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"Silencio": así buscan rescatistas a sobrevivientes de terremoto en Turquía que siguen enterrados

Sin dormir, agotados física y moralmente, los rescatistas suelen descubrir escenas dolorosas bajo los escombros, como familias enteras muertas, pero también hay esperanza cuando hallan a alguien con vida.

"Silencio": así buscan rescatistas a sobrevivientes de terremoto en Turquía que siguen enterrados

"¡Silencio, por favor!", suplican los rescatistas a las angustiadas familias acurrucadas alrededor de un edificio derrumbado en el que vivían sus seres queridos hasta que el terremoto en Turquía mató a miles y volcó millones de vidas.

"Podemos escuchar una voz debajo de los escombros", dicen.

Las familias se congelan y se animan con entusiasmo ante la posibilidad de que alguien sea rescatado cuando se cumplen casi dos días de la catástrofe.

Pero luego comienza una espera larga, agonizante y potencialmente infructuosa.

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Las autoridades estiman que 13,5 millones de personas en Turquía se han visto directamente afectadas por el temblor más poderoso del país propenso a los seísmos en casi un siglo.

Pero un número incalculable todavía está enterrado bajo los escombros de miles de torres de apartamentos, muchas construidas recientemente, que se han derrumbado por la sacudida previa al amanecer y sus réplicas aparentemente incesantes.

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Un sofá beige, una manta y algunas ollas traicionan la vida de los enterrados bajo los escombros de un complejo de apartamentos de 11 pisos en Diyarbakir.

Ahora no es más que polvo y ruinas. Casi inexplicablemente, varios edificios se alzan junto a él con poco o ningún daño.

La Policía turca tomó muestras de las columnas del edificio derrumbado para una mayor investigación. Las denuncias de violaciones flagrantes del código de construcción son rampantes en Turquía.

"Dos de nuestros parientes murieron y tres quedaron atrapados", dice Remziye Tekin, de 60 años, quien se ha quedado en este lugar esperando buenas noticias desde que ocurrió el desastre.

"Todo se convirtió en polvo"


Veinte edificios resultaron dañados por el terremoto en Diyarbakir, una ciudad mayoritariamente kurda que ha sufrido oleadas de violencia mortal entre militantes y fuerzas gubernamentales turcas. Siete de ellos se han derrumbado por completo, creando enormes brechas en las calles bordeadas de torres de apartamentos.

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Sin dormir, agotados física y moralmente, los rescatistas suelen descubrir escenas aterradoras bajo todos esos escombros.

En un sitio encontraron los cuerpos de toda una familia: madre, padre y dos hijos.

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Los padres parecían estar tratando de proteger a los niños con sus cuerpos cuando se encontraron sus restos, dijeron testigos.

Baver Tanrikut, de 30 años, se estremece al pensar en lo que les sucedió a su madre y su hermana.

Los escuchó siguiéndolo por la puerta cuando todos se despertaron y corrieron por sus vidas cuando su edificio comenzó a temblar.

"En el momento en que puse un pie afuera, comencé a correr y cuando miré hacia atrás, todo se convirtió en polvo", recordó.

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"El edificio se derrumbó. Vi a mi hermana enterrada bajo los escombros hasta la cintura, sangrando. Gritaba 'mamá, mamá'. Mi madre, que apenas podía caminar, quedó atrapada adentro", lamentó.

"Rezaremos"


Tanrikut no estaba solo. Envueltos en mantas, acurrucados alrededor del fuego para calentarse de la lluvia helada, o simplemente recitando el Corán, los sobrevivientes tienen pocos pensamientos aparte de los que dejaron atrás.

"Mi madre, mi padre y mi hermana están atrapados en este edificio", dijo Yesim, de 28 años, entre lágrimas, instando a los rescatistas a "darse prisa".

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"No hay suficientes rescatistas", lamentó. "Queremos un equipo fuerte. El esfuerzo de rescate avanza muy lentamente", afirmó.

El funcionario del municipio local Ismail Pendik estaba tratando de mantener la calma mientras manejaba las quejas y consolaba a las familias en un salón de automóviles que se ha convertido en un refugio temporal.

Lo más importante ahora, insistió Pendik, era el silencio total y absoluto para ayudar a los rescatistas a hacer su trabajo.

"Necesitamos silencio", subrayó. "Los próximos tres días son muy críticos. Los equipos de rescate están trabajando día y noche. Rezaremos, nunca perderemos la esperanza en Alá".

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