Timbalí suena a Cauca, pero huele a Boyacá: a Socha, a Santa Rosa de Viterbo, a Paz de Río, a la tierra amada del escritor.“Él ve es a Paz de Río, pero en su ficción él (Fernando Soto Aparicio) crea ese pueblo Timbalí”, sostiene el escritor Reynaldo Caballero.Y así como Caballero ve a Timbalí en Paz de Río; viejos mineros ya retirados como Senén Rodríguez sienten que, de alguna manera, son réplicas del protagonista de ‘La rebelión de las ratas’.“Yo me he sentido Rudecindo, de verdad, porque eso que dice Fernando Soto Aparicio, eso es la realidad”, dice Senén Rodríguez.Bien narraba el libro…“Por sobre su cabeza, muy alto, pasaban las góndolas. Bajaba una, cargada de carbón, y otra subía desocupada. Era una procesión interminable”. Misael González también fue minero por muchos años y sabe bien que lo que vivió Rudecindo Cristancho en la ficción, lo vivieron hombres como él en la realidad.“Tocaba amarrarle un lazo a la carretilla y echársela uno al hombro y empezar a tirar, eso se llamaba la remolca, que eso me tocó hacerlo a mí… la vida de cristiano”, cuenta Misael.La rebelión en la obra es ficción, pero el agotamiento y la miseria eran realidad. El ingeniero Tomas Charris habla de malestar no de revuelta.“Realmente aquí nunca hubo rebelión, a lo mejor habría malestar del minero, porque es que el trabajo de la minería es duro y es agreste”, sostiene.El único barrio de los extranjeros al que pudo aludir en su ficción Fernando Soto Aparicio es Belencito, una vereda de Nobsa, donde Acerías Paz del Río montó a mediados del siglo pasado una ciudad campamentaria para alojar a sus ingenieros.“Y de súbito llegaron los extranjeros: ingleses, franceses, alemanes. (…) Construyeron casas de aspecto raro, con los tejados terminados en punta, con puertas de vidrio y de metal. Y fundaron, a un lado del pueblo de los trabajadores, una especie de barrio, con las calles pavimentadas”.Belencito era un lugar apacible con un convento de Agustinos y una iglesia de una sola torre, que se convirtió en ciudad en solo ocho años, tal y como lo relató Gabriel García Márquez en una crónica de El Espectador publicada en 1954, por los días en que el general Rojas Pinilla inauguró la siderúrgica.Pero, ¿Es Belencito el barrio de los extranjeros que inspiró el Timbalí de Soto Aparicio? El escritor Reynaldo Caballero dice que sí.El ingeniero Tomas Charria trabajó muchos años en Acerías Paz de Río y conoció la vida de los extranjeros en esas tierras boyacenses.Así describe Charria a los franceses: “Ellos eran muy celosos de su comida, no era igual la comida francesa a la comida boyacense. Entonces, ellos tenían un círculo francés y había un restaurante francés que se encargaba de preparar la comida”.Y los alemanes: “Eran unas personas más adultas, más serias. A los alemanes no les gustaba porque no eran latinos, en cambio el francés sí le gustaba integrarse más a un país latino”.La ficción en la realidad: hombres que ganan la vida en la oscuridad; una vereda convertida en barrio de extranjeros; pueblos que cambiaron su entorno con la llegada de la minería, y un departamento -Boyacá- que recoge la memoria de un hombre que vivió contando historias hasta su último suspiro.* En cursiva los apartados del libro ‘La rebelión de las ratas’.Vea la primera parte: 'La rebelión de las ratas': cuando la realidad supera la ficciónVea la segunda parte: El viaje más profundo a las minas de carbón que esconden los secretos de ‘La rebelión de las ratas
Una mina es como un monstruo con la boca abierta. Nosotros descendimos una sola vez para intentar comprender qué es viajar al fondo de la tierra para extraerle su riqueza. Pero ellos hacen la vida todos los días en la oscuridad, entre paredes de carbón.“Él era ya un escarabajo, un topo, un ratón trepanando el vientre de la cordillera, profanando las entrañas negras de la montaña”, así describe Fernando Soto Aparicio, autor de ‘La rebelón de las ratas’ a Rudecindo Cristancho, su personaje que trabajaba en la compañía carbonera del oriente a razón de $4,50 el día.Así como lo hacen en la vida real Wilson Gallo y miles de mineros que no encontraron otro trabajo o que aprendieron a pulso y por herencia que la vida está en la mina.Wilson es el titular de la mina El Hayuelal, que cumple con todas las disposiciones técnicas. Está ubicada en el municipio de Paz de Río, en el nororiente de Boyacá. El descenso empezó a las 9:00 a.m.“Antes de entrar a la mina voy a hacerle algunas recomendaciones para poder ingresar. Vamos a bajar a una escalera primero que todo, tenemos que tener la lámpara prendida. Vamos a entrar, tenemos una escalera más abajo, tenemos una manila donde vamos a bajar la manguera, vamos a caminar muy cuidadosamente para no resbalarnos”, dice Wilson Gallo.Aquí es imposible no acordarse del terror que sintió Rudecindo cuando ingresó por primera vez a La Pintada, la mina que creó Soto Aparicio.“La luz fue amortiguándose, hasta hacerse imperceptible. El frío, la humedad, el olor asfixiante, los atemorizan. La oscuridad era ya casi absoluta”De la forma como sacaban el carbón hace setenta años, cuando se escribió la novela, a hoy ha corrido mucha tierra.“Antes era muy complicado porque todo era con una carretilla, hacerle un gancho, cuadrar una polea y uno se iba hacia abajo (…) uno se lanzaba hacia abajo y el otro le iba haciendo como con la carretilla, eso era complicado eso era a pura fuerza bruta, hacer un esfuerzo muy complicado”, rememora Wilson.Hasta sacar el carbón del fondo de la tierra para iniciar un proceso con máquinas.“Grúas enormes se pusieron en movimiento. Con sus fauces negras y desdentadas agarraban bocados de carbón, que luego vomitaban en los vagones vacíos”.Las vigas que sostienen el techo tranquilizan a medias; casos se han visto, tragedias hemos registrado toda la vida: mineros sepultados, explosiones inesperadas.En ‘La rebelión de las ratas’, antes de entrar, a Rudecindo le dijeron que había cuatro cadáveres sepultados en algún lado de la mina por un accidente.“- ¿Cadáveres?, preguntó Rudecindo.- Sí, compañero. ¿Acaso no lo sabía? La mina sufrió un accidente y murieron cuatro hombres. Quedaron sepultados bajo toneladas de roca. De esto hace ya un mes. Ahora tenemos que reconstruir el camino”.Fuera de la ficción, Wilson advierte que “es la presión de la montaña la que hace que se rompa la estructura, esto es un poquito complicado, pero entonces uno tiene que estar muy pendiente”.Una viga, dice él, puede durar hasta dos días en buen estado.En el descenso comienzan a aparecer los laberintos de la mina por donde pasan por igual hombres y vagonetas, vacías o llenas de carbón, dependiendo de la ruta marcada.“Verdaderas ciudades subterráneas, con largos y anchos túneles por los que circulaban en una y otra dirección las vagonetas, cargadas de mineral. Esquinas, recodos, encrucijadas… Y en el fondo de todas ellas: amores, odios, ocultas rebeldías”.Lina Flórez, supervisora de labores mineras, es la única mujer en el mundo de hombres de la mina El Hayuelal. Su trabajo consiste en proteger a los otros. Se encarga de que los trabajos se desarrollen sin riesgos; monitorea vigas y gases.“Yo aprendo cada día cosas diferentes de estos grandes hombres porque son hombres de admirar. Así como yo aprendo de ellos, ellos aprenden de mí”, señala.Alonso Quiñónez, minero de Boyacá, termina su almuerzo y habla sin vaguedades: “El riesgo siempre existe”.Por eso terminar su jornada y salir de la mina es una bendición diaria.Para nosotros terminó el viaje al fondo de la tierra y empieza el ascenso a la superficie… para ellos el taladro seguirá prendido hasta que concluya el turno.Salir de la mina es como volver a nacer: la luz del día es una herida en la retina, habituada a la penumbra de las linternas; pero es una herida feliz como la que siente Alonso Quiñonez cuando vuelve a la luz luego de su extenuante jornada en la oscuridad.* En cursiva los apartados del libro ‘La rebelión de las ratas’.Vea la primera entrega de ‘La Vida en la oscuridad’:
Después de buscar la realidad en la ficción de 'Cien años de soledad', 'La Voragine' y 'María', el subdirector de Noticias Caracol, Alberto Medina, sigue tras las huellas de las grandes obras de la literatura colombiana. Esta vez, descendió con su equipo a lo más profundo de una mina de carbón en busca de los secretos de 'La rebelión de las ratas'. Esta es la primera entrega de "La vida en la oscuridad", grabada antes de que empezara la pandemia.+++Desde las entrañas de la tierra, los mineros del carbón viven su trabajo como si fuera una extensión de la noche.“Prácticamente usted está las 24 horas en lo oscuro", dice Edwin Gallo, minero de Boyacá.Hablan de lo que Fernando Soto Aparicio relató hace casi sesenta años en su obra cumbre: 'La rebelión de las ratas'.“El riesgo siempre existe desde que uno entra a trabajar y uno no sabe si vuelve a salir”, recalca el también minero Alonso Quiñónez.Para entenderlo y plasmarlo en la novela, el autor se vistió con la piel del minero.“Mi padre se metió a las minas para sentir y vivir qué era ser minero antes de sentarse a escribir su novela”, explica Martha Soto Mancipe, hija de Fernando.Martha lo recuerda como un hombre nostálgico, abrumado por el cambio rotundo del paisaje en su Boyacá del alma, cuando la minería brotó de la tierra que antes daba frutos. Así lo atestigua la novela.“Antes todo era sencillez, rusticidad, paz. Y de pronto el valle se vio invadido por las máquinas; el medio día fue roto por el grito estridente de las sirenas; los caminos se perdieron bajo toneladas de polvo y anchas vías cruzaron el verdor de los sembrados”Tomas Charris, un ingeniero costeño de minas y metalurgia, que llegó a Boyacá hace 58 años y se vinculó a la siderúrgica acerías Paz del Río, fue testigo de las heridas de la tierra."Había más árboles de eucalipto, había más vegetación, había más paisaje campesino. Después, con la minería, ese paisaje empieza a cambiar y se ven las bocaminas llenas de roca que extraen de la mina", sostiene.“Luego de conquistada la tierra vino la invasión mecánica: camiones, palas, grúas… crujieron las montañas centenarias al sentir en su base la puñalada del acero", se lee en el libro.En el relato del escritor y en la realidad, los hombres cambiaron las cosechas por el carbón, salieron del campo y entraron a la mina. Reynaldo Caballero, quien vive entre lecturas y escrituras, fue también testigo del profundo cambio que vivió la provincia de Valderrama, en Boyacá."A medida que iban trabajando la minería se volvían más mineros que campesinos, hasta que llega un punto que ya dejaron de ser campesinos y se volvieron netamente mineros. Eso fue lo que yo conocí", reitera.En la obra, la transformación quedó plasmada en los rostros de los hombres.“Ya no era la cara ancha y sonrosada del sembrador (…) eran pieles ajadas por el sudor, ennegrecidas por el hollín”La historia de Rudecindo y su familia es la historia de la pobreza en medio de la opulencia del carbón. Mujeres como Pastora, la esposa de Rudecindo, siguen lavando ropa en la quebrada, sesenta años después de publicada la novela.Yaneth Pinto es una de las viudas de la tragedia de Corrales, ocurrida el 7 de diciembre de 2017."Él trabajaba en una mina de carbón y entonces hubo una explosión de gas metano y pues ahí sucedió todo", afirma.Fueron nueve los muertos, nueve mineros… la vida a cambio de nada porque el oficio de minero no sacó a su familia de la pobreza."Es un trabajo muy duro y no es valorado. No ganan lo suficiente, sino el mínimo. Es un trabajo duro, riesgoso, como dijera yo, riesgoso porque ellos no se sabe si vuelven o no vuelven porque es terrible", lamenta Yaneth.Y cuenta que el dueño de la mina jamás los indemnizó."El señor se perdió. Yo le preguntaba que dónde lo tenía afiliado y antes bien bravo, grosero, no prestó ayuda. Para no decirlo, un gamín. Pero cuando estaba en vida, mejor dicho, ahí sí venga para acá que toca hacer esto. Después que pasó esto, se olvidó de nosotros", concluye la viuda.Eran las tragedias de siempre, las que Rudecindo sintió en el socavón.“Y pensó, con temor, en que la montaña era como un ser tangible, racional, que quisiera vengarse de su intrusión echándoles encima sus entrañas"Carlos Roberto Soto Mancipe es el encargado por la familia de preservar el tesoro literario y humano de su padre: Fernando Soto denunciaba las injusticias sociales con la misma fuerza con la que defendía la naturaleza.“Él siempre pensaba que el progreso tenía eso de malo, acabar absolutamente todo", reflexiona Carlos.Y el libro lo respalda: “A eso lo llamaban algunos, pomposamente, civilización, progreso. (…) tales cosas decían los oradores que acudieron a convencer a los campesinos de la conveniencia de abandonar las cosechas, de trocar la azada por la piqueta, de cambiar el maíz por las piedras negras del carbón".“Los campos iban desapareciendo por la llegada, en este caso, de las grandes máquinas, de las grandes grúas que iban a sacar el carbón", complementa Carlos.La ficción se parece a la realidad y a veces la sobrepasa. No hubo rebelión, en eso coinciden todos, pero en la piel del minero, el hollín es una marca del sufrimiento y de la pobreza.Espinel, el líder de la rebelión en la obra, cuestiona a los dueños de la minas porque condenan a sus trabajadores a la miseria.“La civilización es progreso y éste no consiste en sacar carbón de una roca y meter, en cambio, hombres para que se pudran (...)"El museo que la Universidad Militar Nueva Granada en nombre de Fernando Soto Aparicio es un escenario de memoria levantado sobre los amores naturales del escritor."Él era, básicamente, amor por la tierra, amor por los árboles, amor por el agua".Recordar al padre, cuatro años después de su muerte, es extraer de la memoria el sonido de su máquina de escribir."Aprendimos a respetar profundamente su silencio creador y el otro ruido de su máquina”, dicen sus hijos.De ese acto creador surgieron muchos pueblos, y muchos hombres y mujeres. Surgió Timbalí, un pueblo de la ficción muy parecido a la realidad de su departamento: Boyacá.'La rebelión de las ratas' era su protesta contra el concepto de progreso que se tomó a la sociedad, era su crítica a esa forma de economía que empezaba a imponerse en la región por los años cincuenta del siglo pasado: la economía minera.
Más de 500 estudiantes de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca afirmaron que desde enero de 2024 les confirmaron que este viernes, 19 de abril de 2024, iba a ser su grado, pero debido al día cívico convocado por el presidente Gustavo Petro, debieron aplazar el evento.Presidente Petro decreta día cívico para este viernes 19 de abrilEn la noche del jueves, 18 de abril, a los universitarios les llegó un correo electrónico informándoles que no se iba a llevar a cabo la graduación porque, precisamente, "el país está en un día cívico".Estudiantes, que ya habían pedido permiso en sus trabajos; familias, que se trasladaron a Bogotá desde otras ciudades; y hasta los vendedores de togas y birretes que se preparaban para el gran día se vieron afectados por la determinación de la universidad de apoyar el día cívico convocado por el presidente Petro.“Esto me parece muy grosero por parte de la universidad”, “Estamos molestos” y “Quiero expresar mi inconformidad con la universidad por haber cancelado nuestros grados”, son algunas de las reacciones de los estudiantes que esperaban graduarse.Por medio de un comunicado, las directivas de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca les informaron a los estudiantes que no iban a trabajar por lo decretado por el presidente de la República y por eso lo grados se aplazaban.“Padres y familiares compraron tiquetes para llegar a Bogotá y poder asistir al evento y nada. Lamentablemente cancelado y gastando plata que no se va a recuperar”, manifestó Diego Alejandro Álvarez, alumno de la universidad.Hasta varias estudiantes estaban en la noche del jueves en salones de belleza preparándose para graduarse. “Hay compañeras que se estaban arreglando las uñas y el cabello y hasta el momento están vestidas y alborotadas”.Los estudiantes informaron que van a hacer una carta a la Presidencia de la República para que el Gobierno les ayude y que el dinero que invirtieron no se pierda por el día cívico.Bogotá, Medellín, Cali y otras ciudades que dijeron no al día cívico de Petro
Los abogados de la familia de Edwin Arrieta en Tailandia presentaron este viernes una solicitud de indemnización de 30 millones de bat (unos 760.000 euros) ante el tribunal de Samui, donde tiene lugar el juicio contra el español Daniel Sancho por el supuesto asesinato del cirujano colombiano.Así es la temible cárcel Bang Kwang, conocida como Hilton, donde Daniel Sancho sería llevadoLos abogados de la coacusación tailandeses, Mettapon Suwancarern y Nattha "Lak" Jongratwanin, encargados de la solicitud, explicaron a EFE que se trata de una cantidad calculada en relación al perjuicio económico que la muerte de Arrieta ha supuesto a sus padres, que dependían de él.La solicitud, que ya se hizo en la primera sesión del juicio el pasado 9 de abril, se volvió a presentar hoy con la documentación traducida solicitada por el juez antes de que se cierre el plazo de las acusaciones el próximo martes.La cantidad estimada como indemnización por parte de los letrados tailandeses supone casi el doble del cálculo hecho por el despacho Ospina Abogados, que representa a los Arrieta en España y que la cifró en 410.000 euros (unos 16 millones de bat).Los abogados tailandeses reconocieron a EFE que se había incrementado la cantidad por su parte ante la posibilidad de que ésta fuera contestada por la defensa y reducida por el juez."Inicialmente consideramos los 16 millones de bat, pero esta cantidad puede tener que ser reevaluada y es posible que haya que llegar a un compromiso y negociar, lo que podría llevar a una reducción, pues el tribunal no tiene autoridad para aumentarla, solo para disminuirla", explicó Lak.Por su parte, Juan Gonzalo Ospina, abogado en España de la familia Arrieta, indicó hoy a EFE por teléfono que los padres y hermana de la víctima mantienen en su reclamación la cantidad inicial revelada en marzo, calculada teniendo en cuenta las pérdidas y gastos que la muerte del cirujano, de 44 años, había supuesto a su entorno.Los 30 millones de bat, dijo Ospina, "serían un tope máximo" al que "podría ascender la indemnización. Pero la familia no desea pedir esto y sigue manteniendo su petición inicial".En este sentido, el letrado español indicó que lo que la familia quiere es que se haga "justicia".Ospina consideró también que el cálculo de los abogados de la familia Arrieta en Tailandia, que solo permite participar en el juicio a letrados del país y que actúan como coacusación junto a la Fiscalía, es "hipotético" pues Sancho es insolvente y no tiene intención de indemnizar.El abogado de oficio de Sancho, Apirchat Srinual, indicó hoy a EFE, por su parte, que la defensa tiene todavía que estudiar la solicitud y decidir si la rebate.El pago de la indemnización fijada por el juez es un requisito imprescindible para que Sancho pudiera solicitar su traslado a España de ser condenado.Los padres de Arrieta, Ana Marcela Arteaga y Leovaldo José Arrieta, de 76 años y quienes no testificarán ya que el juez denegó su petición de que lo hiciesen por videoconferencia, recibían unos 900 euros al mes para sus gastos por parte de su hijo, y "desde su fallecimiento han quedado en situación de pobreza”, según la reclamación de la familia, a la que tuvo acceso EFE.Daniel Sancho es investigado por el presunto asesinato premeditado y descuartizamiento de Edwin ArrietaEl español, de 29 años, confesó inicialmente el crimen en la comisaría, si bien después se declaró no culpable y mantiene que la muerte de Arrieta se debió a un accidente durante una pelea.Sancho y Arrieta, que se conocieron a través de Instagram un año antes, habían quedado el 2 de agosto en la isla tailandesa, día en que tuvo lugar el supuesto crimen en una habitación de hotel.Revelan últimas conversaciones por WhatsApp de Daniel Sancho y Edwin Arrieta
En la madrugada de este viernes, 19 de abril, los cuerpos de dos jóvenes fueron encontrados sin vida en el barrio Britalia de Kennedy, suroccidente de Bogotá.Le recomendamos leer: Les dispararon y los lanzaron de una camioneta, en plena vía pública de KennedySegún reportaron las autoridades al Ojo de la noche de Noticias Caracol, estos ciudadanos fueron víctimas de un ataque armado por parte de dos sujetos, quienes, sin mediar palabra, los habrían atacado sobre la vía pública.Las autoridades de Bogotá se encuentra investigando este doble asesinato en el barrio Britalia.El coronel Jansen Jair González Aragón, oficial de guarnición de la Policía Metropolitana de Bogotá, dijo que “en la madrugada de hoy, en el barrio Britalia de la localidad de Kennedy, se presentó el homicidio de dos personas que se encontraban en una esquina. Dos sujetos que pasaban por el lugar dispararon indiscriminadamente contra ellos y huyeron”.Las autoridades manejan la hipótesis de que este crimen estaría relacionado con un ajuste de cuentas.Una de las víctimas fue encontrada sobre un andén y la otra estaba en medio de la vía.¿Qué está pasando en el barrio Britalia de Kennedy?Se estima que este doble crimen estaría vinculado con otro asesinato que ocurrió en el mismo sector, pero el pasado lunes 15 de abril.En este caso, según precisó Blu Radio, dos hombres fueron baleados y posteriormente arrojados de una camioneta en la carrera 81 G con calle 45 sur, en el barrio Britalia.Estas víctimas fueron identificadas como Wilson de Jesús Peña y Caros Fernando Medina Montañez, quienes presentaron múltiples impactos de bala. En el caso del segundo sujeto, él fue encontrado con vida y trasladado a la Clínica Colsubsidio de Roma.Las autoridades iniciaron una persecución que permitió la captura de tres señalados sospechosos. El coronel Eduardo Cruz, comandante operativo de la Policía Metropolitana de Bogotá, informó que los sujetos “fueron puestos a disposición de las autoridades judiciales”.Le puede interesar: Sicarios en motocicleta asesinan a trabajador de taller de carros, en el norte de Bogotá
La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos pidió este viernes, 19 de abril, a Israel e Irán esfuerzos para reducir las tensiones en un momento "extremadamente precario" en Oriente Medio, después de presuntos ataques israelíes en suelo iraní.Le recomendamos leer: Estados Unidos le aplica nuevas sanciones a Irán por ataque a Israel"Es difícil obtener aún información exacta (sobre los posibles ataques), pero urgimos a las partes a que den pasos hacia una desescalada de la situación", señaló en rueda de prensa el portavoz de la oficina Jeremy Laurence.La fuente oficial también pidió a otros Estados con influencia en los beligerantes "hacer todo lo posible para garantizar que no haya deterioro en una situación que ya es extremadamente precaria".Laurence agregó que la oficina que dirige el alto comisionado Volker Türk "está profundamente preocupada por el coste humanitario y en materia de derechos humanos que podría tener esta escalada si se convierte en un conflicto más amplio en Oriente Medio".Según medios estadounidenses, Israel lanzó la madrugada de este viernes varios misiles contra Irán en la provincia central de Isfahán, en aparente represalia por los ataques iraníes del pasado sábado, 13 de abril, aunque el gobierno iraní ha minimizado en sus declaraciones oficiales esta aparente ofensiva.A través de su cuenta de X, la Agencia Internacional de Energía Atómica informó que el Organismo de Vigilancia nuclear de la ONU "puede confirmar que no hay daños a las instalaciones nucleares de Irán. El director general Rafael Grossi sigue pidiendo a todos una moderación extrema y reitera que las instalaciones nucleares nunca deben ser un objetivo en conflictos militares. La OIEA está siguiendo la situación muy de cerca".Le puede interesar: Israel dice que “hay que detener a Irán ahora”, al lanzar una “ofensiva diplomática”
El asesinato de Yolanda Paternina, fiscal especializada, fue declarado como de lesa humanidad. Este homicidio se perpetró en Sincelejo en el año 2001.Tribunal Superior de Bogotá ordena reabrir caso contra Cielo Gnecco: ¿por qué?Esto implica que la Fiscalía General de la Nación, independientemente del tiempo que haya pasado, debe seguir investigando quiénes son los responsables y dar resultados. Por lo tanto, el proceso no se podrá archivar.Cabe precisar que, al momento del crimen, Yolanda Paternina investigaba la masacre de Chengue y nexos entre paramilitares, militares y políticos en los Montes de María.Por estas investigaciones, la fiscal fue declarada como objetivo militar por las Autodefensas Unidas de Colombia.Doloroso relato de mamá de colombiano asesinado en lavandería de EE. UU.: "Lo apuñalaron"