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Tensión entre Madrid y Rabat ante la llegada de 8.000 inmigrantes marroquíes a España

Muchos de ellos han sido devueltos por las autoridades ibéricas que reforzaron su presencia en Ceuta, ciudad española ubicada en el continente africano.

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España redobló este martes la presión diplomática sobreMarruecos y su dirigente Pedro Sánchez viajó a Ceuta, tras prometer "restaurar el orden" en este enclave norteafricano adonde llegaron unos 8.000 migrantes desde el lunes, una afluencia jamás vista.

Adoptando un tono firme con un socio clave en el control del flujo migratorio, Madrid convocó a la embajadora marroquí para trasladarle su "disgusto" y su "rechazo a la entrada masiva de migrantes marroquíes en Ceuta".

"Le he recordado que el control de las fronteras ha sido y debe seguir siendo la corresponsabilidad de España y de Marruecos", indicó a la prensa la ministra de Exteriores, Arancha González Laya.

En respuesta, Marruecos llamó a consultas a su embajadora en España, Karima Benyaich, quien volverá en breve a su país, indicó a AFP el Ministerio de Asuntos Exteriores.

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El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, viajó por su lado a Ceuta para "mostrar la determinación" de su ejecutivo en "restablecer el orden" en la ciudad y las fronteras "con la máxima celeridad", tal como dijo en una alocución televisada previa.

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El mandatario se desplazó después a Melilla, el otro enclave español del norte de África, que en la madrugada del martes recibió 86 llegadas de migrantes que saltaron su valla fronteriza.

Controladas por España durante siglos y reivindicadas por Rabat, ambas ciudades constituyen las únicas fronteras terrestres entre la Unión Europea y África.

"Esta llegada súbita de migrantes irregulares supone una grave crisis para España y también para Europa", advirtió el dirigente español. "Lo que se ha producido es una agresión a nuestras fronteras", abundó su vicepresidenta, Carmen Calvo.

Desde el lunes, unos 4.000 migrantes fueron ya devueltos a Marruecos, según el Ministerio español de Interior.

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A última hora de la tarde, la situación parecía haberse calmado del lado marroquí, con la llegada de nuevos refuerzos policiales que alejaron de la frontera a los jóvenes que pretendían cruzarla.

Los cientos de personas que se habían juntado cerca de Ceuta se dispersaron en la ciudad fronteriza marroquí de Castillejos.

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Crisis diplomática

Esta crisis para España se produce en momentos de tensiones diplomáticas bilaterales con Marruecos, un aliado clave contra la inmigración irregular.

Rabat se irritó luego de que el Gobierno español decidiera, en abril, acoger al líder del movimiento independentista del Sahara Occidental, Frente Polisario, Brahim Ghali, para que fuera tratado por COVID-19 en un hospital.

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Era una cuestión "humanitaria", insistió este martes González Laya, incapaz de calmar al país vecino, enfrentado desde hace décadas con el Frente Polisario por esta antigua colonia española que Marruecos considera parte integral de su territorio.

"Marruecos es un país socio, un país amigo de España y así debe seguir siéndolo" pero "esta cooperación debe basarse siempre, siempre, en el respeto a las fronteras mutuas", advirtió Pedro Sánchez.

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Bruselas mostró su solidaridad con España y llamó a Rabat, en boca de la comisaria europea de Asuntos de Interior, Ylva Johansson, a impedir la salida de migrantes de su territorio.

En Rabat, el director de la Policía Judicial, Mohamed Dkhissi, afirmó el domingo en la televisión publica marroquí 2M que España era la parte "perdedora" en la disputa, al señalar que "Marruecos, que es una potencia regional (...), no es sirviente de ningún país".

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