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¿Ha cambiado la pandemia la vara con la que se medirá a los gobernantes?

Hay nuevas agendas en las ciudadanías, que piden a sus líderes más gestión y menos discursos y promesas. Se ha acrecentado también la desconfianza y la credibilidad de ciertas instituciones. Y se abre paso una masa que pide más participación: la juventud.

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La pandemia cambió la vara con la que se medirá a los líderes del presente y en el futuro: pocos discursos, menos promesas, más gestión efectiva y concreta en día a día. ‘Resolver’ es el verbo que hoy le importa a los ciudadanos.

“Creo que todos los ciudadanos del mundo en este momento tenemos unas preocupaciones que son similares, que son más o menos las mismas. Sin embargo, los mecanismos que tenemos de comunicación con nuestras autoridades o con los liderazgos políticos en general están un poco agotados”, piensa María Margarita Zuleta, directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes.

“Después de la pandemia creo que tenemos que revisar la forma en la que entendemos el Estado. Hoy ya no podemos seguir actuando y teniendo instituciones del siglo XX en el siglo XXI”, opina Hugo Wood, de Jóvenes Unidos por el Diálogo en Panamá.

César Caballero, director de Cifras y Conceptos, cree que “claramente, la pandemia dejará rastros en la manera como se relacionan los ciudadanos con las instituciones, en algunas de ellas como la Policía Nacional, que viene presentando deterioros desde el 2014 tanto en la confianza como en la credibilidad en las ciudadanías. El deterioro es realmente muy importante, la pandemia lo que ha hecho es profundizar ese desnivel de desconfianza”.

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Y agrega: "Otras instituciones se han puesto a prueba para cumplir con los retos que las nuevas ciudadanías les imponen y, además, la existencia de las redes sociales hace que los funcionarios públicos ya no sean simplemente sujetos todo poderosos escondidos en una esquina, sino que están a la vista de todos; por lo tanto el nivel de exigencia frente a ellos es cada vez mayor. Esto en medio de una crisis económica va a hacer que el nivel de relacionamiento de los ciudadanos frente a las instituciones sea cada vez más tenso”.

Según el monitor global del impacto de COVID-19 en la democracia y los derechos humanos, existe en Colombia una preocupación sobre la participación de la sociedad civil, así como su integridad personal y seguridad. ¿Cómo pasar del miedo a la confianza?

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“Las nuevas agendas ciudadanas frente a la política están cambiando, ya no pasan por los partidos. Menos del 40% de los colombianos siente alguna afinidad por alguno de los partidos, pasan es por intereses en la manera en la que se relacionan con los espacios públicos, con su cuerpo, con su persona y con su entorno”, indica César Caballero.

Alejandra Barrios, directora de la MOE, opina: “Sobre la mesa hay un tema que yo creo va a volver con muchísima fuerza y es la discusión del estado de bienestar. Cuál es la responsabilidad y dónde deben estar las responsabilidades del Estado frente a la ciudadanía y qué significa ser ciudadano. Ahí vamos a volver al diálogo porque volvimos a encontrar las mismas diferencias que se encuentran hoy en los sectores más empobrecidos por la pandemia. Aquí tenemos que volver a mirar a la salud, tenemos que volver a mirar el tema de educación y el acceso a las nuevas tecnologías que no debe ser un privilegio.Pero sobre todo que haya una capacidad institucional de poder soportar momentos de crisis, porque lo que dejó absolutamente claro el COVID es que aquí el sálvese quien pueda no existe”.

Actualizar las instituciones y reconquistar la confianza en ellas tiene que ser el primer paso.

“Creo que nos falta ser un poquito más imaginativos en la forma de tener esos espacios de democracia y teniendo en cuenta que las preocupaciones sí son las mismas. Y al tener preocupaciones coincidentes creo que tenemos oportunidad de construir y de tirar para el mismo lado con las diferentes perspectivas de las personas, pero creo que los problemas son los mismos y esa es una oportunidad muy buena”, dice Margarita Zuleta, de la Universidad de los Andes.

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Alejandra Barrios añade que “ojalá haya mayor masa crítica para entender a qué nos enfrentamos y por otro lado que lo servicios del Estado no se vuelvan moneda de cambio”.

Y esa masa crítica que viene empujando y pide más participación se llama juventud.

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¿Cuáles son los espacios que hoy día tienen los jóvenes para incidir en la agenda pública? ¿Cómo estamos fomentando la participación real también de los jóvenes en esa construcción de Estado, en esa transformación de Estado? Estas creo son preguntas demasiado necesarias que nos hagamos desde los distintos sectores donde estamos hoy en día trabajando”, señala Magali Cáceres, secretaria ejecutiva de la Juventud en Paraguay.

Por su parte el activista y diputado chileno Gabriel Boric señala que "la solución no pasa por estatizar la sociedad civil, sino más bien de cómo colaborar, de cómo generar vínculos virtuosos entre la sociedad civil y el Estado. Y ahí en este momento de pandemia y de profunda crisis económica y destrucción de empleos y economías tenemos una tremenda oportunidad”.

“Los nuevos líderes de la política colombiana tienen que dar un paso al costado de la política tradicional. No es un tema de ideología, sino de principios. Acabar con esas prácticas que tan consumados tienen a los colombianos, la corrupción y el populismo. Las nuevas generaciones no las vamos a tolerar más”, agrega por su parte Juan Pablo Linares, estudiante de Derecho de la Universidad Javeriana.

Aunque parecen nuevos, son los pilares clásicos de una sociedad avanzada, moderna y sintonizada con el medio ambiente y derechos humanos; democrática, con participación y sobre todo con libertad.

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