En Providencia, una gran cantidad de sus habitantes claman por un techo digno; muchos continúan durmiendo en carpas bajo condiciones adversas, 100 días después del paso del huracán Iota.El 16 de noviembre, vientos que sobrepasaron los 200 kilómetros por hora golpearon a los más de cinco mil pobladores de Providencia, quienes 100 días después del paso de Iota siguen enfrentando condiciones adversas.Las palabras de Luis Alfredo, uno de los damnificados, resumen la sensación que hay en la isla. “Estamos, mejor dicho, con las manitos, prácticamente, con los brazos cruzados”.Michael Róbinson, habitante de Providencia, agradeció a las Fuerzas Militares por limpiar, embellecer y organizar el municipio. Sin embargo, también se quejó.Arelys Fonseca es otra de las damnificadas. Bajo la carpa en la que habita junto a su familia, cuestiona la articulación de las autoridades encargadas de la reconstrucción.“Lo que se ha notado es mucho desorden institucional, no hay coordinación entre unos y otros; eso hace que el proceso sea mucho más dispendioso y lento”, aseguró.“Digamos que en los supermercados están dando comida, pero esa comida llega por barco y se acaban las cosas frescas. Llevamos todo este tiempo comiendo enlatados. El pollo y carne se acaban rápido, es mucha gente damnificada, no es suficiente”, señaló Johan Peñalosa, otro afectado.En cuanto a las jornadas de limpieza, remoción de escombros y techados de viviendas, los hombres de la fuerza pública han unido sus manos para realizar estas tareas.A la fecha van solo 180 casas techadas y faltan más de 1.000 viviendas por intervenir.“Más de 1.600 toneladas en materiales y ayudas humanitarias que han sido destinadas a la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y a las fundaciones que nos han pedido este apoyo. Hemos transportado víveres, materiales de construcción, agua, hemos entregado más de 200 mil galones de agua potable a la isla”, indicó el contraalmirante Hernando Mattos, comandante del comando específico de San Andrés y Providencia.El general Juan Pablo Forero Tascón, inspector general de las Fuerzas Militares, dijo: “Hemos recogido más de 22 mil toneladas de escombros y en estos momentos podemos decir que la isla está en un alto porcentaje de limpieza”.El transporte de ayudas humanitarias vía marítima por parte de la Armada Nacional ha sido uno de los cumplimientos claves para la atención de la emergencia.El servicio de energía ya fue restablecido en toda la isla, mientras que la señal de celular continua presentado fallas en algunos sectores y el agua potable se distribuye en tanques por sectores.El registro único de damnificados que realizó la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo señala que 2.168 familias, para un total de 5.546, resultaron afectadas por el paso del huracán Iota entre Providencia y San Andrés.
La comunidad y 428 hombres del Ejército Nacional han apoyado en la demolición de estructuras, remoción de escombros y adecuación de terrenos de Providencia, tras la destrucción que dejó el huracán Iota. Esto da una esperanza a los habitantes de la isla. Ha sido una ardua labor, pero fundamental para la construcción de nuevas viviendas. “La etapa consiste en empezar la demolición de todas las casas que quedaron semidestruidas en Providencia. Con este propósito vamos a iniciar a intervenir 1.134 lotes para 1.134 casas que el Gobierno va a construir acá próximamente” manifestó el brigadier general Omar Sepúlveda, comandante del comando de ingenieros del Ejército.Con todo este avance, las autoridades dicen que ya se dio inicio a la fase tres de la reconstrucción para devolverle la esperanza a los providéncianos de tener de nuevo un techo digno. “La labor que están haciendo los muchachos, lo que está haciendo el Ejército es una labor buena. Le doy gracias a Dios por haber salido en las primeros 90 personas a las que le van a construir su casa”, declaró un damnificado de Providencia, Jefry Hooker.Esta nueva etapa tiene proyectada la demolición de 90 lotes mensuales para continuar con los procesos de construcción de nuevas viviendas.
Este domingo se realiza el concierto ‘Ayudar nos hace bien", con el que más de 100 artistas, a través de su música, hacen un llamado a la solidaridad con el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, devastado por el huracán Iota.A cantantes de la isla como Jiggy Drama, Elkin Robinson y Joe Taylor, se suman Herencia de Timbiquí y otros músicos del Pacífico colombiano, quienes se unen a esta iniciativa.El objetivo es incentivar las donaciones, en especie o en dinero, para la reconstrucción de las casas afectadas por el huracán Iota, a través de la fundación Solidaridad por Colombia.Bajo el lema “el mundo no cambia con nuestras intenciones, sino con nuestras acciones”, a las cinco de la tarde inicia ‘Kids rock and reggae’, concierto promovido por la banda de jóvenes bogotanos The Rockers.En este show participarán bandas de niños y jóvenes de Estados Unidos, India, Argentina, España y Colombia. Se transmitirá en la cuenta de Facebook denominada Pro archipiélago y lo que se recaude será utilizado en favor de los niños de la isla.
Treinta días después de que el huracán Iota -catalogado como el más fuerte y destructor de la temporada 2020- pasara por Providencia con vientos de más de 240 kilómetros por hora, sus más de 5 mil habitantes tienen vivo el recuerdo de cómo arrasó prácticamente todo.“En esos momentos nadie estaba esperando que se volviera tan grave la situación, techos volando y cosas, a nosotros nos tocó salir de la casa”, cuenta Dixner Bernard, damnificado de Providencia.Después del caos, tratan poco a poco de reconstruir lo perdido. No obstante, advierten que falta mucho por hacer.“El gobierno sí vino, llegaron, anotaron y vieron que la cosa está mal, pero que después lo van a arreglar”, comenta Willi Whitaker.Muchos duermen en carpas o albergues, reconocen que sí están llegando alimentos, pero faltan insumos para la reconstrucción.En las calles se nota la titánica labor de limpieza y remoción de toneladas de escombros por parte de la fuerza pública. El servicio de energía se restableció en varios sectores, mientras que el agua potable se distribuye en tanques.Susana Correa, gerente para la atención y reconstrucción del archipiélago, manifestó que al 10 de abril del 2021 se deben tener construidas y reparadas alrededor de 1.266 viviendas con todos los servicios.
Tan solo hace 30 días el huracán Iota, catalogado como el más fuerte y destructor de la temporada 2020, pasó con vientos de más de 240 kilómetros por hora que arrasaron con las casas, negocios y sueños de los más de 5 mil habitantes de la Divina Providencia.Algunas de las familias aún recuerdan cómo tuvieron que refugiarse en baños, unas de las estructuras más fuertes de las casas que ayudaron a salvar cientos de vidas.“A nosotros nos tocó salir de aquí de la casa y pues el lugar donde acudimos se terminó yendo, el techo también y nos tocó refugiarnos en el baño”, relató Dixner Bernard, uno de los damnificados.El caos, la desesperación y la tristeza se apoderó ese día de los providencianos, quienes siguen sacando fuerzas para apoyarse entre vecinos y reconstruir sus techos.“Estamos durmiendo en una carpa, nos toca dormir en carpa, a mi mamá la tengo en el estadio de bascket, allí hay un albergue y allá nos quedamos”, dijo Miguel Eduardo Howard, afectado por Iota.La titánica labor de limpieza y remoción de toneladas de escombros por parte de la fuerza pública se nota en las vías, el servicio de energía ya se restableció en varios sectores y el agua potable se distribuye en tanques.“La isla se ha dividido en nueve zonas y todas las instituciones hemos estado volcadas a esa reconstrucción, a esa recolección de escombros, hoy al recorrer la isla nos hemos dado cuenta de se ha avanzado significativamente; los isleños han estado ayudando”, indicó el coronel José Andrés Pulido, comandante de la estación de Policía de Providencia.“El Ejército dispuso de 400 hombres acompañados de ingenieros con el propósito de apoyar la reconstrucción, estos batallones vienen con un ingeniero civil y suboficiales técnicos en temas de reconstrucción”, señaló el general Ómar Sepúlveda, jefe del comando militar en Providencia.Sin embargo, la ayuda más reiterativa que piden los isleños es la reconstrucción urgente de sus techos, pues solo han recibido plásticos y carpas.“Sí nos ha llegado comida, pero en la otra parte de ayudas, de techos, no. Esas láminas que tengo son láminas viejas que recogí para tener dónde dormir”, manifestó Bernard.La gerente para la atención y reconstrucción del archipiélago, Susana Correa, manifestó que al 10 de abril del 2021 se deben tener construidas y reparadas alrededor de 1.266 viviendas con servicios de energía, agua potable y telecomunicaciones.
Carlos Camargo, defensor del Pueblo, aseguró que cientos de familias en Providencia siguen a la intemperie cuando ya casi se cumple un mes de la destrucción que dejó el huracán Iota.“Hemos podido evidenciar diferentes problemáticas: casas sin techo, nuestra gente está sin servicios públicos esenciales, familias completas sin empleo, nuestros niños, niñas y adultos mayores están desprotegidos en sus derechos”, manifestó.Juana Escudero, una de las damnificadas que ha podido acceder a una carpa, dice que debe soportar “demasiado calor, son muy calientes por el material del que están hechas, en la noche son más agradables porque no hay sol, pero de día sí son un poquito molestas”.Y cuando llueve se les filtra el agua y las personas deben dormir con la ropa mojada.Ante estos cuestionamientos, el gerente local para la reconstrucción de Providencia, Lyle Newball, informó que “ya hay más o menos unas 400 tejas que llegaron desde ayer a Providencia, hoy vamos a iniciar el techamiento de las casas que tienen una afectación leve y una estructura que pueda soportar el techo”.En cuanto al acceso a servicios públicos, la red de energía se va restableciendo por sectores y volvería completamente a la isla antes de que finalice 2020.El agua está siendo distribuida en carrotanques y, según Newball, “la Cruz Roja está produciendo más o menos 90 mil litros diarios de agua, que son las necesidades básicas de la población y el agua potable se está distribuyendo en unos 22 puntos que están distribuidos por toda la isla, ahí se están poniendo tanques de mil y dos mil litros para que la población pueda acceder al agua potable”.También sostuvieron que se adelantan jornadas de fumigación, recolección de escombros y limpieza de pozos sépticos.
Después de hacer una visita humanitaria a San Andrés y Providencia, el defensor del Pueblo, Carlos Camargo, aseguró que las emergencias que ocasionaron los huracanes Iota y Eta en el archipiélago no han sido atendidas de manera integral por el Gobierno nacional.Además, que durante su periplo evidenció que todavía hay isleños que duermen a la intemperie.Lo anterior quedó plasmado en una carta que Camargo envió al presidente Iván Duque. En la misiva, el defensor del Pueblo expresó su preocupación.“Hemos podido evidenciar diferentes problemáticas: casas sin techo, nuestra gente está sin servicios públicos esenciales, familias completas sin empleo, nuestros niños, niñas y adultos mayores están desprotegidos en sus derechos”, manifestó Camargo.En la carta a Duque, el defensor aseguró que es necesario tomar acciones urgentes para ayudar a los que lo perdieron todo por los fenómenos naturales.“Resulta necesario mejorar la red de distribución de ayudas, alimentos y agua potable. Asimismo, las rutas de entrega e información a la comunidad. Es urgente la creación de una empresa social del Estado para que operen los hospitales de San Andrés y Providencia”, reza el documento.La Defensoría del Pueblo emitió la resolución defensorial 075 y generó 25 recomendaciones a las autoridades nacionales y territoriales para que activen los planes de contingencia que permitan mitigar la crisis que provocaron Iota y Eta.
En la isla de Providencia, los adultos mayores se han convertido en ejemplo de resistencia y amor a sus raíces. Tras el paso del huracán Iota, ellos no se rinden y siguen luchando por reconstruir sus casas, su cultura y sus familias.Uno de ellos es el maestro Willy B, el músico más reconocido de la isla de Providencia, quien a sus 84 años soportó el embate de un huracán categoría cinco.Ahora, el amor por la isla le pesa más que los años, su arraigo a la cultura, a la música típica que desde niño interpreta y a su hogar le dan fuerzas para permanecer en Providencia aún en medio del desalentador panorama que se vive.“Es una nueva vida que todos debemos empezar, los que se odian entre ellos o dependiendo como están viviendo tienen que cambiar la forma de vida y pensar acerca del milagro que Dios hizo”, reflexiona en su lengua nativa, el creole.Con uno de sus cinco hijos, Noticias Caracol llegó hasta lo que era su casa, donde compartía todo su conocimiento con los niños, pero está destruida.Su resistencia, mezclada con un poco de rebeldía y también con el deseo de tener una nueva casa y ayuda del gobierno, lo mantienen firme en Providencia, sin sombra alguna de querer trasladarse a San Andrés.Su compañero de la agrupación musical Coral Group también le hace el coro en la decisión de permanecer en Providencia, pese a la difícil situación que viven.“Yo iría a San Andrés, pero después que tenga información acerca de las casas porque alguien, la familia, debe quedarse porque, ¿qué tal que lleguen preguntando quién es el dueño de la casa? Nadie va a responder, alguien tiene que responder”, manifestó Alborn Williams Kelly.Las raíces y el amor de estos adultos mayores se convirtieron en la resistencia de la nueva Providencia, donde el maestro Willy B, junto a su amigo, volverá a deleitar con su música.
“Era una persona súper bacana. Él me enseñó a pescar, me enseñó a trabajar y a unirme más con mi familia, pero no me enseñó a vivir sin él”, son las palabras con las que Rojino Levinson recuerda a su padre, una de las víctimas mortales del paso de Iota en la isla de Providencia.Horas después del paso del huracán recibió la noticia más difícil de su vida: “llega mi amigo y me dice que mi papá está muerto, yo no lo podía creer, hasta ahora mismo no lo puedo creer”.Yo "empecé a llorar y no alcancé a llegar porque era de noche y la carretera estaba cerrada por todo", cuenta. El huracán Iota también arrasó con su casa y lo dejó, literalmente, en la calle.Pese al dolor por la muerte de su padre, Rojo, como lo llaman sus amigos, dice que tiene que ser fuerte porque hay más familia por la que debe luchar.“Hay que seguir, la vida sigue. No es fácil, pero hay que seguir porque yo tengo una niña de 4 años y también tengo 5 sobrinos que dependían también de él, así que hay que seguir", enfatiza.Y, así como Rojo aspira reconstruir su vida y su hogar, el Ejército Nacional le está construyendo una vivienda, un espacio para que pueda hacerlo. Esto en cumplimiento de uno de los compromisos del gobierno nacional con los isleños.
Un equipo de Noticias Caracol viajó a Providencia 15 días después del paso del huracán Iota y evidenció la difícil situación que viven los isleños, pese a que hacen grandes esfuerzos por hacerle frente a la adversidad. No tienen luz y muchas casas siguen sin un techo que los resguarde de sol y lluvia.Las pocas luces que se encuentran en la isla al caer la noche son de los afortunados que cuenta con plantas eléctricas. Sin embargo, son pocos y el resto de habitantes de esta zona turística se defienden a su manera.Por otro lado, a las casas destechadas, como la de doña Enilsa, se les entra el agua partes cada que llueve.“Necesitamos urgentemente que nos ayuden para la casa. Lo más urgente es plástico", dice Enilsa Guzmán, en apenas uno de los relatos que logró nuestro equipo periodístico. Vea arriba el video completo.La gerente para la reconstrucción del archipiélago explicó que sí se les dieron los plásticos a la administración territorial y la alcaldía señala que los está entregando.Sin embargo, en una noche se puede evidenciar que los plásticos o no les han llegado a todos los habitantes o simplemente no les funcionan.Por ello, sin desconocer los grandes esfuerzos de cientos de personas, los isleños solo esperan que les reparen urgentemente los techos de sus casas. Mientras, no tienen otra alternativa que rogar para que no llueva más.
En Santander, por casualidad, una lagartija cayó desde un árbol en las manos del biólogo santandereano Elson Meneses, quien al revisar su contextura y color descubrió que se trataba de la especie anadia bumanguesa, única en el mundo y que se creía extinta.“Esta especie lleva desaparecida 17 años desde la primera vez que se descubrió que fue en el año 2004 y hasta entonces nunca hemos tenido registro de ella. Ahora en unas obras que están realizando por la vía Barranca, en el municipio de Lebrija, fue encontrado este ejemplar”, dice el experto.Y es que las intervenciones a zonas boscosas entre los 1.000 y 1.500 pies de altura sobre el nivel del mar, hábitat del reptil, habrían provocado que la especie descubierta en 2004 migrara a otras zonas, lejos de la presencia de los humanos.Para biólogos, la cuarentena habría generado que la lagartija quisiera retornar a su hábitat originalAhora hacen un llamado para que la Corporación Ambiental de Santander acoja y cree un equipo para proteger esta especie.
El río Pauto era un caudaloso e imponente cordón hídrico de Casanare que albergaba vida en abundancia, pero fue entregado en concesión. Ahora solo es un árido río, con corrientes de arena movidas por la brisa.“Aquí se acabó la pesca, se acabó el agua y, así como vamos, nos vamos a acabar hasta nosotros mismos”, dice el pescador Alciviades Arciniegas.El finquero Hugo Díaz afirma que no hay agua ni para las gallinas.El río fue intervenido para conducir el agua a los cultivos agroindustriales, mientras pueblos enteros padecen por el agua que Corporinoquia entregó en concesión.Según Jaime Leonardo Montaña, secretario de Gobierno de Pore, Casanare, “se ha gestionado un carrotanque para llevar este líquido preciado a esas familias que están padeciendo esta problemática, están padeciendo literalmente sed por la captación ilegal que se ha hecho por parte de esta asociación”.Corporinoquia inició en 2019 un proceso sancionatorio contra Asopauto que días después fue suspendido; un juez de tutela le ordenó a la corporación continuar el proceso y tomar medidas de fondo.
Este viernes terminó el interrogatorio como testigo al excongresista Bernardo el Ñoño Elías en el juicio que se adelanta contra el exdirector de la ANI Luis Fernando Andrade por el escándalo de Odebrecht.El Ñoño Elías pidió protección porque teme por su seguridad, después de las declaraciones entregadas durante la audiencia.El juez le pidió a la Fiscalía y la Procuraduría adoptar las medidas que le garanticen protección.El excongresista está preso en La Picota de Bogotá, donde paga una pena de seis años por su participación en el caso Odebrecht."Quiero decirle a usted y hacer una frase, es decirle que yo no me quiero suicidar y quiero dejar constancia al país ni quiero morirme. Yo quiero vivir y quiero dejar la constancia de que ojalá no pase nada de las declaraciones y los hechos que yo he narrado aquí", afirmó el Ñoño Elías.
Monseñor Juan Carlos Barreto, obispo de Quibdó; monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez, obispo de Istmina, y monseñor Hugo Alberto Torres, obispo de Apartadó recorrieron los sitios más críticos del Alto Baudó, una región azotada por la violencia y el olvido estatal.El monseñor Barreto reconoce que, si bien el proceso de paz trajo un alivio temporal, este despareció por los problemas en la implementación del acuerdo con las extintas FARC.“Hay desplazamientos, confinamientos, minas antipersonales, reclutamiento de menores, amenazas a líderes y comunidades”, dice.Agrega que no existe un plan de sustitución de cultivos.Algo en lo que coincide monseñor Hugo Alberto Torres, obispo de Apartadó: “Está pasando como la misma situación que se vive en el Alto Baudó, el dominio de las AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia), que están casi que obligando a la gente a que hagan cultivos ilícitos”.Monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez, obispo de Istmina, también dio su balance sobre lo encontrado y señaló que las personas tienen “ojos que son lámpara de tristeza”.Y agregó: “No pueden visitar sus parcelas, no pueden pescar, la educación está en pañales, la salud es precaria en sus comunidades, la situación alimentaria, basta ver los niños o los jóvenes, una mirada de desconsuelo, de angustia, de zozobra”.El problema, dicen, es que en los territorios hacen presencia agentes ilegales de uno u otro lado.Para completar, “la presencia de la fuerza pública incentiva el acoso de los grupos armados y toda la comunidad se convierte casi en objetivo militar”, dice el obispo de Istmina.Piden al Estado ser más efectivo, pues califican su presencia como “precaria”.
Al ver la sonrisa de Paula Agredo, una caleña de 25 años, es difícil imaginar por lo que ha pasado.“El 2 de febrero de 2021 tuve un accidente bastante grave montando bici”, relata.De ese día no recuerda nada.“Cuando llega mi mamá le dicen que se despida. Le dijeron: ‘ella ya no sobrevive, ella ya no se va a levantar’”, explica la joven.Paula perdió una gran cantidad de masa encefálica.“Me quitaron parte de mi cráneo; yo sé que eso suena 'superguaah', pero sí. No creían que pudiera volver a hablar, no creían que pudiera volver a caminar, no creían que pudiera volver a escribir”, relata.Y lo hizo contra todo pronóstico. Después de dos días en la unidad de cuidados intensivos de la Fundación Valle del Lili, Paula abrazó de nuevo la vida.“Yo qué sé, un milagro, Dios no me tenía agendada, porque en el cielo escucharon las oraciones de todos ustedes, porque mi destino es otro”, reflexiona la joven.Hoy publicó un nuevo video en el que resume las que llama sus pequeñas grandes victorias.Pero, tal vez, la victoria más grande es la de inspirar a otros a sortear las pruebas del destino sin perder la esperanza.