Sonriente y bajo la mirada de una estatua del papa Juan Pablo II, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se acogió nuevamente a Dios luego de su visita horas antes a la iglesia Saint Johns, en donde tuvo una sesión de fotos con la biblia en la mano.
Todo esto, en medio de las protestas en varios estados y después de justificar la militarización en los focos donde se concentran los disturbios por la muerte del afroamericano George Floyd a manos del policía Derek Chauvin.
La combinación de Trump, entre religión y poder, le ha merecido críticas de todos los sectores, empezando por el religioso a través de la arquidiócesis de Washington.
El arzobispo Wilton Gregory hizo estas declaraciones: "El papa Juan Pablo II fue un ferviente defensor de los derechos y la dignidad de los seres humanos. Su legado es un claro testimonio de esa verdad. Ciertamente no toleraría el uso de gases lacrimógenos y otros elementos disuasivos para silenciar, esparcir o intimidar".
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A esta opinión se sumó el obispo de la ciudad: "…sosteniendo una biblia, como para condonar espiritualmente un mensaje y una postura que es antitética a las enseñanzas de Jesús ".
Joe Biden, candidato presidencial demócrata, le recomendó que “además de la Biblia debería abrir también la Constitución de vez en cuando”.
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El despliegue de poder militar hecho por Trump en la capital, que dejó una noche de tensión con más de 300 manifestantes arrestados y barrios sitiados por la guardia nacional, y que quiere reproducir en todo el país a través de una ley de insurrección de más de 200 años, es visto como una estrategia que podría ayudarle en la reelección si le sale bien.
Entre tanto, los anillos de seguridad en torno a la Casa Blanca se han ampliado. El toque de queda vuelve a implementarse a partir de las 7 de la noche.
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