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Enfrentando dos enemigos: la realidad de los niños ucranianos con cáncer

A cerca de tres mil niños y adolescentes con esta enfermedad la guerra no solo les interrumpió sus clases, planes, relaciones, también sus tratamientos.

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Ante la grave situación por la guerra en Ucrania, no hay opción de dar continuidad y seguimiento oportuno a los tratamientos de los niños con cáncer. Sin embargo, en medio de la guerra en también ocurren milagros: fundaciones, hospitales, autoridades, empresas privadas, públicas y particulares de diferentes países se han unido para garantizar que los niños y adolescentes con cáncer puedan encontrar un lugar seguro para continuar con sus tratamientos. Hoy, ya más de 600 menores han sido evacuados a países como Alemania, Francia, Italia, España, Estados Unidos y Canadá.

Gracias a la articulación de muchos de estos actores, la mayoría de los menores y sus familiares han sido llevados en convoy a países como Polonia y, desde allí, trasladados a sus destinos finales. Uno de estos países solidarios ha sido España donde, desde el 12 de marzo hasta hoy, han llegado 58 menores ucranianos con cáncer que se han distribuido en diferentes hospitales de Madrid, Barcelona y Valencia. Hay desde bebés hasta adolescentes de 16 años con diagnósticos como leucemias, linfomas y tumores sólidos, por ejemplo, cerebrales.

Paco Arango, director de la Fundación Aladina, que por 17 años se ha dedicado a ayudar a niños con cáncer y sus familias en España y otros países, hace parte de esta poderosa red que, a pesar del caos, ha logrado el milagro. Esto cuenta sobre el proceso: “Dimos con una fundación en Suiza que nos puso en contacto con la fundación correcta en Ucrania y empezamos a trabajar urgentemente para repatriar. Bueno, 'repatriar' para traer niños muy enfermos que estaban sin tratamiento”.

Sin duda, estos pacientes son dos, tres, cuatro veces más vulnerables, por eso hay que correr. Sabemos que no iniciar a tiempo o interrumpir el tratamiento cambia totalmente el pronóstico. La idea es que todos puedan tener esa segunda oportunidad que la guerra también les quiere quitar. “Llegaron en distintas condiciones, muchos con COVID-19 . Llegaron vapuleados porque de por sí el cáncer es ya toda una batalla, pues es una guerra con cáncer sin medicamentos, sin morfina”, dice Paco Arango.

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También cuenta que los niños han llegado con los familiares que han podido. Algunos con hermanos, mamá, papá, abuelos. Lo cierto es que ya están empezando nuevamente su lucha contra el cáncer. Eso sí, acogidos con amor, seguridad y empatía: “Venían verdaderamente asustados, perdidos y, además, sabiendo que es muy probable que jamás volverán a Ucrania por lo menos en un largo tiempo".

Aún quedan muchos pacientes en Ucrania que requieren tratamientos urgentes. La información es caótica y no se sabe a ciencia cierta cuántos son. Algunas estimaciones muestran que solo la cifra de menores con cáncer que todavía permanece allí sería de dos mil. Muchos no se han podido evacuar debido a diferentes circunstancias como, por ejemplo, su grave estado de salud. Esperamos que la solidaridad evite que la guerra directa o indirectamente nos siga robando vidas y que el esfuerzo global sea más poderoso que la guerra.

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