Oreanna Myers, de 25 años, fue noticia en Estados Unidos y el mundo por asesinar a sus tres hijos y dos hijastros, todos menores de edad. Tras el hecho, incendió la casa en la que vivía y se quitó la vida con un arma de fuego.Fácil sería tildarla de “loca” o “desalmada”. Sin embargo, se conocieron contenidos de unas cartas que dejó y que, sin justificar lo que hizo, revelan lo que le puede llegar a ocurrir a una persona con problemas mentales que no sean tratados.Oreanna no cometió tan espantoso crimen por capricho o como una salida cobarde, como algunos dirían, recalcan expertos. Ella era una madre de familia con problemas de depresión que no fue tratada de forma correcta. Previo a los trágicos acontecimientos, había dejado unas notas escritas a mano en el carro de su esposo. Eran cuatro y detallaban que estaba pasando por problemas fuertes.De la primera nota se destacan apartes como “mis demonios ganaron sobre mí y no hay vuelta atrás. Lo siento tanto, no fui lo suficientemente fuerte".En la segunda carta explicó cómo les había quitado la vida a sus hijos e hizo un impactante llamado ante estas problemáticas: "La salud mental es algo con lo que no se puede bromear ni tomar a la ligera. Cuando alguien suplique y pide a ayuda a gritos, por favor ayuden a esa persona".Las autoridades no revelaron qué decía la tercera nota, pero la cuarta traía más líneas pidiendo perdón por no ser “suficientemente fuerte”."Lo siento, te he fallado. Lo siento, le fallé a nuestros hermosos niños”, escribió dirigiéndose a su esposo, quien para el momento de lo ocurrido se encontraba de viaje por trabajo, consignó The Sun.Oreana era madre de tres niños y madrastra de los otros dos. La más pequeña tenía un año y el mayor tenía siete. Toda una tragedia. La situación ocurrió en Estados Unidos, pero los problemas mentales no son exclusivos de países desarrollados o del tercer mundo. Tampoco distingue raza, sexo, color, posición económica y puede golpear a la puerta de su casa.No tenga miedo de pedir ayuda, está bien alzar la mano cuando lo sienta necesario.Y, si puede, ofrezca a ayuda a quien lo necesite y sea empático con quien esté atravesando por situaciones difíciles: nadie sabe con qué demonios tiene que lidiar el otro.No todo el que sonríe está feliz, quien se quita la vida no busca una “salida fácil” y aquel que expresa intenciones suicidas no lo hace “por llamar la atención”.
El aumento de casos y de la ocupación en las unidades de cuidados intensivos está dejando ver otra preocupante situación: la salud mental de médicos, enfermeras, camilleros y el personal que día a día batalla contra el coronavirus.El cansancio, el agotamiento y la ansiedad son los padecimientos que empiezan a afectar a quienes enfrentan en primera línea las largas jornadas por el COVID-19.Tal es el caso de Fabio Amaya, un camillero, y Jorge Poveda, especialista de emergencias, dos personas que intentan no desfallecer para salvar la vida de los pacientes.“Sí hay momentos que cuando está colapsado urgencia o en el COVID, sí he tenido ansiedad, lo he pasado… a ratos mal”, reconoce Fabio.Jorge, por su parte, sabe que “va a haber momentos en los que nos sintamos más derrumbados de lo que normalmente podríamos llegar a estar, pero no desfallezcamos porque muchas de las personas que están ahí están esperando que nosotros seamos fuertes”.La enfermera Estefanía Costa resume en dos palabras lo que guarda su corazón: “angustia e impotencia de ver los pacientes en las condiciones en que se encuentran y a veces sentir que no podemos hacer mucho o que nuestras acciones terapéuticas se ven afectadas”.“Pese a que estoy entrenado para manejar este tipo de situaciones, finalmente la ansiedad y finalmente el estrés es un común denominador que se vuelve algo diario, rutinario”, dice el especialista de emergencias Giovanny Moncayo.Y es que las cifras preocupan.Según Juan Carlos Rojas, presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, “el 70% tiene síntomas de depresión, de ansiedad, de estrés postraumático, de trastornos del sueño, bien podemos agregar como agravante el hecho de que su trabajo está lejos de ser medianamente bien retribuido”.Por eso, Roberto Baquero, presidente del Colegio Médico Colombiano, hace un llamado “a que se preocupe el Estado, a que se preocupen los empleadores por su recurso humano, que son los que están enfrentando de verdad esta pandemia y evitemos que sigan cayendo”.
Ante el incremento de casos de personas con problemas de salud mental, el Concejo de Bogotá aprobó un proyecto que busca que esta población sea atendida de manera prioritaria, gratuita y en su domicilio por parte de la Secretaría de Salud de la capital.Martha Zuluaga es una de las pacientes que espera verse beneficiada. En 2008, ella ingresó al grupo de 80 mil personas con problemas de salud mental que hay en Bogotá.“Me diagnosticaron con depresión mayor, estuve hospitalizada, me dijeron que era un intento de suicidio. Desde eso estoy en la lucha, entre altas y bajas, es una enfermedad muy dura”, dice Zuluaga.Gracias a la aprobación del proyecto en el Concejo de Bogotá, ella y otros pacientes tendrán atención prioritaria y gratuita. En la pandemia deberán ser atendidos de manera domiciliaria o por telemedicina.A la iniciativa solo le resta que sea sancionada por la alcaldesa Claudia López.Vea el especial sobre Salud Mental de El Proyecto es Colombia:
“No quiero ser una de las 10 personas que mueren de anorexia”, fue uno de los últimos mensajes que posteó Josi Maria, que intentó vencer su desorden alimenticio y compartía su historia en redes sociales, donde también animaba a sus seguidores a hablar sobre sus propios problemas.La influencer de origen alemán empezó a sufrir problemas circulatorios en el avión y al aterrizar en la isla empezó a debilitarse más.Según varios medios, Josi se quedó dormida en la noche en los brazos de una amiga y nunca despertó.“Te admiramos hasta el final por tu lucha contra esta grave enfermedad y tuvimos que mirar impotentes mientras perdías esta batalla”, posteó la mamá de la influencer en la última publicación de Instagram que hizo su hija.En junio, Josi subió una foto de su cuerpo y comentó que lo hacía “no porque esté orgullosa de mi apariencia. Y no, tampoco la estoy publicando porque quiera motivar a otros a que se parezcan a mí. La razón por la que la publico es porque estoy en un viaje y quiero que me acompañen. Quiero compartir mis pensamientos y demostrar que estoy luchando activamente contra la anorexia. Porque quiero decirles que no tenemos que escondernos, no importa qué enfermedad mental suframos. ¡Y quiero decirles que todos son maravillosos como son! ¡Que pueden luchar! Que vale la pena y que somos fuertes. Todos somos fuertes. Tú eres fuerte. Yo soy fuerte”.En agosto comentó que no se puede generalizar con quienes sufren este trastorno alimenticio y expresó cómo se veía en el espejo: “no, no creo que sea hermoso. Me gusta ser delgada, pero no flaca. (Sigue siendo una enfermedad, muchos lo olvidan y te juzgan por ello)”.“Lo mejor sigue siendo cuando una mujer se siente bien. No importa si maquillada, sin maquillaje, con falda corta o pantalón de chándal. Es hermoso quien se siente hermoso”, decía.
Bogotá lanzó una línea telefónica de ayuda exclusivamente para hombres. Se trata de Calma y el número es 01-8000-423-614.Aunque tradicionalmente las mujeres han contado con mecanismos de escucha, en muchos casos los hombres también piden ser escuchados.Nicolás Montero, secretario de Cultura de Bogotá, explica que “es un servicio de escucha y contención emocional para cualquier situación que se deba expresar”.Esta nueva línea tiene el propósito de prevenir situaciones de violencia intrafamiliar, celos o incluso depresiones que puedan llevar al suicidio.“Por favor, llamen cuando se sientan agobiados, cuando se sientan frustrados, sientan rabia, sientan celos”, insta Henry Murrain, director de cultura ciudadana de la Alcaldía de Bogotá.Calma operará gratuitamente de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 8:00 p.m. Sábados de 8:00 a.m. a 2:00 p.m. Será atendida por un grupo de profesionales en Psicología.
Todo empezó con la marihuana, en una fiesta universitaria la probó por primera vez. Con los años, fue escalando el consumo y hoy, a sus 38 años, en plena pandemia, está tocando fondo.“Terminó ocultando otros efectos de la cuarentena como la soledad, como el verme en una situación de inactividad laboral. Toda la familia, de una u otra forma, sabe cuál es la situación que uno está viviendo, pero la persona que consume algunas veces se niega a ver esto por el impacto que genera. Esa sensación de soledad, de vergüenza, termina haciendo que uno se aisle aún más", dice un adicto.El confinamiento por el COVID-19, dicen los estudiosos de este problema, aceleró muchos de los procesos de adicción o dependencia a las drogas ilícitas, muchas de ellas letales.“Los menores de 30 años están dejando de consumir licor y están consumiendo cada vez más droga y esto tiene un acento muy particular y es que el tipo de drogas que se están consumiendo están cambiando, y aquí es donde debemos prender las alertas porque tuvimos el año pasado el primer caso de Fentalino, de consuno identificado en Colombia. El Fentanilo es una sustancia que conocemos muy bien por lo que está sucediendo en EE. UU., que mata más o menos 15 mil personas al año por sobredosis", dice Daniel Rico, director de C-Análisis..El confinamiento no sólo ha disparado el consumo de sustancias alucinógenas, también se evidenció el uso de drogas medicadas para el tratamiento de trastornos cerebrales, que también generan dependencia.Aunque el consumo interno de sustancias ilegales no es tan alto, comparado con Europa o Norteamérica, es lo suficiente para empezar a preocuparse. Datos revelan que más del 90% de los consumidores tuvo contacto con estas sustancias antes de cumplir los 18 años.“Estamos hablando de que en un año cualquiera podríamos tener alrededor de 859 mil personas consumidoras activas de sustancias ilícitas, según las estimaciones de los estudios nacionales. Hay que entender que los estudios tienen ciertas limitaciones, pero estaríamos hablando de alrededor de medio millón de personas, que eventualmente necesitarían tratamiento porque tienen un consumo problemático", indica el analista Orlando Scopetta.Julián Quintero lidera el Centro de Reducción de Riesgo y Daño para los Consumidores de Drogas. Trabaja de la mano del Observatorio de Drogas de Colombia del Ministerio de Justicia, él y su equipo tienen una misión: verificar la calidad de las drogas que se están consumiendo para evitar un daño mayor en la salud de los adictos.“Aquí lo que hacemos es prestarle un servicio para que tomen conciencia del consumo, que si lo van a hacer lo hagan sin menor riesgo, con menor daño, que cuiden su salud. Les prestamos un servicio de análisis de riesgo químico de la sustancia. ¿Qué quiere decir? que la persona se da cuenta de si lo que le vendieron era lo que era”, explica Quintero.En otra orilla está Jorge Rodríguez Bernal, que desde hace 14 años trabaja con pacientes que han cruzado la línea y desde entonces han batallado largos años con las drogas que, explica, muestran ciertos patrones.“Voy a tomarme unos tragos para decir unas cuántas verdades. Fíjate cómo en esto, que coloquialmente escuchamos, se encuentra una dificultad en habilidades sociales, para lo cual uso una sustancia psicoactiva; para poner límites necesito un trago o necesito estar bajo efecto de una sustancia, para decir no necesito estar bajo el efecto de una sustancia, para pasar bien, necesito estar bajo el efecto de una sustancia", indica Rodríguez.Lo cierto, es que para los dependientes a cualquier sustancia, todos los días se libra una batalla distinta por no quebrar su voluntad, el amor propio y el de sus familias.
En Bogotá, unos pequeños carros que poco tienen la apariencia de una tradicional ambulancia se convierten en una. Sin sirena, pero con mucha prisa, recorren la ciudad para atender una emergencia más difícil de detectar y de tratar que las de los dolores del cuerpo.Atienden la salud mental.“Cuando a ti alguien te dice que tú no puedes salir, tú no puedes esto, no puedes aquello…, eso se vuelve un círculo vicioso que te lleva…no sé…es hasta penoso decirlo, pero te lleva hasta días enteros de ni siquiera levantarte y bañarte”, revela Luz Eusse, paciente de la clínica Monserrat.Luz, o Luppy como la llaman sus allegados, sufre desde hace año y medio de un trastorno mixto de ansiedad y depresión con bipolaridad. La enfermedad la ha llevado a estar 5 veces internada en la clínica por largos periodos. El último, durante el encierro de la cuarentena, duró 29 infinitos días.“Estar tan encerrada, tan sin poder hacer nada, entonces empiezas a tener mucha ansiedad, empiezas a no dormir. El no dormir te trae alucinaciones y las alucinaciones te traen más ansiedad, entonces viene más depresión”, agrega Luppy.Durante la pandemia en la clínica Montserrat, una de las más importantes en enfermedades de salud mental del país, las citas por causa de encierro, ansiedad y depresión aumentaron considerablemente. A la fecha, por ejemplo, de los 65 internos, el 40% lo están en situaciones derivadas del confinamiento.“Las preocupaciones laborales, las preocupaciones económicas, gente que perdió su trabajo, gente que tuvo que cerrar su negocio, todo eso empezó a notarse en la consulta prioritaria, que es la consulta de urgencias de nosotros. En esos meses de cuarentena, por ejemplo, la estadística es que el 63% de los que consultaron tenían temas relacionados o ansiedades relacionadas con la pandemia”, explica el doctor Omar Cuellar Alvarado, director general de la Clínica Monserrat.Por todos estos motivos, la línea 106, especializada en brindar apoyo de salud a la comunidad, derivada de la línea 123, debió implementar una nueva modalidad: equipos de atención mental y apoyo psicológico.“La línea se ha saturado de llamadas. Nosotros pasamos de 160 personas que teníamos a 530 atendiendo la línea 123. Ha habido meses en las cuales hemos recibido 4.800 llamadas promedio día, cuando normalmente nuestro promedio de llamadas eran 1.800 llamadas por día”, revela el doctor Andrés Álvarez, director de la línea 106.Para la psiquiatra Yahira Guzmán, experta en salud mental, los seres humanos necesitan de resiliencia, es decir, haber pasado por momentos duros en la vida y haberlos superado para poder enfrentar mejor el encierro.“Entonces en ese momento cada uno saca sus capacidades, por un tiempo va a estar triste, como angustiado, deja de dormir, lo que sea y luego se adapta. Entonces eso implica que cada vez tengas que ir buscando nuevas estrategias, nuevas cosas”, señala la doctora.Pero es que después de un tiempo prolongado de encierro, las personas con tendencia a padecer desórdenes mentales empezaron a perder la capacidad de sentir placer por cocinar, por trabajar, por comerse un chocolate e incluso por ver una serie.La situación durante este tiempo de incertidumbre sin duda fue más aguda para el personal de la salud que tuvo que hacerle frente al enemigo invisible sin saber realmente a qué se enfrentaban.Así lo revela el doctor Sebastián Mosquera, ortopedista pediátrico: “Yo tuve compañeros con los que estuve compartiendo con COVID y hay gente que estuvo muy mal. Hay unos compañeros que murieron lastimosamente, como médicos de urgencias, amigos y conocidos. Uno se pregunta, ¿qué va a pasar conmigo?”“El personal de salud que ya lo vivió llega con miedo porque se sabe que posiblemente las defensas que tengan no sean para siempre y puedan volverse a contagiar y tienen que volver a vivir todo lo que vivieron”, agrega el doctor Mosquera.Sofía y Lucía son dos hermanas que aprendieron a valorarse la una y la otra, a disfrutarse hasta las peleas; el piano, la pintura y la cocina hicieron de sus meses de encierro, que aún continúan, algo mucho más ameno.“Cuando estoy aburrida y no tengo nada más qué hacer pues digo ‘ok tengo mi piano justo al lado por qué no practico’. Y cuando uno comienza a practicar y uno practica y practica y practica y cuando uno se da cuenta ya le han pasado horas”, dice Lucía.Y así mientras la una canta la otra toca el piano, la vida se va volviendo más resiliente y más esperanzadora.“Hay que valorar todo lo que vaya a pasar y todo lo que tengamos, porque todo esto algún día se va a acabar”, piensa Sofía.“Busquemos la solidaridad, de aquí puede salir algo diferentísimo”, piensa por su parte Juanita Alarcón, psiquiatra infantil.Que deje de ser tabú y que busquen ayuda, eso es lo que pide Luppy.Hay que desaferrarse a todo lo que no se puede controlar y aferrarse a lo que sí se puede controlar: la familia, los amigos, la vida.Conozca más de El Proyecto es Colombia
Las consecuencias son evidentes. Además de un virus nuevo, hemos enfrentado a una emoción primitiva, poderosa y más contagiosa e imparable que el mismo coronavirus: el miedo, que alimentado por la incertidumbre, el aislamiento, la desinformación, el duelo y la quiebra económica, entre otros, está detonando o agravando trastornos de salud mental.Estamos viendo la punta del iceberg, solo los cuadros más graves, porque quienes sufren emocionalmente tienden a ocultarlo.“Yo sentía miedo a los 15 años como de hablar de esto con alguien, decirle ‘mira pasa esto’. Da miedo porque no sabes si te van a juzgar, a burlarse de ti”, revela Luz Ángela Puentes, diagnosticada con depresión.Históricamente, los problemas y trastornos mentales se han negado. Como si fueran algo que le pasa a los demás, cuestión solo de titulares o hasta de ficción. Trastornos de personajes como José Arcadio Buendía, el fundador de Macondo y el primero de la estirpe condenada a cien años de soledad.“José Arcadio Buendía tiene un diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Él ha presentado fenómenos alucinatorios, de interpretaciones erróneas de la realidad, que lo llevaron a ideas delirantes”, dice César Arango, presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría Biológica.“El que llegó más cerca de su enfermedad fue el sacerdote del pueblo. El padre Nicanor aprovechó la circunstancia de ser la única persona que había podido comunicarse con él para tratar de infundir la fe en su cerebro trastornado. Ni Úrsula, su esposa, logró descifrar los síntomas. Tampoco el sistema de salud macondiano”.Y aunque todo esto es pura ficción no está lejos de la realidad.“Nos toca ver con frecuencia cómo algunos pacientes antes de llevarlos al psiquiatra son llevados a exorcismos o digamos procedimientos de brujería”, explica el doctor Arango.Los estereotipos, prejuicios, desconocimiento y estigmas han puesto un velo sobre la salud y la enfermedad mental.(Lea también: Invertir en salud mental es invertir en bienestar y progreso: Luz María Salazar)¿Cuánto tiempo pasó desde el inicio de los síntomas hasta el diagnóstico?“Empecé con síntomas antes de los 14 y casi a los 18 me diagnosticaron. Pero fue como a la fuerza, porque a ese punto me tomé unas pastillas”, explica Luz Ángela.Así le pasa a la mayoría de pacientes, el diagnóstico suele demorarse entre 2 y 10 años y en esta, como en cualquier otra enfermedad, ese tiempo perdido empeora el pronóstico.“Cuando llegan al psiquiatra tenemos pacientes muy cronificados que pudo habérseles dado solución desde el principio, que debieron ser lo más funcionales posible y ahora comenzamos a pelear con rehabilitarlos, reintegrarlos”, explica Katherine Parra, psiquiatra de la clínica La Paz y especialista en derecho médico.Liliana Betancourt, psiquiatra de niños y adolescentes, asegura por su parte que: “Cuando llegan esos cuadros instaurados y podemos ver la historia clínica del paciente pues si es doloroso ver que esto sí se había podido evitar”.Sin duda, otra hubiera sido la historia de José Arcadio y, por supuesto, de Macondo si él hubiera recibido tratamiento a tiempo.“Hubiera podido tener una vida concurrente, digamos, con su entorno social, pero la situación que le ocurrió es la situación que le ha ocurrido a miles de enfermos mentales en la historia de la enfermedad mental. Que han terminado aislados completamente”, señala el psiquiatra César Arango.Programas de promoción de la salud mental desde la infancia, y de prevención, tratamiento y rehabilitación pueden evitar la enorme carga individual, familiar, social y financiera.Pero una cosa es lo que se debe hacer y otra la que se está haciendo.“Tenemos una atención primera en salud mental triste, pobre”, explica la doctora Parra.“Creo que hay que dar un enfoque más comunitario a la salud mental, donde se dé integralidad al paciente, y no esperar a que nos lleguen los intentos de suicidio para poner remedio”, indica por su parte Pedro Aguilera, director general de la clínica Emmanuel.La atención en salud mental se ha limitado al hospital, cuando este debería ser la última opción, como se firmó en la Declaración de Caracas en 1990.Incluso en ese enfoque miope y tardío de la atención hospitalaria de la enfermedad mental estamos fallando.“Me ha sido imposible tener una psicoterapia normal y cuando la tuve fueron 20 minutos”, relata Luz Ángela.“Se tiene el dato de que solamente el 17% de colombianos tiene acceso de alguna manera a la salud mental, el 83% de la población tiene una atención muy baja con respecto al tema”, explica el doctor Guillermo Mejía, médico con PhD en Psicología.Esto no debería pasar, entre otras, porque después de muchas políticas, sentencias, resoluciones y decretos, y con las mejores intenciones, en el año 2013 se promulgó una amplia y completa ley de salud mental.“Es una hermosa ley, pero quién la cuida, donde está la obligatoriedad, donde están sus reglamentaciones, no las tenemos”, se lamenta la doctora Parra.En eso coincide el doctor Aguilera, director de la clínica Emmanuel: “Uno ve con el retrovisor y estamos igual, no hemos tenido ningún impacto, seguimos igual que hace 7 años”.En el papel el paciente tiene 16 derechos, pero en la realidad el triple de obstáculos.“Por ejemplo, los planes complementarios y las pólizas de salud no reconocen los intentos de suicidio como parte de una enfermedad sino algo voluntario y no son cubiertos”, añade Katherine Parra.¿Le sorprende? pues las pólizas y prepagadas tampoco cubren la rehabilitación de farmacodependencia, y aunque se han hecho varias actualizaciones del POS, hoy el plan de beneficios está condicionado para ciertos diagnósticos, cuando son tecnologías mucho más baratas y con menos riesgos si se comparan con las disponibles para el manejo de otras enfermedades.“No debe ser una carga la enfermedad mental, debe ser una enfermedad crónica como la diabetes, como cualquier otra”, agrega Parra.En otra cara de la atención, por ejemplo, en el número de camas de salud mental por cada mil habitantes, comparada con otros países, Colombia está rezagada. Tener una unidad de salud mental con todos los estándares requiere de gran inversión, pero las EPS pagan poco por el servicio.Pero no solo los pacientes sufren las consecuencias del abandono de la salud mental y estigma.Los especialistas en salud mental no reciben los mejores pagos y ganan muchas veces menos que médicos de otras disciplinas, a pesar de que tienen la misma formación y deben estudiar permanentemente.Todo esto contribuye a la escasez de fuerza de trabajo interdisciplinario.Aunque queda tela por cortar es más que evidente que la salud mental sobrevive en medio del déficit crónico.Y eso sin hablar de poblaciones vulnerables como son, recientemente, los trabajadores de la salud o, de tiempo atrás, las víctimas del conflicto armado, la población privada de la libertad, la rural, los indígenas, entre muchos otros.“La salud mental no se ve como un tema prioritario que hay que atender. Los pueblos indígenas del Putumayo han estado solos”, señala Gina Coral Palchucán, psiquiatra de la Clínica de la Amazonía.Ha faltado ese enfoque integral, comunitario y diferencial, un tema agravado por la pandemia.“Entre abril y mayo, 7 de cada 10 personas que ingresaban aquí lo hacían por una conducta suicida relacionada con problemas depresivos, ansiosos. Para el mes de junio ya aumentaron los problemas de ansiedad relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas, alcohol, marihuana, cocaína”, revela la doctora Coral.Justo cuando la atención en salud mental está en crisis llega la pandemia.Reviva la décima entrega de “El proyecto es Colombia”Sus efectos han sido devastadores, según la OMS la pandemia ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental esenciales del 93% de los países del mundo.“No es sentarse a esperar qué va a pasar después de la pandemia, sino comenzar a tomar acciones desde ya para prevenir el impacto de lo que se viene; y también para acompañar en estos momentos tan difíciles a la comunidad”, apunta la doctora Katherine Parra.Lo anterior lo complementa el doctor Aguilera de la Clínica Emmanuel, “tenemos que estar preparados porque si no actuamos en este momento, pues el día de mañana vamos a tener que cambiar las camas de la UCI por camas en unidad de salud mental”.Sin salud mental no hay bienestar, ni progreso. Todas las personas merecen vivir felices.Esa necesaria y esperada reestructuración de la atención psiquiátrica ya está escrita. Ahora hay que materializarla de manera rápida y decidida. De lo contrario, todos seremos responsables de que a la salud mental le pase lo que a Macondo, que vivió el azote de la peste del olvido o, peor aún, lo que le pasó al primero de esta estirpe maldita.José Arcadio Buendía permaneció en el patio atado a un árbol, días antes mostró poca lucidez y su familia decidió atarlo en el castaño.
Ya traíamos una deuda en salud mental y esta crisis incrementa el déficit y por otro lado la demanda de atención. Desde su punto de vista de la región, ¿qué deben hacer nuestros debilitados sistemas de salud para atender esta situación de manera integral, rápida y cubrir las necesidades reales de la población?“Se requiere que todos los sectores incluido el Gobierno, la sociedad civil, los encargados de formulación de políticas públicas, los donantes, operantes internacionales, organismos sin ánimo de lucro, etcétera, etcétera deban tener conciencia en relación con la importancia de incrementar los recursos y la inversión en salud mental”.¿Disponen los países de financiación adicional suficiente para atender estas actividades?“No, la Organización Mundial de la Salud llevó a cabo un estudio entre los meses de junio y agosto este año y encontró evidencias muy importantes en relación a que definitivamente más del 60% de los países estaban demostrando que los servicios de salud mental realmente no estaban preparados para una respuesta oportuna, en relación con la exacerbación de los problemas y los trastornos en salud mental.Tres cuartas partes de los países que hacen parte del estudio señalaron además había muy poca preparación por parte de otros sectores como el sector de la educación y los lugares de trabajo para realmente brindar un soporte en relación con la respuesta a personas con dificultades o con riesgos en la salud mental”.Tenemos un enorme enemigo que es el estigma que lleva a discriminación a todo nivel. ¿Cuál puede ser la fórmula para combatirlo de manera efectiva?“La evidencia en términos generales señala que una estrategia fundamental para trabajar el tema relacionado con el estigma y la discriminación es contar con una información clara, veraz, oportuna como una clave importante para prevenir el estigma. La forma en que nos comunicamos es vital.Y que, por supuesto, nos den a nosotros elementos para cuidarnos, para asumir un cuidado responsable. Una comunicación que tenga principios relacionados con la solidaridad con el altruismo, el cuidado, el respeto por el otro.Uno de los legados de esta crisis tiene ver con la telemedicina que puede ser una solución para regiones alejadas y para aliviar un poco este déficit, a pesar de que en Psiquiatría ese contacto directo es fundamental”.Ustedes han hecho estudios sobre el tema en la adopción de la telemedicina y la teleterapia. ¿Qué han encontrado?“Lo que hemos encontrado, y lo que muestra el estudio, es que más o menos un 70% de los países han adoptado diferentes estrategias de tele y orientación para subsanar las brechas de los servicios de atención presenciales. Sin embargo, hay muchas disparidades y muchas diferencias entre los países, entonces siendo esto una oportunidad realmente no es muy factible para países de ingresos bajos, o ingresos medios cómo podría ser Colombia.Invertir en salud mental es invertir en bienestar y progreso, aquí hay un llamado enérgico a los dirigentes y gobernantes.Es absolutamente necesario incrementar los recursos y cuando hablamos de recursos, y no solamente estamos hablando de recursos financieros, que son fundamentales sino también en tecnología, también en los en la formación y la generación de capacidades para que todos los equipos aún no especialistas en salud mental desarrollen capacidades, expertise.Quienes invierten en salud mental definitivamente cosecharán beneficios, las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud informan que casi un billón de dólares son las pérdidas anuales de productividad económica causadas únicamente por problemas relacionados con depresión y con ansiedad. Es decir, cada dólar gastado en tratamiento de depresión y ansiedad nos indica que tenido un retorno de 5 dólares entonces la inversión es absolutamente retornable”.Reviva la décima entrega de “El proyecto es Colombia”El tema es extenso, el tiempo corto pero el llamado es claro: urgente incremento de la inversión. Su reflexión final.“Definitivamente en tiempos difíciles como los que hemos vivido este año se notan mucho más las brechas que hay para el acceso a los servicios de salud mental.Y como lo dice el lema de la Organización Mundial de la Salud no hay salud sin salud mental, se requieren recursos humanos técnicos y financieros para el logro de un mayor bienestar de todos los ciudadanos en cada momento de nuestro ciclo vital”.
Viendo el cuadro de los colombianos y su salud mental, basado en la encuesta que ustedes realizaron, ¿cuál es el cuadro clínico de la salud mental?“Hay dos momentos muy importantes, uno antes de la pandemia y el que estamos viviendo en el momento. Antes de la pandemia había ya una crisis en salud mental.En el estudio que lideró la universidad hicimos un aparte muy especial dependiendo del ciclo vital y dependiendo de si alguien tenía problemas, no patologías pero dificultades, o tenía trastornos que son digamos ya enfermedades, algo que requiere una intervención más aguda.En materia de trastornos se revisaron algunas enfermedades típicas que hay en niños y se encontró que de cada 100 niños había 5 que podrían presentar una dificultad.En materia de adolescentes se esbozó las problemáticas típicas del adolescente, encontrándose que de cada 100 adolescentes en 15 de ellos se encontraba una dificultad, no un trastorno.Pero cuando pasamos a hacer los trastornos, encontramos que la depresión, la ansiedad y el abuso de alcohol, entre otros, representa que de cada 100 adolescentes, 7 de ellos podrían presentar un problema o un trastorno que requiriese algún tipo de intervención.En materia de adultos lo típico que se ha encontrado que la depresión es lo más frecuente, encontrándose que un 5 por ciento, 5 de cada 100 personas, puede presentar depresión. En el abuso de alcohol se encontró que, dependiendo del grupo de edad, oscilaba entre 12 a 20 de cada 100 personas.El abuso de alcohol y la depresión se constituyen como los pilares más importantes de los trastornos de los adultos”.En el caso de los niños, ¿qué tanto se han exacerbado esos trastornos esas dificultades después de la pandemia y de la incertidumbre?“La desescolarización ha llevado a un cambio muy grande. Los niños dejaron de ir a su escuela, el sitio que los protegía mucho alrededor de tener relaciones sociales, actividades deportivas, aprendizajes nuevos, estar mucho más activo.Y dependiendo del estrato socioeconómico se ha sufrido diferente. Algunos niños han tenido más posibilidades de tener virtualización, entre tanto que otros tienen mucha menor opción, inclusive tienen que rotar el computador.Todo esto ha llevado a dificultades que se empezaron a manifestar inicialmente por miedo… miedo de todos, no solo de los niños. Los adultos y adolescentes también, mucho temor a enfermar a morir.Se veían muchas escenas complicadas, mucho temor, mucha incertidumbre. Mucho temor de que podía atacarnos. Eso ha representado un cambio”.Reviva la décima entrega de “El proyecto es Colombia”¿Cuándo hay síntomas de alarma y qué señales deben preocuparnos en los niños?“Yo pienso que es muy difícil dar unas pautas totalmente claras. Si un niño tiene muchas dificultades de dormir. Si un niño, o un joven, tiene mucha irritabilidad o si tiene dificultades de atender o si expresa miedos de salir a la calle, de entrar de nuevo a la socialización que se está invitando por parte de algunos colegios, hay algo que está andando mal”.Esas secuelas ya son una realidad. ¿Va a haber efectos de aquí a mediano o largo plazo?Epidemiológicamente se han descrito cuatro olas en una pandemia. La cuarta ola es lo que tiene que ver con el incremento de problemas psicosociales, de problemas mentales a raíz de los que comentas.De ahí la importancia de la forma como la sociedad, el Estado y el sistema de salud le den el lugar que corresponde al tratamiento de salud mental de los colombianos.“Afortunadamente pensamos que hay cosas muy buenas, paradójicamente, alrededor de la pandemia.Los sentimientos de solidaridad, de empatía, de cuidado por el otro, de que yo te cuido a ti y tú me cuidas a mí, de que tenemos que salir todos adelante van a ser muy importantes al momento de intervenir en esto.Igualmente hay muchas innovaciones que venimos realizando en la universidad de escucha activa, de punto de apoyo mental, que han contribuido desde plataformas a aquellos que no tienen con quién hablar, a quienes necesitan un poco de ayuda.Y pensamos que va a ser muy importante. Porque así como hay problemas graves, hay problemas moderados y leves que se pueden tratar alternativamente y ayudar a operar sobre la pandemia”.
Cuatro hombres y dos mujeres fueron detenidos en Mallorca, España, como los principales sospechosos de retener a un joven con discapacidad por dos días. Durante el secuestro le tatuaron dos penes en el rostro, con pegamento le sellaron la boca y hasta le cosieron los dedos de los pies.Según informa La Vanguardia, la víctima tuvo que ser atendida en un hospital por la gravedad de las lesiones. Investigadores intentan determinar si se trató de un "juego macabro que se salió de control" y confirmar si los hechos fueron grabados en celular, como se presume.Otro medio, Diario de Mallorca, detalló que la persona retenida es un varón de 30 años con discapacidad intelectual. “Se encontró con un grupo de jóvenes en la Plaza de España de Palma, y accedió a acompañarles al domicilio de uno de ellos”, especifica.Los seis detenidos, que tienen entre 20 y 30 años, están acusados por detención ilegal, lesiones y vejaciones.El proceso apenas inicia para determinar el grado de responsabilidad y las posibles condenas.
Un policía y dos civiles fueron capturados y enviados a la cárcel luego de ser señalados como responsables de haberse apropiado de 989 kilogramos de cocaína que habían sido incautados en el municipio de Palmira, suroriente del Valle del Cauca.“Tres importantes capturas, de un patrullero activo de la Sijín del municipio de Tuluá y dos particulares, quienes se confabularon en una ladrillera del municipio de San Pedro para apropiarse de una tonelada de estupefacientes”, informó Katheryne Covaleda, directora Seccional Valle del Cauca de la Fiscalía.Según el ente investigador, un fiscal del municipio de Palmira había ordenado la destrucción del alcaloide, por lo que fue llevado hasta dicha ladrillera. Sin embargo, cuando se encontraba en el interior de un horno, fue extraído supuestamente por parte de los procesados.“Las indagaciones llevaron a la captura de estas personas, presentadas ante un juez de garantías, y a la imposición de una medida de aseguramiento de carácter intramural por estos hechos de corrupción”, anotó la funcionaria.Durante las audiencias preliminares, la Fiscalía les imputó cargos por los delitos de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes agravado y peculado por apropiación. Ninguno de los tres los aceptó.Personal de la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional, Dijín, capturaron al uniformado y a los dos civiles el pasado 24 de febrero mediante órdenes judiciales y los hechos por los cuales son señalados habrían ocurrido el 8 de junio del 2020.
Un video que hela la sangre se ha hecho viral desde México. Se trata de un hombre que resulta colgando de la canasta de un globo aerostático que surcaba el cielo en la zona arqueológica de Teotihuacán.La persona resultó colgada de la parte exterior, únicamente con sus manos, mientras que voluntarios en tierra le decían que resistiera, al tiempo que intentaban halar el globo de una cuerda para que regresara al suelo.Finalmente, perdió las fuerzas, se soltó y cayó al vacío. Afortunadamente, antes de aterrizar, a unos 20 metros, se enredó con una soga y siguió pendiendo en el aire.La angustiante escena terminó con el rescate del hombre ileso.Medios de México detallan que se desconoce la fecha exacta del video, entre otros detalles, pero las autoridades se comprometieron a realizar operativos para que las empresas que presten estos servicios lo hagan de forma segura.
Un estudiante de una escuela preparatoria de Michigan, Estados Unidos, es blanco de investigaciones por parte de varios organismos luego de que detonara una bomba casera en un salón de clases.Según la investigación, el alumno de 16 años sufrió heridas leves y graves por el artefacto; la misma suerte corrieron cuatro compañeros, aunque con menor afectación.Un oficial manifestó que la intención del joven no era perpetrar un atentado, sino que se trató de una “grave falta de juicio”. No obstante, en la investigación del caso participan la Policía, el FBI y hasta la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos.Los investigadores concluyeron que fue un incidente aislado, pero siguen las pesquisas para “determinar qué tipo de material estuvo involucrado en la explosión y las circunstancias que contribuyeron".
El pico y placa para vehículos particulares sigue suspendido en la capital antioqueña, sin embargo, el pico y placa para taxis en Medellín sí aplica y desde el lunes primero de febrero rotó su numeración, según anunció la Secretaría de Movilidad.Los taxis eléctricos e híbridos, así como los que usan gas comprimido vehicular están exentos.También podrán circular durante la medida aquellos vehículos que requieran reparación o mantenimiento, siempre y cuando no lleven pasajeros.Para este martes 9 de marzo, el pico y placa para taxis en Medellín aplica en aquellos que terminen en el número 8.La medida inicia a las 6:00 de la mañana y finaliza a las 8:00 de la noche.Quien sea sorprendido incumpliendo la restricción será sancionado con una multa de 15 salarios mínimos legales diarios vigentes.