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Médico que batalla contra COVID-19 hace cruda advertencia por alto número de enfermos graves

Pasa sus días entre la vida y la muerte, luchando contra un enemigo invisible en las UCI y con miedo, no solo de contagiarse, sino de que llegue el día en que no puedan atender más personas.

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Noticias Caracollogró el testimonio de un médico general que trabaja en una unidad de cuidados intensivos de un hospital en el centro de Bogotá. Jorge Eliécer Pinzón cuenta cómo es la lucha y habla también de la angustia que enfrenta el personal de la salud ante el alto número de enfermos graves.

Así es el día a día en una UCI

“Entre más pacientes tenemos y entre más personas se quedan sin una cama de UCI, la carga emocional es mucho más fuerte”, dice.

Al día, pierde la cuenta de las veces que ha lavados sus manos, cambiado su tapabocas y el traje de mayo. Tampoco tiene el cálculo de las jornadas que ha pasado sin descanso ni de las ocasiones que ha estado en contacto con el virus.

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Todos los días, desde hace 10 meses, dice, se levanta con la motivación y el propósito de salvar una vida.

Recorre los pasillos del Hospital San Blas, de la subred centro oriente, con la esperanza de que, al llegar a las unidades de cuidado intensivo, su fuerza y su conocimiento ayuden a sus pacientes a ganarle el pulso a un enemigo invisible: el coronavirus.

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Se hacen cambios en los medicamentos, se hacen cambios en los parámetros de ventilación, se deciden terapias, consultas necesarias y ya después, el resto del día, empezamos a ver la evolución de nuestros pacientes”, cuenta.

Hay otro paso que también es clave: hablar con los familiares de los pacientes.

"Muchos familiares piden la posibilidad de venir a ver a su familia y tengo que tratar de convencerlos de lo contrario. Tal vez la urgencia de ver nuestros familiares es grande, y yo lo entendería, pero es exponerlos a ellos a un posible contagio”, recuerda.

Hoy, les piden a los ciudadanos un último esfuerzo. Aunque la vacunaestá cerca, todos los días aumenta la ocupación en las UCI y podría llegar el momento en que ningún esfuerzo humano, médico ni técnico soporte los altos contagios que genera la falta de autocuidado.

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Hay miedo de "que va a llegar el momento en el que no podamos hacer más, en el que nuestras manos abraquen tanto que no sea suficiente, en el que las personas se nos queden por fuera y no podamos darle una atención”, puntualiza el doctor Pinzón.

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