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Voluntario de prueba de vacuna contra el COVID-19 cree que podría estar lista para Navidad

“Quiero que el virus forme parte de nuestro pasado, no del futuro”, dijo este enfermero. Contó cómo ha sido su vida desde que lo inyectaron en este ensayo.

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Joan Pons, de nacionalidad española y residente en Inglaterra, es uno de los voluntarios elegidos por la Universidad de Oxford para probar una vacuna contra el coronavirus, que ya está en la fase 3, la última antes de presentar los resultados a la OMS para iniciar la producción de la que sería una esperanza para el mundo.

Fue inyectado el 5 de junio y, asegura, “no he notado nada diferente”.

“Cada día me he tenido que tomar la temperatura para ver si tengo fiebre, he tenido que rellenar un cuestionario electrónico para saber si he tenido algún síntoma” y hasta el momento no se ha sentido afectado.

Las personas elegidas para esta vacuna experimental hacen parte del personal sanitario que está expuesto a diario al coronavirus.

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“La única manera de asegurar que funciona es estar en contacto con el virus”, recalcó Pons, que es casado y con hijos.

Este enfermero señaló en entrevista con Noticias Caracol que una de las razones para tomar la decisión de ser voluntario tuvo que ver con su trabajo estos últimos meses.

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“No le deseo a ninguna familia que acabe en cuidados intensivos, donde he visto el horror de esta pandemia, los pacientes se me escapaban de las manos”, dijo.

Sin embargo, reconoció que “la noche antes de que me pusieran la vacuna no pude dormir. Estuve dándole vueltas en mi habitación y detrás de mi cabeza había la frase que se me quedó grabada cuando firmé todos los papeles: ‘en casos muy excepcionales puede producirse un choque anafiláctico y la muerte’”.

“Lo puse en perspectiva, todo en esta vida tiene riesgo, la posibilidad de que a mí me pase es muy remota (…) Si yo puedo ayudar, me encantará poner mi granito de arena”, agregó.

Eso sí, dice, los voluntarios deben mantener los protocolos de bioseguridad para atender a los pacientes porque no pueden correr el riesgo de infectarse, ir a su casa e infectar a su familia.

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“Tampoco sé si me han puesto un placebo o la vacuna, porque a la mitad de los voluntarios les pusieron un placebo”, detalló.

Pons es optimista, ya que la vacuna experimental de la Universidad de Oxford, en fase 3, es la más adelantada de todas.

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“Cruzamos los dedos. Si nada se pone delante podría estar en las casas para Navidad, que sería el mejor regalo para todo el mundo”, expresó.

En septiembre u octubre podría empezar la producción de la vacuna contra el coronavirus y las primeras dosis saldrían en noviembre. Para que esto sea posible se están haciendo pactos con otros países, dijo el enfermero.

“Tenemos billones de dosis que hacer, porque hay muchas personas que quieren la vacuna”, recalcó, y que según el compromiso de la OMS sería asequible para todos.

“Quiero que el 2021 sea el año de los abrazos (…) Es imposible continuar estando alerta tanto tiempo”, aseguró.

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Por eso, remató, “solo he pedido a Papá Noel que ponga la vacuna bajo el árbol, no solo en mi casa, sino en todo el mundo”.

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