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La eutanasia, la última cruzada de Yolanda: “Ya no voy a estar atrapada en un cuerpo que no sirve”

Esta mujer de 71 años, que después de meses de batallar contra las trabas por fin anestesiará para siempre los dolores de su cuerpo, solo quiere que la recuerden “como la misma felicidad”.

Yolanda Chaparro

Después de batallar durante meses entre negativas de juntas médicas, tutelas o abogados, este viernes 25 de junio Yolanda Chaparro podrá acceder a la eutanasia. A escasas horas de terminar su vida recibió a un equipo de Noticias Caracol para dejar unas últimas constancias sobre el sentido de la libertad y de la muerte en un país tan conservador como Colombia.

Yolanda Chaparro tiene 71 años, una larga historia de luchas políticas y reivindicaciones sociales y una enfermedad terminal que la devastó por dentro. Luego de una tortuosa espera de trece meses, por fin este viernes recibirá la eutanasiay anestesiará para siempre los dolores de su cuerpo. Le pregunto si está tranquila y me contesta plena: “Perfectamente, alegre, porque ya no voy a estar así, atrapada en un cuerpo que no sirve”.

Con las horas contadas por decisión propia, Yolanda nos recibe en la intimidad de su cuarto para reflexionar largamente sobre la muerte. O, mejor, para despojarla de tanto drama.

“¿Por qué cree que es tan difícil para un país como Colombia la eutanasia?”, vuelvo a interrogarla. “Porque este es un país supremamente católico y la religión dice que el dueño de la vida es Dios y que uno tiene que aguantar hasta donde pueda porque uno no es dueño de la vida, y eso es un absurdo para mí porque la vida es de uno, de nadie más, y uno debe tener autonomía de morir como uno quiere sin estar sometida a la tortura de esta enfermedad”.

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Mientras apura un café y desanda su memoria como maestra de preescolar o militante del Partido Comunista, Yolanda se pierde en las postales de su vida: su familia, sus dos hijas Lina y Paola, sus tres nietos, sus viajes por el mundo, el amor por Marx. Pero también nos enseña otras fotos que son una bitácora de sus luchas: por el aborto libre, por las mujeres libres, por la paz esquiva de este país tan fracturado y, ahora, por la muerte digna.

Pues yo me voy con mucha tristeza porque todo lo que uno trabajó, pues no se logró al ciento por ciento. Pero también me voy feliz porque hay mucha gente que sigue luchando de pie y no creo, como dice la canción, que todo esté perdido”, dice.

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La batalla de Yolanda por la eutanasia

En mayo de 2020 le pidió a su EPS la eutanasia, pues la esclerosis lateral amiotrófica que le descubrieron meses atrás ya estragaba su cuerpo. Le dijeron que no varias veces y que para acceder a ese derecho tenía que estar mucho más deteriorada, postrada definitivamente en cama, incapaz de hablar y apenas comiendo puré. Se sintió humillada con esa respuesta y con los arrestos de siempre para encarar su última batalla, acudió a la tutela.

“A Yolanda le hicieron conejo porque ella solicitó hace más de un año este procedimiento justamente para evitar estar en el nivel de deterioro en el que está actualmente. Hoy día el sistema de salud le autoriza el procedimiento y probablemente va a realizárselo en los días venideros, pero esto era justamente lo que ella quería evitar. Quería evitar estar postrada en cama, quería evitar atragantarse al momento de comer y evitar el sufrimiento posterior, y le vulneraron el derecho a morir dignamente”, explica Lucas Correa Montoya, abogado de Yolanda.

Yolanda Chaparro, cansada ya de aguantar tanto, añade: “Como no son ellos los que sufren, me tocó a mí, a mi familia, porque esto es un lastre, un lastre de vida. Esto vida no es, me sometieron un año a seguirme arrastrando prácticamente”.

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Para Yolanda morir dignamente requiere vivir los últimos días con dignidad. Y una persona que ya no habla o que solo come papilla no la tiene. Eutanasia cuando la gente está muerta en vida, pa qué, dice.

Dignidad para morir es no llegar a unos estados tan degenerativos, sino morir prácticamente con sus facultades, autonomía y desplazamientos físicos. Dignidad es eso, el respeto que uno como ser humano merece y no estar postrado en una cama
Yolanda

Y aunque hace poco su EPS accedió a la eutanasia y este viernes pone punto final a su vida, la lucha legal continúa. La próxima semana la Corte Constitucional podría seleccionar su tutela y pronunciarse de una buena vez sobre el tiempo que debe esperar un paciente terminal para poder irse con dignidad de este mundo.

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Paola Andrade Chaparro, la hija mayor de Yolanda, lo resume así: “Yo le tomo muchas fotos a ella en estos momentos tan difíciles para acordarme por qué lo estamos haciendo, porque ella no es la mujer vibrante que conocemos y ahora se tiene que quedar en el cuarto sola, sin poder venirlos a atender, a participar, a discutir, a debatir, a marchar. Uno lo acepta porque es lo mejor para ella, es su tranquilidad, es su paz, es su cuerpo”.

Mientras organiza sus últimas cuitas o relee 'Lo que no tiene nombre', de Piedad Bonnet, porque el dolor compartido siempre duele menos. Yolanda reposa sus incertidumbres en la esperanza de acabar cuanto antes con esta tortura.

El epílogo de su vida es así: “Yo leo, veo películas, estoy dejando las despedidas, hablo con amigos que todavía se quieren despedir, comparto con mis hijas. Entonces hablamos, les doy ánimo y les digo que no hay que llorar. Al contrario, hay que apoyar a la mamá en sus luchas”. Y agrega rotunda: la vida es hermosa, hay muchas cosas maravillosas, pero también hay que soltar, soltar y ya”.

De no ser porque las protestas sociales de las últimas semanas la agarraron ya demasiado derruida, allá habría estado en la primera línea. Pero esas son las luchas de los que vienen porque Yolanda solo quiere descansar.

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“¿Cómo se está preparando para ese tránsito que viene?”, le pregunto. “Estoy leyendo mucho de literatura —contesta—. Más que todo budista. Ahí encuentro cosas que no encuentro en otras fuentes, entonces eso me ayuda a estar tranquila. “¿Por qué? ¿Cómo entiende el budismo esa transición?”, vuelvo a interrogarla. “Pues la transición de la energía, porque la energía no se destruye, ¿no? Se transforma. Ellos hablan de un sitio donde no haya dolor, no haya tristeza, no haya situaciones de sufrimiento, el mundo ideal, lo que llaman el nirvana”.

La despedida

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El sábado pasado la despidieron sus amigas con serenata. Al fondo sonaba 'Yolanda', de Pablo Milanés, y todos se quebraron. Desprenderse no es cosa fácil para los que quedan con semejante duelo.

Yolanda es atea, librepensadora, rebelde, una mujer sin dramas, un roble que ya se va. Será la paciente 124 en Colombia en recibir la eutanasia. “¿Qué reflexiones tiene sobre el final de la vida y sobre la muerte, qué piensa de ellas?”, le pregunto finalmente.

“Pues, lo que yo te decía, la vida es un ciclo y así como uno nace, implícitamente muere, hay que tomarlo como algo de la naturaleza humana, sin tanto traumatismo. Y también hay que dejar los apegos porque hay gente que ni puede morir por pensar en el cheque que tiene guardado”.

Y, antes de despedirse, sostiene: “Como dice la canción, quiero que me recuerden como la misma felicidad”.

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