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Motín en La Modelo: las pruebas desconocidas de una noche de horror

La Unidad Investigativa de Noticias Caracol revela videos, testimonios y documentos exclusivos que demuestran que durante el amotinamiento de los reclusos y la retoma de la guardia del Inpec, en marzo de 2020, ocurrieron torturas, abusos y una masacre.

cárcel la modelo

La Unidad Investigativa de Noticias Caracol tuvo acceso a 270 horas de videos de las cámaras internas de La Modelo, documentos forenses y testimonios inéditos de los sobrevivientes del trágico motín que se vivió en esa cárcel, el 21 y 22 de marzo del año pasado.

Las evidencias dejan ver la violencia de las acciones de los internos, pero también revelan el uso excesivo de fuerza y las armas por parte de la guardia del Inpec. Golpizas, vejámenes y hasta alteraciones de escenas del crimen hacen parte de la historia desconocida del motín.

La calma aparente era el preludio de una de las jornadas más trágicas en la historia carcelaria del país. Sobre las 8:00 de la noche del 21 de marzo de 2020, la mayoría de los casi cinco mil presos de La Modelo ya estaban en sus celdas. Sesenta guardias del Inpec los custodiaban. En esos momentos, entre los reclusos rondaba el rumor del motín, atizado por las molestias que causaron las condiciones de reclusión derivadas de la pandemia.

Un exrecluso de La Modelo, a quien Noticias Caracol le protege su identidad, narró lo que se decía en la cárcel antes del motín: “No había comida, no había visitas, lógico, 800 almas encerradas, sin poder ver a la mamá, a su mujer, a su hijo. Todo el mundo se estresó, no había marihuana, no había perico, ya no había nada. Todo el mundo se estresa y que el COVID iba a matar a todo el mundo, entonces se empieza a descontrolar la cárcel”.

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Las autoridades estaban informadas de los rumores. Lo dice un funcionario del Inpec que le pidió a Noticias Caracol la reserva total de su identidad: “La Modelo dejó sola a la guardia sabiendo que se iban a amotinar. La información del motín estaba rondando hace varios días. Y en la relación general diaria nos habían informado. No había puesto de mando unificado. Nadie nos dio instrucciones. Todo el mundo hacía lo que mejor le parecía, disparaban por todos lados, se fue la luz”.

A las 8:56 de la noche estalló el motín. Los guardias recibieron la alerta y atravesaron los puntos de control de La Modelo para atender los primeros brotes de la revuelta. Diez minutos después, cientos de presos salieron de sus celdas y se tomaron los patios y pasillos. En el pasillo norte, los guardias huían al darse cuenta de que se aproximaba una muchedumbre enardecida. Escenas similares se repitieron por todo el penal.

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Rápidamente, los reclusos salieron de los patios y atacaron los muros y barreras externas de la cárcel. Hacia las 9:15, cuando apenas habían pasado 20 minutos, La Modelo estaba fuera de control.

Un recluso que estuvo el día del motín lo cuenta: “Hay un muro hay otro muro y otro muro. Tiramos a pasar el primer muro pero no nos dejan. Ahí es donde tiran a matar a los muchachos. De lógica, este es el patio y a como se cae la reja todo el mundo empieza a saltar encima de los techos como siempre, como para hacer la huelga y eso, y los manes que están en las torres ya comienzan es a matarlos”.

Tras media hora de motín, las cámaras registraron las primeras detenciones de amotinados. En la reja 1, un funcionario del Inpec arrastró a un recluso ya indefenso y aparentemente inconsciente mientras otro guardia lo pateaba.

A las 9:38, buena parte de la cárcel queda en la penumbra. La guardia corta la luz para disminuir las capacidades de los amotinados que, en los exteriores del patio 5, tiraban piedras a las cámaras y prendieron fuego a los colchones. Otros descendieron desde sus celdas hasta el patio usando las sábanas como cuerdas.

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Entre las 9:50 y las 10:46 de la noche, los videos grabados desde la garita 3 registraron una secuencia de excesos e irregularidades contra los internos. Primero, dos guardias golpearon con sus bolillos a un recluso tirado en el suelo, indefenso. Un minuto después, en ese mismo lugar, un guardia pateó con fuerza a un interno que estaba en el suelo.

Poco después de las 10:00 de la noche, del grupo de internos que estaban reducidos un guardia sacó un cuerpo a rastras, tirándolo de un brazo. Lo dejó en medio del camino, frente a la puerta de la zona de los talleres.

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Luego, un grupo de guardias volvió a arremeter a patadas y bolillazos contra los detenidos que ya estaban indefensos y en el suelo. A varios de ellos los desnudaron en medio de una noche en la que la temperatura bajó hasta los seis grados. Según el registro de la cámara, la golpiza se prolongó por varios minutos.

El funcionario del Inpec aseguró que había órdenes de golpear a los internos: “en la parte interna se dio palo a todos los internos, a todo el que se pudiera. La orden era darles duro a los internos”.

Sobre las 9:38 de la noche, al menos 30 internos comenzaron a rodear la garita 9 en donde el guardia Esteban Mateus, solo y armado con un fusil, se convirtió en el blanco de un ataque en el que por poco lo queman vivo. Mateus le contó su suplicio a Noticias Caracol: “Me empiezan a decir que, si no me bajo y les entrego mi armamento, me matan. Entonces yo sí estoy muy asustado pero consciente de lo que estoy haciendo, y me empiezan a romper la puerta”.

Los internos provocaron un incendio en esa zona. El humo afectó al guardia que está encerrado en la garita: “Ya después de eso ellos rompen la puerta, prenden colchonetas y me empiezan a quemar. Yo sentí haga de cuenta como estar en una olla exprés. El respirar, el dolor, desesperación. Yo pienso en mi familia, en muchas cosas. Lo que le pido a mi Dios es que no merecía morir así”.

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Pronto eran más de 50 reclusos alrededor de la garita. Algunos la emprendieron contra la reja que protegía esa torre y lograron tumbarla. El fuego envolvió la estructura y llegó muy cerca al guardia. “Entonces yo abro la tapa de la garita y les empiezo a disparar a ellos para que no se me vayan a subir, porque si ellos se subían, me mataban. Y si yo me bajaba y les entregaba el arma, me mataban también. No podía hacer nada”, contó Mateus.

Los presos quemaron la base de la torre y el fuego consumió parte de la estructura. El espacio donde se refugiaba el guardia se llenó de humo. Los reclusos le lanzaban piedras y otros objetos.

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“Yo pues obviamente desesperado del dolor, yo sentía que la piel. O sea, yo del desespero me hacía así (se toca la cara), este labio no lo tenía, por dentro las orejas se me quemaron todas, yo sentía como la piel se me desprendía de las manos”, dijo el guardia.

Los reclusos intentaron romper la puerta de la garita, y de nuevo le prendieron fuego a la base. “Prenden fuego otra vez a la garita y yo ya desesperado sentía que no podía más, yo sentía que me iba a desmayar, pero sabía que si me desmayaba me iban a matar. Desesperado empiezo a buscar la salida, a pedirle a Dios, a las benditas almas, y realmente esa garita no había ninguna salida”.

En este punto, el guardia de la garita completaba más de media hora solo, siendo el objetivo de un grupo de internos violentos que intentaban quemarlo. Desesperado, el hombre trató de romper una ventana para escapar: “yo vi una ventana y cogí mi fusil y empecé a pegarle a la ventana para poder romperla. Logré romperla y me empecé a quitar la ropa y cuando me empecé a quitar la ropa la piel se me desprendió de mis manos, de mi cara”.

A las 10:16 p.m., la cámara intentó enfocarlo de nuevo, pero ya no estaba. El guardia se había lanzado al vacío, a la parte trasera del muro, donde lo esperaban otros guardias. “Yo miro a los internos y a mis compañeros y obviamente es una desesperación porque veía que me tiraban piedras. Lo que hago es mirar abajo y ellos me dicen tírese y me tiro”.

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Cinco minutos después de que el guardia huyó del lugar, los presos consiguieron romper la puerta de la garita y subieron a la estructura. Además del ataque contra Mateus, hubo 33 guardianes heridos, uno de los más graves fue el que sufrió un funcionario que recibió varias puñaladas por parte de los amotinados.

Entre tanto, desde la reja 1, el punto principal de control, la guardia preparaba la operación de retoma de La Modelo. Hacia las 10:00 de la noche, el motín estaba en su punto más crítico. Los funcionarios del Inpec se preparaban con todo lo que tienen para enfrentar a los internos. Iban armados con pistolas, escopetas, fusiles, bolillos.

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Pero algunos de ellos también llevan armas prohibidas por los protocolos, según captó la cámara de la reja 1. Dos guardias se repartieron cuchillos. Otro llevaba un palo y una piedra. Hacia las 10:30, la reja 1 se convirtió en el paso de una procesión de heridos y muertos. La cámara registró varias irregularidades de los funcionarios del Inpec.

Tres guardias arrastraron con desprecio a un muerto sobre una cobija, en una clara acción irregular que viola las normas de tratamiento de un cuerpo y de paso es una clara alteración de la escena de un homicidio. Casi en la misma secuencia, otros tres guardias golpearon a un interno esposado y desnudo, en otra clara violación de los derechos de los internos.

Mientras tanto, frente a la garita 8, donde un guardia estuvo a punto de ser quemado vivo, los miembros del Inpec y los amotinados se batían en un enfrentamiento violento. Además de lanzarles gases lacrimógenos, los guardias disparaban armas de fuego. Una secuencia captó a dos de ellos haciendo varios disparos con pistolas. También se ve lo que parece ser una ráfaga de fusil.

La historia de La Modelo: seis décadas de horrores tras las rejas

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Según los protocolos, los guardias solo pueden usar la fuerza letal cuando su propia vida o la de alguien más está realmente en riesgo.

Así lo explicó Karen Arias, la funcionaria del Inpec a cargo de los derechos humanos en La Modelo: “Nosotros, afortunadamente, tenemos un manual del uso de la fuerza. Podemos hacer uso de la fuerza pero siempre y cuando tenga una circunstancia que tengo que verla porque la vida mía corre peligro y la vida de terceros. Y en este caso pues se evidenció muchas cosas, de que obviamente la vida mía corría peligro y también la de otras personas”.

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Sin embargo, el funcionario del Inpec que pidió la reserva de su identidad, reconoció los graves excesos de sus compañeros con las armas de fuego: “Había mucho guardia armado en los patios disparando por todos lados. En las guayanas, en los talleres, el sargento Hernández permitió que entraran con armamento. Como no estaba el capitán comandante de vigilancia hubo exceso de fuerza por parte de la guardia. A los compañeros de las garitas les subieron el doble de munición para que siguieran disparando en la parte interna. Todos disparaban como locos. Demasiados disparos”.

El funcionario denuncia que, en medio del caos, muchos de los disparos que terminaron asesinando internos, los hicieron integrantes de la Policía y de los grupos especiales del Inpec: el CRI y el Cores. “Los integrantes de la Policía, del CRI y del Cores, disparaban hacia adentro impactando a varios internos que no participaban en la revuelta, salieron heridos y unos muertos. Realmente no se controló la entrega de armamento y de munición y eso trajo muertos y heridos”, dice.

Y agregó: “Mataron un interno a quemarropa. Dentro de la cárcel, en la garita 3 fue el que más disparó y mató internos. Mucha guardia se dio garra disparando. Los auxiliares bachilleres de la guardia no tenían por qué estar en las garitas, para eso es la guardia. Fue un abuso de la fuerza para tomar el control”.

Hacia las 11:00 de la noche, el motín estaba casi controlado. La guardia recapturó a los internos y quedó en evidencia que desnudar a los reclusos fue una práctica común esa noche, aunque para expertos en derechos humanos consultados por Noticias Caracol puede ser incluso considerada como tortura. En el informe del avance de la investigación que la Fiscalía presentó el mes pasado queda claro que para esa entidad habría casos de tortura.

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“Es injusto que traten a la gente así, puede ser matón lo que sea, pero somos seres humanos. Y allá no existen los derechos humanos. Sentí rabia, impotencia, de ver mis compañeros botados, heridos que se quejaban y no poder hacer nada. Porque no se podía, no dejaban”, dijo un exrecluso.

Caos en el manejo de muertos y heridos

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Los cientos de videos de seguridad en poder de la Unidad Investigativa de Noticias Caracolregistraron el trato de la guardia y las autoridades a los heridos y muertos. Varios hechos graves se evidencian en los registros: la falta de atención médica a los heridos y también los manejos irregulares de los cuerpos de los muertos, también posibles alteraciones a las escenas de los asesinatos.

Hacia la medianoche, por La Modelo circulaban heridos que pasan horas sin recibir atención médica. La reja 1, cerca de la entrada de la cárcel, se conectaba por el pasillo principal de la prisión con el área de sanidad.

Es allí donde empezaron a llegar los lesionados, muchos de ellos agonizando. La cámara registra que incluso uno de ellos, inconsciente o muerto, fue arrastrado por los guardias y un miembro del personal de salud. Esa área de atención se llenó rápidamente, algunos iban desnudos.

Un preso que estuvo esa noche en el motín, y que pidió la protección total de su identidad para resguardar su seguridad, le habló a Noticias Caracol sobre el padecimiento de los heridos: “Había internos que gritaban ¡auxilio, auxilio, ayúdenme! Con tiros en la cabeza, tiros en el pecho, tiros en las piernas y eran más de 80 o 90 heridos y las doctoras y el doctor no sabían ni qué hacer. Se murieron internos mientras estuvieron esperando ayuda, hubo mucha negligencia en medicina de Sanidad”.

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Hacia la 1:15 de la mañana, el CTI de la Fiscalía llegó a la zona de talleres a comenzar el levantamiento de los cuerpos. En la misma zona donde horas antes la guardia había golpeado a varios presos indefensos, encontraron tres muertos. Les tomaron fotos, los embalaron y se los llevaron.

Detrás de la reja 1, los forenses encontraron el cuerpo que fue arrastrado por tres guardias cuatro horas antes. Es decir que este interno no solo fue arrastrado, sino que su cuerpo estuvo abandonado varias horas en una situación que claramente constituye una alteración a la escena de una muerte violenta.

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Los levantamientos de los cuerpos continuaron en la cárcel durante un par de horas más. Las cámaras registran que el CTI, con apoyo de la Policía, se llevó cuerpos hasta más o menos las 5:00 de la mañana.

Al amanecer, con la luz incipiente, la cámara del sector alto norte detectó un cuerpo que había pasado desapercibido, en el techo de los talleres. Era un recluso que cayó en el techo sobre las 9 de la noche anterior, cuando ahí mismo, varios amotinados atacaban una garita que estaba al frente de ellos.

A esa hora, la cámara registró un disparo contra el tejado, que pegó muy cerca del muerto y de un interno que permanece allí, agachado e indefenso. Es decir, que en ese momento no representaba un peligro y no debía ser atacado con tiros.

Ya en la mañana, en Sanidad los heridos seguían tirados en el suelo. Algunos de ellos completaban más de seis horas sin recibir atención médica. De hecho, la Fiscalía considera que esa desatención puede considerarse como tortura.

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Sobre las 7:00 de la mañana ocurre una situación sospechosa en el pasillo sur. A las 7:13, tres guardias pasaron por allí con una camilla. Diez minutos después, regresaron y allí llevan un cuerpo envuelto en una cobija. Se trató de una acción claramente irregular por dos razones: primero, con la presencia del CTI, la guardia yo no podían mover los cuerpos. Y segundo, como indican los protocolos, los cuerpos deben ir embalados en bolsas especiales y no envueltos en cobijas. Esta secuencia podría indicar la alteración de una escena.

Cinco minutos después, otros guardias cargaban una cobija. Aunque las imágenes no permiten ver lo que envuelve, expertos forenses consultados por Noticias Caracol dijeron que, por las características, es posible que allí llevaran un cuerpo, en un procedimiento que también resultaría irregular.

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El funcionario del Inpec que pidió la reserva total de su identidad, cuenta sobre esa supuesta manipulación de los cuerpos y las escenas de las muertes: “Se encontraron muertos dentro de la cárcel y los corrieron para hacerlos pasar como si iban a fugar. En los techos quedaron muertos y los movieron sin haber hecho el levantamiento”.

De hecho, el informe de la Fiscalía afirma que están investigando el ocultamiento, alteración o destrucción de elementos probatorios. Se detectó el extravío de evidencias como las balas que habrían sido extraídas de algunos de los cuerpos. También la manipulación de las cámaras de seguridad durante el motín y de los videos que fueron entregados por el Inpec a la propia Fiscalía.

A esas presuntas alteraciones de las evidencias, se refiere un funcionario del Inpec que habló con Noticias Caracol: “Dañaron las cámaras para borrar las pruebas, para no ser descubiertos del ingreso de las armas a la parte interna, de los abusos por parte de algunos dragoneantes desadaptados que buscaron la oportunidad para vengarse de los internos a sangre y fuego”.

Estos videos internos de La Modelo en poder de la Unidad Investigativa de Noticias Caracol no dejan duda que lo que se vivió esa noche en La Modelo fue un verdadero horror. No solamente por la violencia del motín sino por la brutalidad, las torturas, los asesinatos y el encubrimiento en el que habrían participado decenas de guardias durante la retoma del penal.

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“A los muchachos los masacraron”

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Además de los videos, las necropsias son la otra fotografía de lo que pasó en La Modelo la noche del motín.

“A mi hijo me le dispararon en la boca. A mi hijo me lo maltrataron, cómo va a ser justo que vayan a permitir una cosa de esas. era una persona indefensa”, señaló Martha Rojas, la madre de Jesús Ernesto Gómez. Llevaba 8 meses en la cárcel La Modelo y su nombre apareció de primero en la trágica lista de 24 muertos.

Según doña Martha, su hijo estaba siendo extorsionado por algunos guardias del Inpec, razón por la cual en varias ocasiones tuvo que consignarle dinero para que no le hicieran daño. “Los mismos de la cárcel cada ratico le exigían plata. Nos llamaba y nos decía: el Inpec me va a matar, el dragoneante que está de servicio me va a matar”.

Su cuerpo fue hallado con un disparo en la boca y una herida de bala en el segundo dedo de su mano izquierda. Por las peladuras en la espalda y las rodillas se cree que fue arrastrado después de su muerte. Su caso podría tratarse de un asesinato a sangre fría.

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La Fiscalía informó que está indagando si, en al menos tres de los casos ocurridos, en La Modelo hubo ejecuciones extrajudiciales con tiros de gracia propinados en zonas letales, como la cabeza, y a menos de un metro de distancia. En solo 8, de los 24 casos, el ente de control tiene indicios de que se pudo tratar de muertes provocadas por la guardia en legítima defensa. Una muerte más se produjo por la caída de un interno desde el techo. Los demás casos están bajo sospecha.

Estas cifras preliminares del ente investigativo contrastan con los resultados que arrojan las necropsias en poder de este noticiero y que dan cuenta de que el listado de muertes arbitrarias de reclusos podría ser mucho mayor.

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Nueve de las muertes se produjeron con tiros en cabeza y cuello. Uno de los cuerpos, el de Diego Fernando Rodríguez Fuentes, apareció con cinco disparos en cuello, omoplato y piernas, lo que podría llegar a calificarse como sevicia. En al menos siete necropsias, los médicos forenses dejaron claro que los fallecidos no recibieron ningún tipo de atención médica oportuna, es decir, los dejaron morir desangrados.

Organizaciones internacionales que analizaron los resultados de las necropsias llegaron a conclusiones espeluznantes. “En su gran mayoría, las 24 víctimas murieron con tiros que fueron disparados a matar. Por el tipo de heridas, las pericias que practicaron, esa fue la conclusión: que en ninguno de los casos la intención fue la de inmovilizar a los reclusos sino directamente a matarlos, lo cual sugiere que se trató de una ejecución extrajudicial en la mayoría de estos casos”, aseguró José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch.

“Me llamó un compañero de mi hijo a la 1:40 de la mañana, me llamó llorando, diciéndome que lo perdonara. Yo no sabía qué había pasado y me dijo su hijo murió doña Astrid, su hijo se murió en mis brazos”. Este desgarrador relato es el de Astrid Cubillos, madre de Michael Alexander Melo, quien murió a sus 31 años como consecuencia de un tiro de fusil en el brazo izquierdo.

“Suplicaron que lo ayudaran, que un médico fuera a verlo y no pudieron. A mi hijo lo hirieron a las 9:30 de la noche y él falleció como a la 1:30 de la madrugada”, precisó doña Astrid, quien denunció además que era imposible que su hijo pudiera emprender un plan de fuga o pudiera atacar a la guardia.

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La tragedia para esta familia comenzó cuando Michael Alexander perdió la movilidad de sus dos brazos como consecuencia de riñas con otro interno. “Lo que están haciendo creer es que era un intento de fuga cuando es falso, a mi hijo no le servían los dos brazos, no tenía posibilidad de agarrarse, de coger un arma, de intentar fugarse. Era imposible que él huyera”, aseguró.

Aun así, no se sabe cómo o por qué fue alcanzado por una bala de fusil que le destrozó el brazo y la arteria braquial, como quedó registrado en la necropsia y en un video que grabaron los mismos reclusos.

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“Estaban saliendo gases lacrimógenos entonces bajaron rápido a mirar. El muchacho que me llamó a avisarme sobre la muerte de mi hijo me comenta que bajaron los dos al patio y que mientras buscaba con qué protegerse la cara por los gases, bajó y ya no lo encontró. En cuestión de 15 minutos todos estaban gritando que habían herido a Michael, obviamente para mi hijo era más difícil porque no podía mover sus brazos. Entre ellos mismos cogieron una camisa y se la amarraron porque el tiro fue de fusil. El acta de Medicina Legal dice que le partió el brazo en dos, aparte la arteria se la reventó y murió desangrado”, señaló Cubillos.

Don Alirio Lemos y Marisol Rodas son los padres de Miguel Ángel. Murió a los 23 años pidiendo la libertad después de pasar dos años en la cárcel La Modelo por tentativa de hurto. “En este mundo todos tenemos errores y, yo digo, todos los errores uno los tiene qué pagar, pero no así”, aseguró don Alirio.

En pleno motín, Miguel Ángel se comunicó con su familia. “Me decía: no se preocupe. Lo que pasa es que acá están rebotados los internos. Le dije ¿cómo así? porque sonaba durísimo. Me dijo, no se preocupe que yo voy a estar bien”.

A Lemos, como le decían sus compañeros de celda, lo hirieron con tiros de bala en el muslo derecho: uno le afectó el colon y otro solo tocó tejidos blandos, como lo revela la necropsia.

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La única información que han recibido Alirio, Marisol y casi todas familias ha sido a través de otros internos que grabaron videos con las escenas más macabras. El contacto con el Gobierno, la Fiscalía y el Inpec ha sido nulo.

“Le dijeron a mi nuera, que la había llamado y que él pedía ayuda, que lo ayudaran porque no se quería morir. En esas fue que no prestaron ayuda ni nada”, señaló Marisol.

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Los excesos no solo quedaron en evidencia en la cifra de muertos. La Fiscalía contabiliza 107 heridos, de los cuales 33 son guardias, 43 son internos heridos con arma de fuego, 4 son reclusos heridos en riñas, 6 son heridos por caídas, 19 producto de golpes del Inpec y 2 más no tuvieron lesiones graves.

Édgar Stuardo Ralón Orellana, relator sobre derechos de personas privadas de la libertad de Comisión Interamericana de Derechos Humanos aseguró que los tratos crueles, inhumanos y degradantes se enmarcarían en el concepto de tortura.

“Independientemente que esté controlado un detenido no pueden realizarse actos de violencia física, psicológica, actos de humillación, violencia sexual. Todas estas conductas obviamente son violatorias de los derechos humanos y constituirían una definición de tortura”, aseguró.

Del casi medio centenar de internos heridos con armas de fuego hay casos impactantes como el de un recluso que se salvó de milagro después de recibir un tiro en la cabeza y sin que, de acuerdo con su ubicación, amenazara riesgo de fuga. En este caso, que está bajo investigación, la guardia podría terminar respondiendo por el delito de tentativa de homicidio.

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“Esta protesta terminó en una masacre, en unos homicidios que -con todos los elementos que tiene la Fiscalía General de la Nación- nos lleva a concluir que fueron asesinados, que fueron vilmente masacrados sin contar con toda la cantidad de heridos que se registraron. ¿Dónde están los heridos? hay personas que tienen impactos con arma de fuego en su rostro, cráneo en partes vitales de su cuerpo”, señaló Mauricio Martínez, abogado defensor de víctimas.

Los testimonios recogidos por Noticias Caracol confirman que hubo internos que, aunque se rindieron o estaban heridos, recibieron golpes y malos tratos por parte de la guardia.

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Un amigo de mi hijo me dijo que estaban en el patio, iban corriendo con ‘Tachuela’, porque así le decían, cuando se mandó las manos al estómago. Él cayó, lo agarró y lo arrastró. Cuando venía uno del Inpec salió corriendo porque de pronto lo herían. Entonces se escondió. Él dijo que vio cuando lo cogió uno del Inpec de los pies y lo arrastró. Le daba golpes y lo metió para unos tales pabellones”, relató Adriana Marcela Ospina, madre de Cirus David Rojas.

Rojas murió de 24 años por la hemorragia que le produjo un impacto de bala en el abdomen, a la altura de la pelvis. La necropsia y los videos grabados por los reclusos confirman la versión de su familia. El joven tenía hematomas en la cara y raspaduras en el abdomen, pecho, dorso y pómulos.

“A los ocho días de haberlo matado llegó su libertad. Él estaba en condición de imputado, ni siquiera estaba condenado porque no había pruebas”, señaló doña Adriana.

Cuando todavía era procurador, Fernando Carrillo abrió investigación disciplinaria en contra del entonces director de la cárcel La Modelo Carlos Augusto Hincapié Franco. Durante los 15 días anteriores al motín, Hincapié envió al menos 20 alertas al Ejército, la Policía y la dirección del Inpec por la inminencia del amotinamiento. No obstante, tan solo horas antes al motín pidió permiso para una revisión odontológica.

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La investigación del Ministerio Público también se extendió al oficial que asumió las tareas de director en encargo, el mayor Jorge Gama Doza, y contra la comandante de custodia y vigilancia encargada, la teniente Elizabeth Vergara. La Fiscalía también está evaluando la presunta responsabilidad por omisión que se le pueda endilgar a los directivos.

El Ministerio Público determinó que en la violenta retoma del control por parte del Inpec, el responsable de la sala de armamento 'Compañía Santander' entregó fusiles sin ningún control al personal de guardia y custodia. La devolución de las armas tampoco quedó registrada en ninguna minuta.

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“Me parece muy grave. Según la Procuraduría, las autoridades del Inpec no dejaron constancia de las armas que cada uno de los funcionarios que participó en el control del motín utilizó este día, esto es muy grave y hasta difícil de creer. Usualmente en cualquier operación policial, especialmente en un recinto carcelario, se supone que las armas letales están asignadas con nombre y apellido a cada uno de los agentes precisamente para facilitar las investigaciones posteriores, en este caso no habría quedado un registro. En esto hay que ser muy claros, no hay una responsabilidad colectiva respecto de lo que ocurrió. Hay que investigar y determinar con claridad los hechos e identificar a quiénes deben responder por las muertes que se produjeron y las heridas que se produjeron”, señaló Vivanco.

El comisionado Ralón indicó, por su parte, que el uso de armas letales está prohibido salvo cuando sea inevitable para proteger la vida de las personas: “Una especie de casi legítima defensa”, precisó.

“El Estado tiene que estar en capacidad de mostrar que los agentes intentaron agotar otras vías que no fueran las vías violentas. El equipo no debe ser armas de carácter letal y no deben apuntarse a órganos vitales”, dijo.

“Excesos y abusos hubo de todo tipo. En un caso en que hay amotinamiento, una protesta de piedras y palos no puede el Estado responder con armas de fuego de alto impacto. No había razón para asesinar a todas estas personas en la cárcel”, cuestionó Ángel Camilo Buitrago, abogado de víctimas en este caso.

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El brutal desenlace del motín puso en alerta al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que se pronunció condenando la actuación de las autoridades penitenciarias: “Los pronunciamientos han sido condenando el uso excesivo de la fuerza, condenando la violación de una serie de derechos humanos, condenando los hechos que ocurrieron ahí porque muchos de los principios que estamos hablando se violentaron”, dijo el comisionado Ralón.

La Fiscalía tiene cuatro líneas de investigación: por tortura, homicidio, ocultamiento, alteración y destrucción de material probatorio y lesiones a los guardias. Pero hasta ahora estas investigaciones no han arrojado resultados concretos. El Ministerio Público tampoco ha entregado conclusiones para determinar responsables.

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