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Cronología de desavenencias entre la Corte Suprema de Justicia y Álvaro Uribe

No han sido pocos los desencuentros entre el alto tribunal y el expresidente. Todo empezó a fracturarse en los tiempos de la parapolítica.

alvaro uribe velez foto archivo colprensa.jpg

La relación entre Álvaro Uribe y la Corte Suprema de Justicia es una montaña rusa de pugnacidad y desencuentros. Todo empezó a fracturarse en los azarosos tiempos de la parapolítica, al comienzo de su segundo mandato presidencial.

La CSJ procesó, capturó y condenó a más de 60 parlamentarios por sus probados nexos con las Autodefensas, muchos de los cuales hacían parte de la llamada bancada de gobierno. Uno de los casos más emblemáticos fue el de Mario Uribe Escobar, primo del entonces presidente de Colombia.

El coordinador de las investigaciones era el magistrado auxiliar Iván Velásquez Gómez. Sobre él cayeron todos los señalamientos de los parapolíticos acorralados, que lo acusaron de fabricar testigos desde las cárceles.

Nunca pudieron probarle nada, pero ese discurso caló hasta la Casa de Nariño. Uribe Vélez comenzó a hablar de falsos testigos y arreció sus críticas contra la Corte Suprema, todo por cuenta de alias 'Tasmania', un exparamilitar que fue utilizado para desacreditar al magistrado Velásquez.

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“Eso es un prejuzgamiento muy grave”, dijo Álvaro Uribe en octubre de 2007, cuando era presidente.

En medio de la confrontación, otro escándalo de marca mayor estalló: la Yidispolítica. En abril de 2008, la excongresista Yidis Medina confesó que se había dejado comprar en 2004 por funcionarios del gobierno Uribe para aprobar la reforma constitucional que permitió la reelección presidencial.

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La Corte Suprema de Justicia la condenó a ella y al excongresista Teodolindo Avendaño, de quienes dijo que actuaron movidos por prebendas burocráticas y contratos impúdicos. Los ministros Sabas Pretelt y Diego Palacio terminaron condenados.

El presidente Uribe la emprendió contra la CSJ y contra Yidis Medina y, en junio de 2008, defendió su reelección así:

"La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia aplica justicia selectiva (…) la trampa del poder del terrorismo agónico para la cual se han prestado magistrados de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia no parece tener solución judicial", afirmó.

Mientras todo ello ocurría, el DAS, la agencia de inteligencia adscrita a la Presidencia, empezó a espiar a los magistrados de la Sala Penal que investigaban la parapolítica y la yidispolítica.

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Fue así como infiltraron sus esquemas de seguridad y estuvieron al tanto de las investigaciones reservadas. La persecución tenía un único fin: enlodarlos.

La encargada de esa operación ilegal fue la detective Alba Luz Flórez, más conocida como ‘la Mata Hari’. Como en una operación de película, Flórez logró reclutar, para su causa, al jefe de seguridad del magistrado Velásquez, así como a otros policías encargados de la protección de los juristas.

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Los convenció diciéndoles que debían serle más fiel al presidente que a sus protegidos, pero lo más inverosímil estaba por ocurrir: ‘la Mata Hari’ logró que dos funcionarias de servicios generales de la Corte, las mismas que les llevaban el tinto a los magistrados durante sus salas plenas, pusieran una grabadora para oírlos.

El DAS trató de desprestigiar a los magistrados del alto tribunal y a otros blancos escogidos por el organismo de inteligencia, a quienes rotuló como enemigos del presidente Uribe.

Sin embargo, esta operación criminal terminó al descubierto, el escándalo fue mayúsculo y los propios detectives confesaron sus andanzas ilegales.

Fue sentenciada la plana mayor del DAS, incluida su directora María del Pilar Hurtado. Hace pocos días, la justicia condenó al DAS y a la Presidencia por el espionaje al exmagistrado Velásquez.

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En 2010, Álvaro Uribe terminó su segundo mandato con esos escándalos a cuestas, aunque su guardia pretoriana ha insistido desde entonces en la tesis de la justicia politizada.

Lo demás es historia reciente: su llegada al congreso en 2014, sus peleas con el senador Iván Cepeda, las denuncias que lo persiguen desde hace años, cuando fue gobernador de Antioquia, y que hoy evalúa la Corte, y hasta el proceso contra su hermano Santiago Uribe por el supuesto patrocinio del grupo paramilitar de los 12 Apóstoles en Antioquia.

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Fiel a su estilo, Álvaro Uribe, siempre vehemente, ha reclamado su inocencia y la de su familia. Ahora, la CSJ le dictó medida de aseguramiento en un proceso por manipulación de testigos, por lo que atraviesa un momento difícil y, para entenderlo, esta cronología es necesaria.

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