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Como un virus “casi macabro” describe al COVID este viceministro que sobrevivió tras dura batalla

En medio de su impactante testimonio, el funcionario reprocha que aún haya personas esperando irse de fiesta.

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A los 38 años, el viceministro de justicia, Javier Sarmiento, estuvo al borde de la muerte en una unidad de cuidados intensivos por cuenta del COVID-19.

“La fuerza de ese virus, digo yo, casi que macabro, me llevó a estar internado en una clínica, en una UCI intubado. Yo no fumo, no tengo comorbilidades, preexistencias de ninguna manera y una vida sana y la verdad me hizo mucho daño, al punto que me llevó a estar, digo yo, del otro lado”, cuenta.

El funcionario está convencido de que un milagro le devolvió la vida cuando ya se iba y tiene una admiración renovada por el personal médico de la Fundación Cardio Infantil que lo salvó.

“Bueno, yo despierto de estar intubado un poco desorientado porque lógicamente allí uno no sabe si es de noche, si es de día, qué hora es, la primera reacción es buscar llamar a mi familia para avisarles. Yo llamo a mi esposa, rompo en llanto (…) le digo ‘me salvé, me salvé, me salvé’”, recuerda.

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Se trata del más alto funcionario del gobierno deIván Duque que ha llegado a un estado tan crítico por cuenta delCOVID-19,aunque hay preocupación también por lasalud del ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo. Durante cuatro días, Sarmiento permaneció sedado e intubado mientras su familia se deshacía en llanto.

A mí me ardía respirar, me dolía tener consciencia, el hecho de existir, yo decía: ‘Dios, mi esposo en este momento está en cuidados intensivos’ (…) yo sentía la hiel en mi boca, un sabor ácido que nunca se me quitó hasta que mi esposo regresa a casa y empiezo a ver su recuperación”, cuenta Iveth Carmen Aristizábal, esposa del viceministro.

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Pensó que era “una gripa más”

El viacrucis de Sarmiento empezó el pasado 6 de diciembre, cuando sintió una leve indisposición. Una gripa más pensó y recordó que entonces llevaba 17 pruebas PCR pasando invicto.

Dos días después perdió el olfato y confirmó que tenía COVID. Se aisló y siguió todos los protocolos en casa hasta que se agravó.

Cuando llegó al hospital sus pulmones estaban invadidos.

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¿Le tocó ver alguien que se complicó en el tiempo que estuvo ahí?

“Sí, lamentablemente varias personas que estaban ahí se fueron a descansar, es duro, es duro. Y bueno también cuando uno dormía y se levantaba y veía otra persona ahí, ya habían rotado las camas. Ver personas adultas mayores, la verdad es muy duro”, dice.

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Hoy el viceministro Sarmiento lo ve todo con un cristal distinto y se sabe afortunado porque logró esquivar la emboscada más feroz del virus.

Algo que no pudieron hacermás de 50 mil colombianos que se fueron a destiempo. Por eso, su indignación cuando ve que 300 inconscientes se fueron de parranda a Cartagenaa bailar y a beber apeñuscados o que en Bogotá o Cali todavía hay gente que arma rumbas mientras los médicos no dan abasto.

Yo no entiendo qué puede pasar en la mente de una persona de estas que se va de fiesta y, sin tapabocas, a compartir con 20, 30, 50, 100 personas. Es que es ilógico, es inexplicable. Yo, la verdad, cuando veo eso en televisión me genera mucha rabia, me genera estupor”.

¿Indisciplinados a prestar servicio social?

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En ese sentido, dice que, aunque es un asunto de alto gobierno que todavía no se ha discutido, no le disgusta la propuesta de que esos fiesteros sin tregua terminen en hospitales y clínicas prestando un servicio social.

“Yo creo que hasta que la gente no vive esto de verdad y no empiezan las muertes en su entorno cercano, pues creo que la gente no comprende, no dimensiona”, expone.

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Todavía no se ha recuperado del todo, aunque va por buen camino. Sin embargo, en su memoria se instaló para siempre el eco de los sonidos de la UCI, ese lugar donde uno de cada tres pacientes intubados no despierta jamás.

“Yo los primeros días cuando llegué a mi casa no dormía bien, yo creo que yo replicaba los ruidos de los aparatos, de toda esta tecnología que hay allí para conectar, bep, bep, las conexiones, yo tengo este brazo morado de tantos procedimientos”, recuerda.

“Hubo un día muy duro que mi hijo me pregunta: ‘mami, por qué mi papi no ha regresado’, me lo repitió varias veces, le dije hijo porque lo están cuidando en la clínica, entonces como ya le había respondido varias veces lo mismo un día me dice: ‘mami, ¿es que mi papá no va regresar?’", narra su esposa.

Por fortuna regresó y hoy junto a su esposa Iveth y su pequeño hijo Emiliano, de apenas cuatro años, celebra a rabiar que el hilo del cual pendía su vida, finalmente, resistió el tijeretazo de la muerte.

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