Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Push Noticias Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
Ahora no
Activar

Publicidad

Julie Creffield, la maratonista talla grande que ánima a las mujeres a amar su cuerpo

Julie Creffield, la maratonista talla grande que ánima a las mujeres a amar su cuerpo

Desde 2012, esta inglesa talla 50 ha corrido 30 medias maratones, maratones, ultramaratones y hasta triatlones

Hace seis años, un médico dijo a la inglesa Julie Creffield que era demasiado gorda para correr una maratón.

Pero dos semanas después Creffield probó a todos que estaban equivocados, se convirtió en ejemplo para muchas mujeres corredoras y este domingo festejará sus 40 años trotando 42,195 km en su cuarta maratón, esta vez en Nueva York, "un sueño hecho realidad".

Cuenta que en realidad todo comenzó en 2010, cuando corrió una pequeña carrera y llegó última.

Publicidad

"Cuando llegué a la meta, ya la habían retirado y todo el mundo se había ido a casa (...) Me sentí tan avergonzada que pensé que quizás no debía correr más", dice esta londinense a la AFP.

"Ahí fue cuando comencé a escribir el blog 'Demasiado gorda para correr' (Too fat to run)" y dos años después, inspirada por los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, corrió en su ciudad su primera maratón.

Publicidad

- Atleta de talla grande -

Además de maratones, "he corrido unas 30 medias maratones, ultramaratones, triatlones, todo lo que me desafíe", dice Creffield, que lleva su pelo rubio recogido en una cola de caballo.

"Para mí, se trata de inspirar a mujeres de todas las formas y tamaños para que hagan el intento de correr", dice esta corredora de talla 18 (50 en Europa y Latinoamérica), que no sabe cuánto pesa porque no se sube a la balanza.

"Las corredoras de talla grande no somos muy visibles en el mundo de la corrida; cuando se piensa en corredores, se piensa en alto, delgado y rápido", lamenta en un Central Park de otoñal follaje, donde el domingo espera llegar a la meta junto a más de otros 50.000 corredores.

Publicidad

Pero afirma que las personas corren por diferentes razones, no solo para perder peso o estar en forma, sino por salud mental, o para socializar o tener un poco de tiempo para ellas mismas.

A Creffield recorrer los cinco distritos de la mayor ciudad de Estados Unidos le llevará más que el promedio en esta carrera, que es de cuatro horas y 35 minutos. El año pasado, el ganador fue el keniano Geoffrey Kamworor con un tiempo de 2h10'53''.

Publicidad

Calcula que su tiempo será de entre seis horas y media y siete horas y media. Correrá todo lo que pueda, unos 27 km, y luego intercalará corrida y caminata.

El cuerpo de esta madre de una niña de cinco años ha cambiado con la corrida, pero su talla es la misma.

- Acoso e insultos -

Aunque ha sufrido acoso y soportado insultos por correr, nada la amilana, y asegura que poco a poco, las cosas están cambiando.

Publicidad

"Me han lanzado objetos desde las ventanas de coches cuando entreno, muchas veces me molestan, no puedo ni siquiera repetir algunas cosas que me dicen, en general son niños u hombres adultos", cuenta.

A veces, la gente asume que, porque tiene sobrepeso, es una nueva corredora, y le gritan cosas para alentarla que en realidad no la ayudan, como "¡Es cada vez más fácil!".

Publicidad

"¡Pues no, no es cada vez más fácil!", se queja Creffield. "Hace 15 años que corro, y este es mi ritmo".

"Tantas mujeres son juzgadas por su apariencia, pero hay tantas cosas más que nos definen como mujeres", afirma.

Aunque una minoría asegura que las maratones deben estar reservadas a los corredores de élite, los que apoyan su democratización son mayoría.

"Nuestra misión es ayudar e inspirar a las personas a través de la corrida, sin importar su edad o habilidad. Todos son bienvenidos", dijo a la AFP Chris Weiller, portavoz de New York Road Runners, que organiza la maratón.

Publicidad

Creffield afirma que aún hay en muchas carreras pequeños detalles que discriminan, como cuando no hay camisetas de la talla adecuada para personas con sobrepeso.

  • Publicidad