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Hacer ejercicio: ¿cuándo deja de ser una práctica saludable y se vuelve un riesgo?

Cuidar el cuerpo va más allá de lo estético. Debe hacerlo bajo supervisión de un experto e, incluso, saber cómo alimentarse dependiendo del deporte que realice.

No olvide que el ejercicio es como un fármaco: si se automedica con lo que ve en medios o redes sociales, lo practica en las dosis que no son o cae en excesos en vez de beneficios sufrirá efectos secundarios.

Cualquier deporte es válido, pero debe hacerlo siempre bajo supervisión de un experto, que le ayude a concretar objetivos, a hacer una planeación adecuada para alcanzarlos, a conocer su capacidad de responder al esfuerzo y a establecer un proceso de adaptación progresiva.

De no seguir estas recomendaciones puede afectar sus articulaciones, corazón y desde el punto de vista psicológico caer en la obsesión que desencadena en tendencias como la vigorexia, un deseo de ser más y más musculoso.

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Ante esto surgen problemas de autoestima e incluso distorsión de la imagen corporal, lo que afecta usualmente a hombres.

Aproximadamente uno de cada diez que va al gimnasio padece este trastorno, viéndose a sí mismos de complexión pequeña a pesar de ser más grandes y musculosos que la mayoría de la gente. Se ejercitan al límite, consumen sustancias peligrosas y ponen la actividad física por encima de aspectos tan importantes como la familia.

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El ejercicio viene de la mano de la alimentación, por eso no siga todas las dietas aconsejadas en redes ni tome todos los suplementos que ofrecen.

Dependiendo de la práctica que haga hay necesidades específicas de calorías y proteínas para mantener energía y masa muscular, por eso debe estar adaptado a sus objetivos, a la edad, al peso e incluso al bolsillo.

En cuanto a los suplementos, cuidado, pueden causar desequilibrios y el exceso, por ejemplo, de proteína puede dañar el hígado y los riñones de manera irreversible.

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