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Escuche aquí completo el discurso de posesión de Iván Duque como presidente de Colombia

Habló del proceso con el ELN, de corrupción y de unión. “No más divisiones de izquierda y derecha”, recalcó.
Este es el discurso completo:
“Hoy desde esta majestuosa plaza que lleva el nombre de nuestro libertador Simón Bolívar, quiero agradecerle a Dios y al pueblo colombiano por brindarme el honor de conducir los destinos de la Patria.
Hoy llega a la Presidencia de Colombia una nueva generación, motivada por el servicio y no por el ejercicio vanidoso del poder, comprometida con el futuro y sin anclas en prejuicios del pasado, inspirada en la justicia social y en la seguridad como el cimiento de nuestras libertades, y dedicada a promover el entendimiento, el trabajo en equipo y la construcción de consensos.
Es una generación llamada a gobernar libre de odios, de revanchas, de mezquindades y con el mandato de millones de compatriotas de hacer de nuestro país una tierra grande donde los símbolos de nuestro tricolor retomen su significado.
En alguna ocasión el célebre Darío Echandía se preguntó: '¿El poder para qué?', su humildad elocuente era una invitación para reflexionar y no olvidar que gobernar es un camino que sólo deja legados cuando se cimienta en los principios. La diplomacia sin principios es la hipocresía, la democracia sin principios conduce a la anarquía, la política sin principios se transforma en corrupción y el poder sin principios rápidamente muta al autoritarismo.
Quiero gobernar a Colombia con valores y principios inquebrantables, superando las divisiones de izquierda y derecha, superando con el diálogo popular los sentimientos hirsutos que invitan a la fractura social, quiero gobernar a Colombia con el espíritu de construir, nunca de destruir.
El bicentenario
Este compromiso que asumo hoy está basado en nuestra historia. El próximo año estaremos celebrando el bicentenario de la independencia de Colombia y el nacimiento pleno de la identidad republicana de la Nación.
Este será el gobierno del bicentenario y todos construiremos la Colombia del bicentenario, para lo cual más allá de las celebraciones tradicionales debemos hacer reflexiones profundas sobre nuestro pasado y nuestro futuro.
El bicentenario nos debe llevar a recordar cómo nuestros padres de la patria fueron capaces de dejar sus egos para forjar un propósito común. La impronta imborrable de Bolívar, Santander, Sucre, Córdoba, Urdaneta, al igual que los valientes lanceros que se crecieron en la batalla de Boyacá para entregarnos la libertad, nos debe reafirmar lo grande que somos y podemos ser cuando tenemos objetivos compartidos.
Cuando nos unimos como pueblo nada nos detiene. Cuando todos aportamos somos capaces de hacer realidad proezas propias que ni siquiera el realismo mágico es capaz de imaginar.
El pasado también nos enseña que los dogmatismos pueden llevarnos a grandes fracasos. El amanecer independentista fue opacado por la Patria Boba, y durante varias décadas de la República las guerras entre hermanos que dejaron dolor y muerte,  y las rencillas de la pequeña política trajeron consigo inestabilidad institucional y retrasos en el proceso de desarrollo.
La historia de Colombia deja en evidencia que somos una nación valiente, laboriosa, que no se amaina al primer ruido. Y por grande que sean las adversidades es aún más grande nuestro deseo de progresar.
No me canso de decir que Colombia es resiliencia. Hemos sido capaces de construir un vigoroso y diverso aparato productivo en medio de tres cordilleras y difíciles laderas, hasta convertirnos en una economía impetuosa cuyo potencial no cesa de ser reconocido en el mundo entero. Hemos sido capaces de lograr que la pobreza se reduzca, se expanda la clase media y que aumente la cobertura en salud y educación.  Imposible olvidar la valentía y fervor de nuestras Fuerzas Militares y de Policía que han enfrentado la crueldad de los criminales, la anarquía del terrorismo y la codicia del narcotráfico, saliendo victoriosos y demostrando q los violentos nunca ganarán.
Pero analizar el pasado tiene que ser la oportunidad para reconocer que muchos problemas crecieron, no tuvieron soluciones oportunas y en repetidas ocasiones se transformaron en terribles amenazas. Así ocurrió con el abandono de muchas regiones, con el narcotráfico, con la corrupción, con el clientelismo, con la falta de acceso a bienes públicos en muchas comunidades.
Ser una nación resiliente que sabe transformar las adversidades en oportunidades es la razón por la cual debemos aprovechar el Bicentenario para corregir el pasado y construir el futuro. No puede haber egoísmos. Gobernar a Colombia requiere grandeza para mantener todo lo que funcione, corregir todo lo que sea necesario y construir nuevas iniciativas, instituciones y programas que le aseguren a nuestro país un futuro de  justicia social.
El país que recibimos
Hoy más que nunca tenemos que ser capaces de mirar nuestra Nación con optimismo sin dejar de enfrentar la realidad y llamar las cosas por su nombre. Los colombianos tenemos enormes retos.
Recibimos un país convulsionado. Más de 300 líderes sociales han sido asesinados en los últimos dos años, los cultivos ilícitos se han expandido exponencialmente en los últimos años, bandas criminales aumentan su capacidad de daño en varias regiones del país, se han hecho promesas y compromisos con organizaciones sociales sin asegurar su financiamiento.
Tenemos que devolverle el valor a la palabra del Estado. La creación desordenada de agencias y programas está acrecentando la desconfianza ciudadana y la frustración de los beneficiarios de estas iniciativas, incluidas las víctimas y las regiones golpeadas por la violencia.
En materia económica se han cometido errores que debemos enmendar. Una política tributaria motivada por la expansión del gasto ha llevado a que tengamos cargas asfixiantes y que se afecten el ahorro, la inversión, la formalización y la productividad.
La equivocación de haber expandido los gastos permanentes con base en el espejismo de una bonanza petrolera transitoria, y luego intentar sustituir petróleo por impuestos afectó a generadores de empleo y consumidores.
La cantidad de trámites engorrosos y la proliferación de ventanillas, sumado a la inestabilidad jurídica por cambios regulatorios abruptos, ha traído consigo efectos negativos en el clima de negocios de varios sectores necesarios para nuestro presente y  nuestro futuro.
Nos  duelen los constantes escándalos de corrupción en la alimentación escolar, en el sistema de salud, en proyectos de infraestructura, en los abusos de la contratación directa o en los peligrosos carteles de únicos proponentes, que  han deslegitimado al Estado, malgastado escasos recursos públicos, privado a miles de ciudadanos de servicios esenciales y ameritan nuestra acción inmediata.
Construir el futuro
Saber valorar lo que somos y hemos sido como país es la base para construir un mejor futuro. Ser honestos: saber llamar las cosas por su nombre y abordar los retos con optimismo y compromiso es lo que tenemos que hacer. Esta debe ser nuestra meta para los próximos años. Los invito a que todos construyamos un gran pacto por Colombia, a que construyamos país, a que construyamos futuro y a que por encima de las diferencias estén las cosas que nos unen.
No se trata de pensar igual, no se trata de unanimismos, no se trata de eludir las sanas discrepancias de ideas que enriquecen la democracia. Se trata de ser capaces de darle vida a los consensos necesarios para que seamos una nación grande, sólida y segura.
Siempre he dicho y lo seguiré diciendo: soluciones y no agresiones.
Quiero ser el presidente que forje y logre esos acuerdos pensando en lo que necesita Colombia sin caer en la tentación del aplauso transitorio. 
Pacto por la legalidad
Esa es la base de pensar en un Acuerdo por la Legalidad. Quiero una Colombia donde todos podamos construir la paz, donde se acaben esas divisiones falaces entre amigos y enemigos de la paz, porque todos la queremos. Por el respeto a Colombia y por el mandato ciudadano que recibimos, desplegaremos correctivos para asegurar a las víctimas verdad, justicia proporcional, reparación y no repetición. También corregiremos fallas estructurales que se han hecho evidentes en la implementación. Las víctimas deben contar con que habrá reparación moral, material y económica por parte de sus victimarios y que no serán agredidas por la impunidad.
Creo en la desmovilización, el desarme y la reinserción de la base guerrillera. Muchos de ellos fueron reclutados forzosamente o separados de su entorno por la intimidación de las armas. Estoy convencido y comprometido con buscar para la base de esas organizaciones, oportunidades productivas y velar por su protección. También nos esforzaremos por la provisión de bienes públicos en todas las regiones del país, empezando por las que han  sido golpeadas por la violencia.
Colombianos, la paz la tenemos que construir todos y para ello debemos tener claro la importancia de contar con una cultura de legalidad sustentada sobre el Estado de Derecho. Sólo una sociedad donde la seguridad y la justicia garantizan la aplicación de la ley, logra derrotar la violencia.
Ha llegado el momento de evitar que los grupos armados ilegales que secuestran y trafican drogas pretendan ganar beneficios mimetizando sus delitos con causas ideológicas. Sencillamente debemos dejar claro  que en adelante en nuestra Constitución el narcotráfico y el secuestro no son delitos conexos al delito político ni mecanismos legítimos para financiar y promover ninguna causa. Hoy mismo le cumplo a Colombia y  llevaré esta iniciativa ante el Congreso de la República.
Construir la paz requiere que derrotemos los carteles de la droga que amenazan distintos lugares del territorio. Vamos a ser efectivos en la erradicación y sustitución de cultivos ilícitos de la mano de las comunidades, en la puesta en marcha de proyectos productivos y en romper las cadenas logísticas y de abastecimiento de las estructuras del narcotráfico. No vamos a permitir que los “disidentes”, los “combos”, los “clanes”, las mal llamadas “oficinas” sigan haciendo de las suyas en la Costa Pacífica,  en nuestras fronteras y  en nuestras regiones más apartadas. Velaremos por la sanción efectiva de quienes pretendan reincidir o burlarse de las víctimas ocultando armas o recursos necesarios para la reparación.
Como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y en colaboración con las autoridades judiciales vamos a actuar en todo el territorio nacional para desarticular las redes de crimen organizado y llevarlas ante la Justicia,  haciendo valer la premisa: el que la hace, la paga.
Agradezco a muchos países que nos han apoyado y vamos a estar con los Estados Unidos en la lucha contra el crimen transnacional.
Durante los primeros 30 días de nuestro gobierno vamos a realizar una evaluación responsable, prudente y completa del proceso de conversaciones que durante 17 meses se ha adelantado con el ELN. Nos vamos a reunir con las Naciones Unidas, la Iglesia Católica y los países que han venido apoyando dicho proceso, para que en el marco de la independencia y la institucionalidad del Estado, compartan con nosotros el balance acerca del mismo. Quiero dejar claro que un proceso creíble debe cimentarse en el cese total de acciones criminales, con estricta supervisión internacional, y tiempos definidos. Queremos avanzar pero el pueblo colombiano no tolerará que la violencia sea legitimada como medio de presión al Estado.
La legalidad implica que trabajemos por la seguridad ciudadana. Que tengamos mecanismos para georeferenciar el delito, que desarticulemos estructuras, que persigamos los jíbaros que inducen a los niños a la tragedia de la droga, que sancionemos con cadena perpetua a los proxenetas, a las 'Madames”' a los violadores y asesinos de menores y de mujeres y que nos concentremos en la prevención del crimen. Legalidad significa que formemos una sociedad de valores, que desde edad temprana formemos en cívica, urbanidad y respeto para sembrar en los ciudadanos una muralla ética que complemente las enseñanzas del hogar.
Quiero invitarlos a que juntos construyamos la legalidad enfrentando la corrupción con todas nuestras fuerzas. Le prometí a Colombia que como presidente asumiría esa tarea con entusiasmo y hoy anuncio que vamos a empoderar a la ciudadanía para denunciar los corruptos y que ellos sepan que todos los estamos mirando y los vamos a señalar.
Endureceremos las penas para los corruptos y les aplicaremos que no gocen de casa por cárcel ni reducción de penas, vamos a sancionar severamente a empresas, dueños y gestores que corrompan funcionarios, prohibiendo su contratación con el Estado, vamos a promover los pliegos tipo en todos los contratos de las entidades estatales, limitar a no más de tres períodos la presencia en cuerpos colegiados de elección popular, hacer imprescriptibles los delitos contra la administración pública y hacer de la publicación de la declaración de renta de todos los funcionarios un deber constitucional. Hoy con agrado y motivación presento ante el país y el Congreso este paquete anti-corrupción porque la defensa de la ética pública es de todos y juntos tenemos que lograrlo.
El camino de la legalidad demanda que logremos entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Poder Judicial una reforma a la justicia que la haga más eficiente, más cercana al ciudadano, más confiable y que nos permita garantizar oportunamente los derechos de todos los Colombianos.
La reforma a la Justicia no da espera, porque la mora judicial, el hacinamiento carcelario, los procesos interminables, la precaria tecnología con la que operan nuestros despachos, los riesgos de corrupción y en muchos casos la falta de transparencia y coherencia procesal y probatoria se van carcomiendo la esperanza colectiva. 
Legalidad también significa mejorar las condiciones de la Fuerza Pública, brindarles un acceso de calidad a bienes y servicios, radicar en el Congreso la Ley del Veterano que  se traducirá en mayor bienestar para nuestros héroes. Asimismo darles a los soldados y policías un marco institucional y jurídico serio y riguroso para que puedan cumplir su deber constitucional en estricto apego por los derechos humanos, sintiendo el afecto de todo un pueblo. Como diría nuestro padre de la Patria Francisco de Paula Santander “un país que sabe honrar a sus héroes, es un país que sabe forjar su futuro”.
Legalidad significa defender la vida de todos los colombianos y proteger la integridad de los líderes políticos y sociales y de nuestros periodistas. Nos duele cada homicidio, cada ataque, cada amenaza. Vamos a trabajar con la Defensoría del Pueblo, con la Procuraduría General de la Nación y con la Fiscalía para prevenir la violencia contra ellos y sancionar ejemplarmente a los autores intelectuales y materiales de los crímenes e intimidaciones que han enlutado a nuestro país. Esta tarea es de todos. De todos, y todos los colombianos debemos rechazar cualquier forma de violencia que pretenda acallar las voces libres de nuestros compatriotas.
Esa legalidad construida por el matrimonio de seguridad y justicia nos garantiza el balance que se encuentra esculpido en nuestro escudo con las palabras libertad y orden.
Pacto por el emprendimiento
Así como valoramos la legalidad, ha llegado el momento de hacer del emprendimiento la base de nuestro progreso económico y social. Colombia debe ser un país donde micro, pequeñas, medianas y grandes empresas progresen de manera sostenible para generar empleos de calidad. Por eso pondremos en marcha un programa de reactivación económica que nos permita, con responsabilidad fiscal, tener un sistema tributario y de desarrollo productivo orientado a la inversión, el ahorro, la formalización, la productividad y la competitividad de nuestra economía.
Eliminando gastos innecesarios, haciendo más eficiente la administración pública, adoptando la facturación electrónica y mejores sistemas de fiscalización, además de hacer más eficiente, progresivo y equitativo el sistema tributario, lograremos cumplir la meta de aumentar el recaudo mientras bajamos impuestos a los generadores de empleo y mejoraremos los ingresos de los trabajadores.
Implementaré todas las reformas estructurales que se requieran para asegurar la sostenibilidad fiscal de la Nación y nos propondremos consolidar un crecimiento potencial superior al 4 por ciento del PIB.
Nuestra economía debe fortalecerse todos los días. Vamos a eliminar trámites innecesarios y hacer más expeditos los existentes, vamos a ponerle fin a regulaciones absurdas que expanden el peregrinaje burocrático y crean incentivos a la corrupción. Estamos comprometidos con la seguridad jurídica y con que Colombia sea un país con las mejores condiciones regionales para la creación de nuevos emprendimientos donde la tecnología, los servicios, las empresas B, las industrias creativas, el turismo, la agroindustria, entre otros, sean jalonadores del crecimiento.
Todos los sectores productivos del país deben sentirse seguros de que no habrá en mi gobierno ninguna hostilidad que les impida crecer y hacer crecer a Colombia.
En nuestro gobierno diversificaremos nuestra producción y nuestras exportaciones para que además de las manufacturas produzcamos mentefacturas y reducir la dependencia en las materias primas, agregando valor y posicionando nuestras marcas, diseños y sellos de calidad. Quiero que los jóvenes de Colombia escuchen esto con atención: estamos comprometidos con el impulso a la Economía Naranja para que nuestros actores, artistas, productores, músicos, diseñadores, publicistas, joyeros, dramaturgos, fotógrafos y animadores digitales conquisten mercados, mejoren sus ingresos, emprendan con éxito, posicionen su talento y atraigan  los ojos del mundo.
Nuestra visión del emprendimiento está pensada para el desarrollo del campo, estimulando que los pequeños productores se integren al desarrollo agro-industrial. Quiero un campo con inversión dinámica, detonada por incentivos a la generación de empleo permanente, un campo respaldado por una política de comercio exterior que abra mercados y donde podamos aplicar instrumentos efectivos a las prácticas depredadoras de muchos competidores. Un país que confía en sus campesinos, en sus productores y les permite abrirse al mundo, no solo logra la seguridad alimentaria, sino que  convierte su campo en un motor de transformación social.
Colombianos tenemos que culminar las obras de infraestructura necesarias para la competitividad, crear las condiciones para una mayor inversión en conectividad, valorar el sector minero-energético y facilitar un mejor uso de las regalías para las inversiones sociales, compensando mejor a las regiones productoras en estricta responsabilidad social y ambiental.
La Colombia del emprendimiento, la Colombia del desarrollo empresarial, es la misma que debe mirar con afecto al sector cooperativo y a todos los micro y pequeños emprendedores que reclaman facilidades, buen trato y menos presiones por parte del Estado. Basta ya de un Estado que mira al micro, pequeño y mediano empresario como una fuente de recursos, hoy el Estado debe ver en ellos un aliado estratégico para la generación de calidad de vida.
Una sociedad de emprendedores nos permite ver mas allá de lo evidente. Nos permite ser creadores y no simples consumidores del ingenio de otros. Nos permite pensar en grande, tener multinacionales nacidas en nuestro territorio. Nos permite aspirar a ser el epicentro regional de robótica, inteligencia artificial, internet de las cosas, biotecnología y análisis integrado de datos. Colombia debe entrar en este camino, para ser un jugador decisivo en la cuarta revolución industrial. Quiero esa Colombia para nuestros jóvenes y vamos a crear las condiciones para lograrlo. Es cierto que nos tomará tiempo, pero ha llegado la hora de empezar.
Pacto por la equidad
El propósito final de la legalidad y el emprendimiento es la equidad. Tiene que derrotar la exclusión. Colombia tiene que reducir las brechas entre ricos y pobres, eliminar las distancias entre regiones que acarician el desarrollo y otras que se sienten atrapadas en la exclusión y la miseria, derrotar la falta de acceso a bienes públicos de muchas comunidades y proponernos acabar con la pobreza extrema en los próximos años. Quiero que nuestro gobierno sea recordado como el gobierno de la  justicia social, quiero que nuestro gobierno sea recordado por trabajar por la equidad.
La equidad no se genera por decreto, ni mucho menos en las ilusiones perniciosas del populismo que ha causado estragos en varios países de la región. La equidad surge de un país que genera una relación armónica entre empleadores y empleados, de un país que estimula la formalización laboral y que provee educación, salud, cultura, deporte, vivienda, movilidad, seguridad y servicios públicos a la población más necesitada.
Para construir equidad tenemos que mirar hacia el Pacífico, hacia nuestras comunidades indígenas, hacia la Orinoquía, hacia la Amazonía y hacia muchos lugares del territorio golpeados por la violencia, por la corrupción, por el abandono institucional del Estado. Vamos a estar en todas estas regiones actuando con el diálogo social y tomando decisiones que permitan corregir los errores del pasado. 
Nuestra agenda de equidad aborda la educación con un enfoque integral de primera infancia, ampliación de la jornada única con doble alimentación, promoción de la formación para el empleo y la doble titulación, ampliación de la universidad gratuita para los más vulnerables y valoración de nuestros profesores. La educación será el motor del cambio social que vamos a dejarle a nuestro país. Mi padre y mi abuelo fueron hijos de la Universidad Pública y quiero verla fortalecerse con excelencia académica.
La equidad nos exige enfrentar la crisis de la salud como prioridad. Sanear financieramente el sistema, denunciar y derrotar la corrupción, despolitizar hospitales públicos, incorporar la calidad del servicio como elemento de remuneración y de sanción a las EPS, en adición a un sistema de de prevención y promoción efectiva son banderas que asumimos con ímpetu. En nuestro gobierno la salud estará volcada al paciente y a su calidad de vida.
Equidad significa que mejoremos las condiciones del adulto mayor, que hagamos efectivos los derechos de los trabajadores, que hagamos una reforma pensional sostenible que permita asignar los subsidios hacia los más pobres y que hagamos de los programas de vivienda el camino de acceso a la propiedad como factor de ahorro en las familias colombianas. Equidad es atender e incluir a la población discapacitada en el acceso a oportunidades y que las minorías étnicas asuman roles visibles de liderazgo en el gobierno, el sector privado y los sectores sociales.
Equidad también es la responsabilidad que como sociedad tenemos de atender a nuestros hermanos venezolanos en su condición de migrantes y que hoy tocan nuestras puertas.
Equidad es darle vida al deporte y a la cultura como medios para que el talento se traduzca en progreso. Vamos a valorar nuestra herencia ancestral, nuestras tradiciones, nuestra literatura afro-descendiente, nuestras lenguas indígenas, nuestro folclor, para hacer de la cultura un vehículo de cohesión social.
El ambiente y la ciencia
Un país construido desde la legalidad, el emprendimiento y la equidad, demanda que nos comprometamos con el medio ambiente. En los próximos cuatro años vamos a fortalecer el Sistema Nacional Ambiental, aumentar exponencialmente las fuentes renovables de energía, promoveremos el uso masivo de los vehículos eléctricos, aplicar una estrategia nacional contra la deforestación y crear una cultura colectiva de protección de nuestros páramos, nuestras fuentes de agua, nuestra biodiversidad, mientras nos hacemos más conscientes de reducir la huella individual de carbono. Seremos un país que aplique a todos los sectores productivos la idea del respeto inequívoco al medio ambiente bajo la premisa de producir conservando, conservar produciendo.
Lo mismo debe ocurrir con la ciencia, la tecnología y la innovación. No podemos ver cómo nos estamos quedando rezagados frente al mundo. Vamos a revivir la Comisión de Sabios creada en los años 90, ponernos la meta de duplicar la inversión en el sector y utilizar mejor los recursos de las regalías para aplicar el conocimiento hacia el porvenir científico del país.
Colombia frente al mundo
Todos estos propósitos nacionales tenemos que armonizarlos con nuestra política exterior. Vamos a buscar el respaldo internacional a nuestra agenda de presente y de futuro y vamos a actuar con convicciones y principios irrenunciables.
Haremos respetar la Carta Democrática Interamericana, promoveremos la libertad de los pueblos de la región y denunciaremos en los foros multilaterales, con otros países,  las dictaduras que pretenden doblegar a sus ciudadanos.
Lo haremos con palabras y argumentos, sin ningún actitud bélica.
Protegeremos nuestros territorios, nuestras fronteras, nuestra riqueza y fortaleceremos la cooperación multilateral en materia de inversión, seguridad, innovación, comercio y ciencia y tecnología.
El gran pacto por el futuro
Esa es la Colombia del futuro que se construye desde este presente. Vamos todos a trabajar por ese pacto que nos permita construir el país que nos merecemos. No dejemos que el odio interfiera en este propósito, no dejemos que nada nos distraiga del camino de la unión. No más divisiones de izquierda y derecha: somos Colombia, no más falsas divisiones entre neoliberales y socialistas: somos Colombia, No más divisiones entre ISMOS : somos Colombia.
Me honra invitarlos a que juntos trabajemos, a que hagamos historia. Es un honor emprender este camino con la primera mujer vicepresidenta de nuestra historia, Marta Lucía Ramírez. Es un honor haberle cumplido a Colombia con un gabinete de personas expertas en sus áreas y motivadas por servirle a patria y por darle a Colombia el primer gabinete paritario entre hombres y mujeres.
Nuestro gobierno estará permanentemente en las regiones, dialogando con los ciudadanos, buscando opciones para atender sus necesidades. No haremos milagros, pero lo daremos todo por el porvenir de Colombia. No reconozco enemigos, no tengo contendores políticos, mi único deseo es gobernar para todos y con todos los Colombianos.
Nuestro gobierno trabajará por introducir cambios sustanciales a la forma de hacer política. Trabajaremos con el Congreso en armonía y buscando inversiones estratégicas para las regiones, pero sin dádivas, prebendas, canonjías o acuerdos burocráticos y promoveremos una reforma política que abra el espacio para eliminar el voto preferente, propiciar la democracia dentro de los partidos y asegurar el financiamiento público de las campañas.
Imposible no recordar hoy, con este Capitolio que tengo a mis espaldas,  mi paso por el Senado de la República. Recinto que ha albergado las palabras y los debates de muchos de los grandes de Colombia. Allí tuve el honor de ejercer la política con ideas y argumentos y conocí a fondo los desafíos de nuestra sociedad. Sin esa experiencia no habría podido darle forma al proyecto de país que unidos construiremos en estos cuatro años. Allí tuve el honor de trabajar al lado de un líder y un ser humano singular , Álvaro Uribe Vélez.
Quiero que sepan los colombianos que actuaré con humildad. No seré un presidente encerrado en un Palacio, porque el único Palacio que espero habitar es el corazón de los Colombianos.
Colombianos: hoy con honor asumo como presidente de este gran país. Recuerdo a mis ancestros antioqueños y tolimenses.
María Juliana, Luciana, Matías y Eloísa: ustedes son mi vida.
Honro la memoria de mi padre a quien hoy le agradezco eternamente sus enseñanzas y le expreso mi amor a mi madre y mis hermanos Andrés y María Paula.
Quiero que la vida de los colombianos empiece a cambiar ya. Que con esperanza, con ilusión, iniciemos en este momento el camino a la felicidad que nos corresponde como Nación. Hoy le entrego mi vida a Colombia, a sus ciudadanos, a este tricolor que brilla en el firmamento.  
Convoco a todos los colombianos, a los trabajadores, a los gremios, a los empresarios, a los sindicatos, a los partidos políticos, a las organizaciones sociales a hacer realidad juntos este Pacto.
Los invito a que construyamos país, porque este es el esfuerzo de todos. Los invito a que no dejemos que nadie nos arrebate este sueño. Que Dios bendiga a Colombia.

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