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No coma cuento: ni el dióxido de cloro ni la ivermectina son curas milagrosas para el COVID

Las redes sociales y WhatsApp son el caldo de cultivo perfecto para que proliferen estas falsas y peligrosas recetas. Ojo a la explicación de los expertos.

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Mientras que en el mundo avanzan ensayos clínicos con más de 120 medicamentos en la búsqueda de salidas seguras y eficaces para la prevención y el tratamiento del COVID, en plataformas como Facebook, WhatsApp y YouTube abundan, desde el inicio de la pandemia, fórmulas, listados, audios y videos de supuestas curas contra el virus que no cuentan con respaldo científico.

“Lamentablemente es muy frecuente, todos han consumido antibióticos, todos han consumido Ivermectina, han utilizado la tradición de hierbas comunes como la moringa y, de igual forma, consumiéndola han llegado al hospital, entonces es muy frecuente. Creo que el 90% de todos los pacientes que llegan a los servicios de urgencia con COVID-19 refieren haber consumido algo de estos esquemas”, afirma Carlos Saavedra, infectólogo y coordinador nacional del consenso para el manejo del COVID.

Y ni siquiera hay un punto unificado entre ellos, porque a unos supuestamente les ha funcionado una planta, a otros un antiparasitario y a otros hasta un desinfectante de superficies. La razón para que haya tantas falsas curas no reside en esos productos sino en el comportamiento de la misma enfermedad.

“Por estos días se ha venido popularizando la frase ‘yo tomé (cualquier sustancia) y me funcionó’, esto se debe a que el 80% de los pacientes COVID son leve o moderado y se curan”, afirma Juan Carlos Cataño, infectólogo de la Universidad de Antioquia.

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Es decir, “este virus no afecta a todas las personas por igual, solo unos pocos van a tener complicaciones por esta enfermedad y no superan el 15% del total de las personas, y aún dentro del grupo de los de más riesgo, las personas de mayor edad o las personas con comorbilidades, este virus en general se porta de forma benigna”, indica el infectólogo Saavedra.

Cuesta aceptar que la mayoría se cura sola, pero así es. Por eso, tome lo que tome, el COVID en esas personas desaparecerá, igual que ocurriría sin tratamiento alguno. Lo que sí les puede quedar es un daño o lesión por la automedicación y el consumo de productos sin aval médico.

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“Desafortunadamente esto ha llevado a que muchas personas presenten efectos secundarios y se crea erróneamente que esto puede funcionar como una terapia preventiva contra este nuevo coronavirus”, explica Cataño.

Cualquier persona quisiera una salida mágica, pero ni la moringa, ni el dióxido de cloro, ni la Ivermectina, ni el alcohol, los antibióticos o las vitaminas lo son.

Se quiera o no, hasta hoy lo único que previene la infección es el autocuidado, como explica el coordinador nacional del consenso para el manejo del COVID.

“No se pueden cambiar el tapabocas, el distanciamiento físico y el lavado de manos por ninguna otra condición. No existen drogas milagrosas, no hay nada que evite que adquiramos la infección y tampoco en el mundo”, asegura.

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Por ahora, los recursos terapéuticos son escasos, como ciertos antiinflamatorios y el oxígeno, que deben ser suministrados en pacientes con cuadros más severos y bajo supervisión médica, porque hasta el oxígeno mal usado puede ser perjudicial.

“Ninguna otra medicación ha demostrado efectividad para prevenir o tratar el virus, al menos en nuestro país, y que sea avalada por entes académicos locales”, reitera Cataño.

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En el horizonte aparecen opciones que podrían ayudar, como los anticuerpos monoclonales o algunos antivirales, pero hay que esperar para que sea la ciencia y no las redes la que nos diga cuáles funcionan.

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