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“Un compañero estaba en llamas”: funcionario del Pentágono que sobrevivió al atentado del 11-S

Dicen quienes allí estaban que sintieron como si algo enorme “hubiera caído sobre sus cabezas”. Aunque salvaron algunas vidas, vieron morir a muchos amigos.

El pentagono 11 de septiembre

Terroristas de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones para ejecutar los atentados del 11 de septiembre de 2001. Uno de ellos impactó en El Pentágono minutos después de que dos hicieran lo mismo contra las Torres Gemelas.

Los que sobrevivieron al atentado contra el Departamento de Defensa de Estados Unidos, ubicado en Virginia, hablaron de lo que vivieron esa fatídica jornada.

“Esa mañana, como usualmente lo hacía, vine temprano al edificio. Ya había ido al gimnasio. Ocurrió mientras yo estaba en un salón. Estábamos dos niveles debajo de la tierra y fue como si algo muy grande simplemente hubiera caído sobre nuestras cabezas”, contó Susan Gough, exteniente coronel del Ejército de Estados Unidos.

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Y, efectivamente, algo muy grande cayó: se trató de un Boeing 757 de American Airlines, un vuelo que había sido secuestrado por terroristas de Al Qaeda, mismos que lo estrellaron contra el costado occidental de la edificación.

184 personas murieron

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Ted Anderson, enlace entre el Departamento de Defensa con el Congreso, estaba en la misma edificación, pero algunos pisos más arriba. Se encontraba hablando por teléfono con su esposa cuando el avión impactó a el Pentágono.

El avión golpeó el edificio y todas las luces se apagaron, pero el teléfono seguía funcionando. Le dije a mi esposa: ‘acabamos de ser bombardeados, tengo que irme', y colgué el teléfono’", contó Anderson.

Aseguró que tras el atentado mucha gente se quedó pasmada. Él accedió a las salidas de emergencia para que todos pudieran evacuar. Indicó que salvó la vida de varios funcionarios.

“Salí al pasillo y la gente andaba por ahí, realmente sin hacer nada. Les grité a todos que me siguieran, que íbamos a salir de ahí. Así que bajé por el pasillo hacia el borde del edificio, hacia la sección E, y abrí un banco de salidas de emergencia. Había ocho de ellas y las empujé para abrirla”, recordó.

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Indicó que un funcionario se estaba quemando vivo: “Estaba en llamas, toda la parte frontal de su cuerpo se había quemado”.

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Contó que, tras evacuar la estructura, trató de regresar para salvar a más personas, pero que un bombero se lo impidió. Fue tal la adrenalina que pelearon: “Intercambiamos algunos golpes. Poco después, la porción de ese edificio colapsó. De haber entrado, hubiera muerto. Le debo mi vida al Departamento de Bomberos de Arlington. Mis amigos y yo hemos pasado por varios niveles de choque y tristeza”.

Por su parte, Karen Baker, que trabajaba en el Departamento de Relaciones Públicas, debió elaborar la lista de los fallecidos y comunicarse con su familia.

Estás entrenada para anunciar la muerte de soldados, pero estos eran civiles. Ver los nombres de tus amigos en las listas, estábamos anunciando sus muertes”, recalcó.

En El Pentágono se percibe todavía un aire de tristeza por el fallecimiento de los civiles que allí realizaban sus actividades cotidianas, sin saber que Estados Unidos estaba atravesando por el peor atentado en su historia.

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¿Qué pasó con el cuarto vuelo secuestrado?

Se cree que los pasajeros y tripulación del vuelo 93 de United Airlines son verdaderos héroes, pues al enterarse de lo que ocurrió en Nueva York, se enfrentaron a los secuestradores y causaron que la aeronave cayera en Pensilvania.

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El hermano de Gordon Felt falleció en esa fatídica jornada. Él recordó las últimas palabras que le dijo a su ser querido.

Le dije: ‘cuando aterrices, llámanos, estamos preocupados’. Horas después recibí una llamada que me decía que el vuelo se había precipitado en alguna parte de Pensilvania”, indicó.

Tras 20 años, Gordon Felt siente haber alcanzado su objetivo principal, preservar la memoria de su hermano y de los que fallecieron el 11 de septiembre.

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