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86 mil niños venezolanos en Colombia no han podido acceder a educación formal

Según la más reciente encuesta de calidad de vida del DANE para niños venezolanos, el 39,9% de los niños, niñas y adolescentes de ese país entre los 5 y 17 años no asiste a una institución educativa en Colombia.

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Por medio de diferentes estrategias relacionadas con lectura, escritura y matemáticas, Save the Children Colombia promueve actividades educativas y apoyo psicológico a niños, niñas y adolescentes venezolanos en Colombia que no han podido asistir a la escuela.

La situación irregular en el país de algunos migrantes ha provocado que familias enteras se hayan enfrentado a diferentes dificultades para obtener un cupo escolar. Es por esto que Save the Children Colombia lidera proyectos lúdicos en regiones de frontera como La Guajira, Norte de Santander y Arauca. Esta fundación recibe a cientos de niños, niñas y adolescentes migrantes, colombianos y retornados cada día, que han salido de sus lugares de origen junto a sus familias y se han encontrado con otras culturas y estructuras sociales, afectando sus procesos de aprendizaje.

“Me gusta colorear, escribir, leer; la profe Yeniffer nos pone a jugar. Realizamos ejercicios de caligrafía, dibujo y armamos rompecabezas. Para la casa nos dejan tareas de lectura, matemáticas y dictados”, cuenta Emanuel, de 10 años.

Si bien la falta de cupos escolares por situaciones irregulares es una de las problemáticas más recurrentes, no es la única.

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“Hemos tenido dificultades con varios de los niños que llegan con una edad avanzada con vacíos académicos. Niños de 9, 10 y 11 años que no conocen las vocales y no saben escribir. En esos casos tratamos de buscar superar estas brechas”, comenta Liz Castro, tutora en uno de los Centros de Atención para Migrantes.

El proyecto ‘El Mundo Es Mi Hogar’, ha conocido las historias y experiencias de cada uno de estos niños, niñas y adolescentes con la finalidad de entender y profundizar en el proceso educativo individual, en aras de garantizar para ellos oportunidades en educación durante la crisis migratoria.

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“Es un apoyo demasiado grande porque en mi condición de migrante no es fácil llegar a un país en busca de oportunidades, y donde no es fácil buscar el acceso a la educación de nuestros hijos cuando no se cuenta con la documentación”, destaca Rosmery Robles, migrante venezolana.

“Me gusta sumar, restar, colorear y he hecho muchos amigos. Jugamos a colorear, a la maestra y stop. Nos ponen a hacer cuentos y tareas de caligrafía para la casa”, dice Angeliz Alejandra Silva, una niña de 10 años.

Con el proyecto ‘El Mundo es Mi Hogar’ la fundación espera impactar en 30.403 niños, niñas y adolescentes de manera directa.

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