en día", admitió Merkel el viernes.

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El discurso antisistema y contrario a las élites económicas y de poder cala hondo en el este, donde muchas personas sienten que son tratados como ciudadanos de segunda categoría.

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