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Manitas creativas: este cirujano marcaba con sus iniciales los hígados que trasplantaba

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Cegado por la fama que se ganó por hacer una cirugía en condiciones extremas, quiso dejar “huella” en su trabajo y terminó metido en tremendo lío.  

Simon Bramhall, de 53 años, quien trabajaba en el hospital Queen Elizabeth de Birmingham, Inglaterra, se hizo una celebridad en 2010 por realizar un trasplante utilizando el hígado rescatado de una víctima de accidente aéreo.

La fama de este médico quedó totalmente por el piso cuando un colega descubrió que uno de los pacientes de Bramhall tenía el hígado marcado con las letras SB.

Gracias a este hallazgo, se descubrió que el afamado cirujano había grabado sus iniciales en la superficie del hígado que había trasplantado. No solo eso, sino que ya había “firmado” el mismo órgano de otro paciente en una oportunidad anterior.

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Para grabar sus iniciales, Bramhall usaba un láser de gas de argón coagulador, utilizado para cauterizar las hemorragias, “quemando” la superficie del órgano trasplantado.

Las marcas hechas por el cirujano no causaron ningún daño en los pacientes, y en teoría, debían desaparecer a las pocas semanas de haberlas realizado.

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Desafortunadamente, para Bramhall, uno de los pacientes afectados tenía el órgano dañado y por ello la firma no desapareció, esto fue lo que permitió que su colega descubriera la firma en la siguiente cirugía.

Tras ser descubierto, el cirujano fue suspendido del hospital de Birmingham en 2013 y en mayo de 2014 fue obligado a renunciar, después de una larga investigación disciplinaria.

El caso trascendió y fue llevado a las cortes. Allí Simon Bramhall fue hallado culpable por dos cargos de agresión. La condena será proferida el próximo 12 de enero.

Las acciones del cirujano han abierto un importante debate en Inglaterra.  

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Elizabeth Reid, fiscal del caso, ha dicho: “Sus acciones marcando los hígados de aquellos pacientes, de modo totalmente innecesario, fueron actos deliberados y conscientes. Esos ataques estuvieron mal, no solamente desde un punto de vista ético, sino también penal. Fue un abuso de la confianza que sus pacientes habían depositado en él”.

Mientras que algunos pacientes de Bramhall como Tracy Scriven han salido en su defensa: “Aún si él puso sus iniciales en los hígados trasplantados, ¿Es tan malo? No me importa si él lo hizo en mí. Este hombre salvó mi vida”.

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