Lucy Dawson, una británica de 27 años, empezó a experimentar cambios de personalidad mientras terminaba sus estudios de criminología en la Universidad de Leicester, cuando tenía 20.
“En el transcurso de una semana mi comportamiento dio un giro completo. Pasé de ser jovial, animada y social a estar completamente deprimida y llorar todo el tiempo”, contó al medio BBC.
Sus compañeras de habitación empezaron a preocuparse cuando, durante una noche, Lucy comenzó a gritar. Por ello, la llevaron a un hospital.
Los doctores indicaron que el episodio se debió a que Lucy padecía ataques de pánico causados por el estrés, por lo que solo le recomendaron practicar ejercicios de respiración y la enviaron a casa.
“Me balanceaba hacia delante y hacia atrás, tenía las pupilas completamente dilatadas y había destrozado mi habitación. Solo tengo vagos recuerdos e imágenes borrosas de este período”, contó.
Su familia creía que la joven había consumido sustancias psicoactivas, pero sus compañeras de piso lo negaron. Tal era su comportamiento que los padres de la joven la subieron a un carro para llevarla nuevamente al centro médico.
Los padres informaron que su hija padecía un colapso mental y que, por ello, debían internarla en un centro donde la trataran.
Al ver las actitudes de Lucy y escuchar el testimonio de los padres, los médicos la internaron en un pabellón psiquiátrico durante tres meses.
Su estado empeoró rápidamente, tanto así que empezó a tener alucinaciones. “Luego, algunas partes de mi cuerpo y mi cerebro empezaron a apagarse”, dijo.
Los doctores la sometieron a una terapia electroconvulsiva o de electrochoque porque, según su diagnóstico, si no lo hacían, ella moriría.
Recibió tres rondas de este tratamiento y, según contó, hizo que su “cerebro se reiniciara de algún modo” y creyó que se “detuvo el avance de la enfermedad”.
Pero no fue así, esa noche volvió a tener un ataque y se cayó de la cama sobre un tubo de radiador que estaba muy caliente, lo cual afectó su pierna izquierda. Tuvo que aprender a caminar y hablar de nuevo.
Luego de salir del centro psiquiátrico, los doctores descubrieron que la joven no había padecido un colapso mental, sino encefalitis, una rara y grave inflamación en el cerebro.
Entre los síntomas que padeció estaba la desorientación, confusión, cambios de personalidad y de comportamiento, pérdida de la conciencia y dificultad para hablar.
Compartió su historia en redes sociales para que así otra persona evite un mal diagnóstico. Luego de este oscuro episodio de su vida, se convirtió en modelo e influenciadora.
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