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Insomnio, otro de tantos efectos que dejó el COVID-19: ¿cómo se puede tratar?

No deje que los problemas para dormir se conviertan en un tema crónico. Esto puede afectar su calidad de vida considerablemente.

¿Cómo tratar el insomnio cuando queda como secuela del COVID-19?

Los problemas para dormir se han convertido en un síntoma importante de quienes han tenido COVID-19. Antes de la pandemia, el 10% de la población mundial tenía trastornos del sueño. Hoy se sabe que fenómenos como el aislamiento llevaron a que esta cifra aumentara.

“En los estudios recientes de 2021, se ha visto que las frecuencias en la población general aumentaron más o menos alrededor del 15 al 20%”, explica Marco Venegas, neurólogo especialista en trastornos de sueño.

Sin embargo, otros factores, la infección como tal, incrementaron la posibilidad de presentar insomnio crónico.

“En las personas que tuvieron formas severas de la infección, que requirieron cuidados intensivos, sufren a menudo de lo que conocemos como estrés postraumático o síndrome de estrés postraumático, que tiene una cantidad de secuelas, entre ellas, el insomnio crónico”, añadió el especialista.

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Si se vuelve persistente, lo mejor es buscar ayuda antes de que su calidad de vida se pueda ver afectada: “El insomnio crónico es el que dura actualmente más de 3 meses. Hay algunas personas que dicen que más de un mes, pero, cuando el insomnio no es intervenido a tiempo, se puede volver crónico, de tal manera que puede durar años o incluso el resto de la vida”.

Existen diversos tratamientos médicos que pueden mejorar e incluso recuperar el buen dormir. Para ello, asegura el doctor Venegas, “lo primero es disminuir factores de riesgo".

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"Por ejemplo, si una persona está bajo constante estrés, bajo mucha ansiedad, depresión, hay que tratar de ir a esa causa, es muy importante tratarla. La intervención medicamentosa en algunos casos puede ser de utilidad, pero debe ser una medicación muy bien escogida por un médico y que sea apropiada para cada caso individual”, explicó.

Mejorar los hábitos alimenticios y mantener una buena higiene del sueño son factores que mejoran este trastorno.

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