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Jóvenes en Cúcuta, venezolanos y colombianos, buscan una oportunidad y ser escuchados

Al fenómeno de los migrantes que llegan con una mochila de sueños y necesidades se une el de los connacionales. Todo en una ciudad que ronda una informalidad en el empleo del 66%.

Jóvenes venezolanos y colombianos buscan una oportunidad y ser escuchados

El Bus Colombia llegó a Norte de Santander, un departamento en el que se unen diversas problemáticas: violencia, desempleo y la migración de miles de venezolanos que huyen de la pobreza y el hambre en su país.

Desde el páramo de Berlín, a 70 km de Cúcuta, se empieza a visualizar el fenómeno que ocurre en el nororiente de Colombia.

¿Por qué salió de Venezuela?
“Allá todo es en dólares, no en bolívares. Y eso no está matando”, dice.

• Vea, también: Jóvenes piden, en la basílica de Buga, "el milagrito de tener un buen presidente”

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Son caminantes, llevan una maleta cargada de sueños, pero también de dificultades. Como la desgarradora historia de Moisés.

¿Y su madre y su padre dónde están?
“Yo no tengo papá y mi mamá falleció”, responde.

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Moisés tiene 19 años y la familia que le queda son estos mochileros, cuyo único objetivo es sobrevivir. “A mí me preguntan si vuelvo a Venezuela, no. Sabemos cuándo nos vamos, pero no cuándo regresamos”, dice el joven.

Es ahí donde Eduardo Espinel cumple un papel fundamental con la Casa Venezuela. “Es una casa de paso, los últimos siete años hemos ayudado a más de 700 mil migrantes. Ayudamos también a población vulnerable en diferentes enfoques”, explica Espinel.

Lilibeth Villamizar hace parte de otro colectivo de jóvenes, El derecho a no obedecer. Ella también retrata las necesidades que no solo del migrante sino de los cucuteños.

“La apatía a las personas a las que les están violando los derechos humanos. En este caso no solo los migrantes que vienen de Venezuela sino las personas que han sido víctimas del desplazamiento rural en la zona de Cúcuta y en todo el departamento de Norte de Santander”, sostiene Lilibeth.

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Son necesidades que se evidencian en las cifras. El 14% de los jóvenes no estudia, ni tampoco labora. El 66% de la población de Cúcuta trabaja en la informalidad.

Son historias que retratan a una ciudad con un panorama triste, pero también jóvenes que a través del arte y la música buscan una alternativa ante tantos oídos sordos por parte de los líderes que los gobiernan.

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