Una cárcel en el norte de
La prisión de Tsukigata rechazó los anteojos porque "daban un aura amenazante" al hombre que corría el riesgo de "intimidar e invitar a la burla de" otros prisioneros, dijo la asociación citando a la prisión.
El estilo de las gafas en cuestión "podría tener una mala influencia en su vida en prisión, al desencadenar un comportamiento indisciplinado como peleas y acoso", dijo.
Un funcionario penitenciario defendió la medida cuando fue contactado por AFP.
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"Creemos que no hay nada ilegal o injusto en la forma en que manejamos la situación", afirmó el miembro del personal, que se negó a ser identificado debido a la política interna de la cárcel.
El prisionero, un hombre de unos 40 años que ya fue liberado, vivió sin anteojos durante meses mientras estaba encarcelado por una infracción de las leyes de tránsito, dijo la advertencia oficial de los abogados, presentada en junio.
Su vista era tan mala que terminó "chocando con otros reclusos" y sufriendo "ataques de fuertes dolores de cabeza", denunciaron.
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La vicepresidenta del Colegio de Abogados de Sapporo, Ayako Ito, dijo que, para las personas con visión limitada, las gafas pueden ser equivalentes a "una parte del cuerpo".
"Por ejemplo, los presos tienen derecho a pasar el día leyendo, pero la privación de anteojos dificulta ese acto, lo que viola sus derechos a mantener un nivel mínimo de vida culta", como lo garantiza la constitución japonesa, señaló.
Ito manifestó que era solo el último caso de una prisión en Japón que niega a los reclusos el acceso a anteojos por varias razones.
La prisión de Tsukigata también fue denunciada por el colegio de abogados en 2020 después de que rechazó la solicitud de otro preso de usar sus propias gafas Bvlgari, que consideró "demasiado ostentosas".
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Las reglas estrictas en las prisiones japonesas han sido desafiadas antes.
En octubre, un preso condenado a muerte en la región de Fukuoka, en el sur de Japón, habría demandado al estado para recuperar su derecho a utilizar lápices de colores para dibujar.
Ese preso vio el arte como una forma de expresar su remordimiento, pero un cambio de regla el año pasado por parte del Ministerio de Justicia llevó a que se prohibieran los lápices de colores en los centros de detención.